por June Hunt
¿Se encuentra usted en una batalla emocional
debido a la culpa? ¿Es ésta un instrumento amoroso de Dios que él está usando
para convencerlo, corregirlo, y conformar su carácter cuando se descarría? ¿O
más bien esta usted luchando contra la vergüenza y la culpabilidad cuando ésta
se hace presente es su corazón? La culpabilidad puede ser una compañera enviada
por Dios que le habla al oído con la verdad y lo motiva a arrepentirse y a ser
libre. Pero la falsa culpa es un enemigo cruel que se encuentran dentro de
nosotros y que no nos hace más piadosos, sino que nos hace sentir una tristeza
superficial que ¡en verdad mata el alma!
“Porque
la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no
hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte”.
(2
Corintios 7:10)
I. Definiciones
El conocido diálogo de la antigua obra Julio César de Shakespeare dice: “¡Et
tu, Brute!” Este es un ejemplo de cómo un enemigo puede envolverse en el manto
de la amistad. Esa frase significa “¡Y tú también, Bruto!” y con el último
suspiro, el emperador Julio César denunció a su falso amigo traicionero que le
dio el golpe de gracia. Con mucha frecuencia la culpa es como ese enemigo
invisible… un adversario que quiere destruir el valor que Dios nos ha dado.
Cuando se sienta esclavizado por la culpa. pregúntese: ¿se está enfrentando a
un amigo o a un enemigo?
“¿Está sintiendo la convicción de pecado
que viene de Dios, o las emociones negativas de los enemigos que tiene
dentro?” |
A. ¿Qué es la culpa verdadera?
Nadie escapa de la culpa. Desde la primera
infancia la experimentamos cuando robamos una galleta o decimos una mentira. La
palabra hebrea del Antiguo Testamento es asham,
que tiene muchos derivados. Según esa palabra, existen tres dimensiones de la
verdadera culpa.
• Culpa significa haber fallado, merece un
castigo y demanda un sacrificio.
• La culpa verdadera es un pecado cometido
contra Dios.
• Cuando pecamos nos sentimos culpables, y
debemos pagar una penalidad por nuestra falta con objeto de restaurar nuestro
compañerismo con Dios.
Después que David adulteró con Betsabé, clamó a
Dios diciendo: “Contra ti, contra ti solo
he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos”. (Salmos 51:4)
Perspectiva del antiguo testamento en
cuanto a la culpa verdadera |
La culpabilidad verdadera es resultado del
pecado
En el principio, Dios creó al hombre y la mujer a
su imagen. Esto significa que fuimos diseñados para reflejar el carácter divino
en todo lo que hacemos. Por tanto, la culpa resulta de “cualquier acto que cometemos contra lo que es Dios”. Esos actos son
una afrenta para el Señor y él los considera pecados.
“Después
que David hubo censado al pueblo, le pesó en su corazón; y dijo David a Jehová:
Yo he pecado gravemente por haber hecho esto; mas ahora, oh Jehová, te ruego
que quites el pecado de tu siervo,
porque yo he hecho muy neciamente”.
(2
Samuel 24:10)
La culpabilidad es la condición en que
estamos cuando pecamos
La culpa es un hecho,
no un sentimiento. Todos somos
culpables porque hemos fallado. La Biblia hace hincapié en que todos somos responsables de nuestro comportamiento y
en última instancia, daremos cuentas a Dios. Esto se aplica a la vida cotidiana.
Si deliberadamente usted decide no reducir la velocidad de su auto y pasa por
una zona de velocidad restringida, recibirá una multa por parte de un policía
que probablemente le diga: “Aunque ignore la ley, usted no está exento de
ella”.
“Y
para expiación de su culpa traerá a
Jehová un carnero sin defecto de los rebaños, conforme a tu estimación, y lo
dará al sacerdote para la expiación. Y el sacerdote hará expiación por él
delante de Jehová, y obtendrá perdón de cualquiera de todas las cosas en que
suele ofender”.
(Levítico
6:6–7)
La culpa verdadera exigía un pago
sacrificial por violar la voluntad escrita de Dios
En el Antiguo Testamento, Dios estableció que se
presentara una ofrenda especial de “expiación” por violar las leyes divinas o
los derechos de otras personas. Después de hacer restitución a la parte
ofendida o afectada, se rociaba la sangre de un carnero sin defecto en el altar
del templo. Ese carnero sacrificial
se convirtió en la “ofrenda de expiación”, que aseguraba el perdón y la
reconciliación con Dios.
“Y
para expiación de su culpa traerá a Jehová un carnero sin defecto de los
rebaños, conforme a tu estimación, y lo dará al sacerdote para la expiación.
Y el sacerdote hará
expiación por él delante de Jehová, y obtendrá perdón de cualquiera de todas
las cosas en que suele ofender”.
(Levítico
6:6–7)
Perspectiva del nuevo testamento en
cuanto a la culpa verdadera |
En el Nuevo Testamento, el sentido que se da a la
culpa verdadera es judicial. Muchas palabras griegas que se traducen como
“culpa” o “culpable” tienen una implicación legal y sugieren que hay
responsabilidad personal. Por ejemplo, la palabra griega enochos significa “culpable de un pecado que merece castigo”. Cada
uno de nosotros será llamado a cuentas y responsabilizado de sus faltas, ya sea
en una corte judicial o bien en el tribunal divino en el cielo. Así
como el Antiguo, el Nuevo Testamento señala que la verdadera culpa consta de
los tres aspectos citados arriba.
“De
manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí”.
(Romanos
14:12)
La verdadera culpa es resultado del pecado
“De
manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor
indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor”.
1 Corintios
11:27
La culpabilidad es la condición en que
estamos cuando pecamos
“Porque
cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace
culpable de todos”.
(Santiago
2:10)
La culpa verdadera exige un pago
sacrificial por violar la voluntad revelada de Dios
“En
esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo
hecha una vez para siempre”.
(Hebreos
10:10)
El Cordero inmolado de Dios (el único pago aceptable por nuestras culpas) |
El cordero sin defecto del Antiguo Testamento que
se ofrecía como ofrenda por la expiación del pecado sólo fue un anticipo de
Jesucristo, el Cordero sacrificial de Dios. Así como se derramaba la sangre en
el altar del templo para asegurar el perdón de Dios, la sangre derramada por
Cristo cubre nuestros pecados personales y hace posible la reconciliación con el
Padre celestial. ¿Ve usted su pecado como Dios lo ve? ¿Alguna vez ha aceptado
el sacrificio que hizo Cristo a favor de usted y confiado en él para que sea su
ofrenda personal para expiar su pecado?
Pasajes
de Isaías 53:6–10
“Todos nosotros nos
descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó
en él el pecado de todos nosotros… como cordero fue llevado al matadero… Con
todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento.
Cuando haya puesto su vida
en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad
de Jehová será en su mano prosperada”.
PREGUNTA: |
“¿Cómo debo responder a la verdadera culpa?” |
RESPUESTA: |
Usted experimenta culpa verdadera cuando
reconoce que ha pecado. Observe la sinceridad de David en Salmos 32:5 donde dice: “Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad… Y tú perdonaste la
maldad de mi pecado”. ¿Cómo respondió Dios? Perdonándolo. Usted recibe la
misma respuesta. 1 Juan 1:9 dice: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel
y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”.
Dios es fiel y él siempre nos da lo que promete. No sólo nos perdona, también
elimina nuestro pecado. “Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros
nuestras rebeliones”. (Salmos 103:12) |
B. ¿Qué es culpa falsa?
La culpa falsa se basa en sentimientos que nos
condenan porque no hemos cumplido con las expectativas que teníamos o que otros
tenían de nosotros.
• La culpa falsa surge cuando usted se
condena a sí mismo aunque no haya hecho nada malo o cuando se sigue culpando
aun después de haber confesado y abandonado su pecado.
• La culpa falsa lo mantiene esclavizado bajo
tres armas poderosas la VERGÜENZA, el TEMOR y el ENOJO.
• Es irónico que la confesión no resuelva la
culpa falsa. Apocalipsis 12:10 dice que
Satanás es “el acusador de nuestros hermanos”. A él le encanta poner sobre los
creyentes el peso de la culpa falsa y la auto condena. Algunas de sus
estrategias favoritas son: Traer a la memoria el pasado, recordarnos nuestros
fracasos, y convencernos de que Dios no puede perdonarnos ni aceptarnos.
“el
acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y
noche.
(Apocalipsis
12:10)
PREGUNTA: |
“¿Cómo puedo dominar la culpa y la vergüenza que siento porque mi esposo
me acusa de ser la culpable del maltrato que me da? ¿En verdad merezco sus
malos tratos? ¿En verdad es mi culpa?” |
RESPUESTA: |
Una de las características de las
personas violentas es que acusan de sus propias acciones a las personas a
quienes maltratan. Culpar a otros
es una forma de controlarlos y evitar cualquier resistencia. Nadie merece ser
maltratado. Y nadie puede hacer que otro peque. Sólo su esposo es culpable de
sus acciones. Usted no es culpable de lo que él decide hacer. La culpa es de
él y no de usted. “Ciertamente ninguno de cuantos esperan en ti será confundido; Serán
avergonzados los que se rebelan sin causa”. (Salmos
25:3) |
Vergüenza |
Muchas personas piensan que la culpa y la
vergüenza son lo mismo pero esto no es cierto.
• La vergüenza es una emoción dolorosa
provocada por un sentido de culpabilidad muy fuerte.
• Usted experimenta vergüenza cuando su
culpabilidad pasa de reconocer que ha hecho algo malo a la convicción de que usted es malo.
• La vergüenza no se basa en lo que usted ha
hecho, sino en que se avergüenza de lo que usted
es.
Aceptar que se es defectuoso ocasiona un profundo
sentimiento de devaluación y un constante temor a ser abandonado y rechazado. A
menudo, las cicatrices emocionales provocadas por la vergüenza son devastadoras
y pueden durar toda la vida.
“Si
fuere malo, ¡ay de mí!
Y si fuere justo, no
levantaré mi cabeza”.
(Job
10:15)
Efectos secundarios de la
vergüenza
• La vergüenza provoca un intenso deseo de
mantener un control rígido de las emociones y el comportamiento.
• La vergüenza produce una soledad interna
que provoca una dependencia enfermiza.
• La vergüenza hace que pierda usted el gozo
de su salvación.
• La vergüenza le impide meditar en la
palabra de Dios.
“Cuando
viene la soberbia, viene también la deshonra; mas con los humildes está la
sabiduría”. (Proverbios 11:2)
Miedo |
La vergüenza y el temor son parientes cercanos. Se
originan en un hogar donde los padres ejercieron una disciplina muy rígida y
mostraban actitudes degradantes. El miedo surge sin ser notado como subproducto
de la culpa falsa. Siempre que la vergüenza nos atenaza también experimentamos:
Miedo de no ser digno
Si
es un niño: “A
nadie le importo. Soy malo”
Si
es adulto: “¿Para
qué pido ese trabajo? No me lo darán de todos modos”.
Miedo al rechazo
Si
es un niño: “Si les
muestro interés, no querrán jugar conmigo”.
Si
es adulto: “Nadie
que valga la pena querrá casarse conmigo”.
Miedo al castigo
Si
es un niño: “Si no
le doy gusto a mami, dejará de hablarme”.
Si
es adulto: “Dios
está enojado y quiere castigarme”.
Miedo a la soledad
Si
es niño: “No
soy bueno ni atractivo como otros”.
Si
es adulto: “Si
en realidad supieran cómo soy, no les gustaría”.
“Dios
es amor… En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el
temor; porque el temor lleva en sí castigo.
De donde el que teme, no ha
sido perfeccionado en el amor.
(1
Juan 4:16, 18)
Resutados Del Temor
Si usted vive temiendo el rechazo, solitario, o
con la sensación de que es indigno, desarrollará una personalidad basada en el
temor. Esa personalidad, profundamente arraigada en la vergüenza que
experimentó en su infancia, puede acompañarlo por el resto de su vida. Tal vez
usted use la ropa de un adulto exitoso, pero muy dentro de su corazón anidará
el temor a que se descubra que es una persona necesitada, lo cual le impulsa a
esconder lo que realmente es. Esa deshonestidad le impide encontrar amor e
intimidad en sus relaciones más cercanas.
“Y
él [Adán] respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba
desnudo; y me escondí”.
(Génesis
3:10)
Esto se manifiesta en:
Dificultad para expresar sus sentimientos
Dificultad para arrostrar los fracasos
Dificultad para aceptar las criticas
Dificultad para enfrentar el conflicto
Dificultad para aceptar responsabilidades
Dificultad para estar solo
Dificultad para sentir empatía
“No
temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te
esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi
justicia”.
(Isaías
41:10)
Enojo |
Tal vez usted pregunte: “¿Qué tiene que ver el enojo con la culpa?” El enojo es la forma
normal en que combatimos los sentimientos te culpa. Ésta última se pone en
contacto con nuestra antena emocional y nos envía mensajes de vergüenza. Cuando
usted se avergüenza por algo malo que hizo, aflora la temida amenaza de
rechazo, y el enojo se convierte en el arma más cercana para atacar a:
La persona que se enfrenta a usted y
descubre sus faltas.
“Ella
me critica y me hace parecer un tonto frente a mis amigos”.
La persona que es importante para usted
que descubre sus fallas y puede rechazarlo.
“Mi
papá quiere a mi hermano más que a mi porque él hace todo mejor que yo”.
La persona que sufre (usted), y que desea
ser aceptada.
“Me
odio por ser inferior y no estar a la altura de los demás”.
“Temblad,
y no pequéis; Meditad en vuestro corazón estando en vuestra cama, y callad”.
(Salmos
4:4)
Dando rienda suelta al enojo |
La mayoría de las personas no reconoce el poder
destructivo de la culpa falsa sobre las relaciones. Pero el papel que juega el
enojo para desbaratar las relaciones es aún menos evidente. Puesto que la ira
es una emoción amenazante y peligrosa, a menudo tratamos de esconderla
manteniendo el control de las cosas. La necesidad de controlar lo que nos rodea
provocada por el enojo escondido es donde la culpa falsa surge como el enemigo
más manipulador y engañoso.
• Queremos controlar siendo rebeldes
“Si no te gusta cómo soy, ni modo”.
• Queremos controlar atacando al otro
“Tú dijiste que soy deshonesto, y es que
¡siempre me criticas!
• Queremos controlar culpando a otros
“No pude terminar mi tarea porque tuve que
ayudar a otro”
• Queremos controlar escondiendo nuestras emociones verdaderas
“Yo nunca me enojo. La gente no puede
evitar ser como es”.
• Queremos controlar aceptando toda la culpa
“Lo siento, fue mi culpa. ¿Me perdonas?”
(La motivación es aliviar nuestra culpabilidad en
vez de cambiar nuestro comportamiento.)
“porque
la ira del hombre no obra la justicia de Dios”.
(Santiago
1:20)
pregunta: |
“¿Cómo puedo resolver la culpa falsa?” |
respuesta: |
La próxima vez que la pantalla de su
mente empiece a recordarle sus pecados pasados, reconozca que esa tentación
viene de Satanás, el acusador, que quiere desanimarlo. Pregúntese: “¿Qué es
lo que estoy escuchando?” (Acusación.) “¿Qué estoy sintiendo?” (Culpa.) “¿Cuáles
son los hechos?” (He sido totalmente perdonado.) Utilice la Biblia como el
estándar para determinar lo que es verdadero y lo que es falso. Puesto que
usted ha recibido a Jesucristo como su Salvador personal y puesto que el
Salvador murió para pagar por sus pecados, decida centrarse en la verdad de
Dios. Busque Romanos 8:1 y conviértalo
en su oración: “Te doy gracias Padre, que tú no me condenas y no quieres que
yo me condene a mí mismo. Estos sentimientos de culpa falsa no son válidos
porque he aceptado el sacrificio de Cristo y he abandonado mis pecados”. “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús,
los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”. (Romanos 8:1) |
II. Características Y Síntomas
En contraste con las acusaciones condenatorias de
Satanás, el Espíritu Santo nunca condena a los verdaderos cristianos. Romanos 8: 1 dice: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo
Jesús”. Debido a que Dios es un padre justo, algunas veces permite que
usted cargue con las consecuencias de su pecado. Con esto quiere animarlo a que
cambie. (Lea Hebreos 12: 4–11.) Pero al
mismo tiempo pondrá en su corazón el deseo de hacer su voluntad.
“porque
Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena
voluntad”.
(Filipenses
2:13)
A. El enemigo es desenmascarado
Conozca las dos clases de culpa: La primera es una
amiga que dice la verdad y lo dirige con gentileza a arrepentirse y buscar
perdón. La otra, es una conspiradora secreta que lo tienta y lo condena
produciéndole deshonra y vergüenza interior. La culpa falsa aflora cuando usted
se culpa a sí mismo aunque no haya hecho nada malo, o cuando continúa
culpándose aun después de haber confesado su pecado y de haberlo abandonado.
“Sed
sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda
alrededor aún buscando a quien devorar”.
(1
Pedro 5:8)
Culpa verdadera |
Culpa falsa |
“Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad”.
(Juan 16:13) |
“…porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos
(Satanás), el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche”. (Apocalipsis 12:10) |
Se Basa en Hechos “Hice mal al llevarme a casa los
artículos de oficina para mi uso personal. A eso se llama robar”. |
Se Basa en Sentimientos “Me siento horrible. Y es porque soy
horrible por desear lo que no es mío y lo que es peor, por tomarlo. ¿Cómo
pude caer tan bajo, que me llevé a casa los artículos de la oficina?” |
Produce dolor por el pecado “Mi falta de honestidad me hace
consciente de cuánto me falta para reflejar el carácter de Cristo. Querido
Dios: Quiero cambiar, estoy muy triste de haber avergonzado a mi Salvador”. |
Produce temor a las consecuencias “Debí trabajar el fin de semana para
reponer mi tortuguismo. Ahora mi jefe tal vez me despida. Si hubiera logrado
más, no estaría en esta situación”. ¿Cómo voy a pagar las cuentas, qué le
diré a mi esposa? |
Produce la convicción del Espíritu Santo “Ahora veo que mi actitud estaba
equivocada al suponer que la empresa me debe lo que tomé”. |
Produce la condena de Satanás “Soy una persona horrible por estar
enojado con mi jefe”. |
Resulta en arrepentimiento “Quiero ser íntegro. Restituiré lo que
tomé de la oficina y pediré a Dios que me dé la fuerza para cambiar mis
hábitos deshonestos”. |
Provoca depresión “¡Quizá debo darme por vencido! Nunca
seré lo que debo ser. No soy bueno, y nunca cambiaré, no tengo remedio”. |
Acepta el perdón “Estoy agradecido porque tengo un Padre
celestial que siempre me perdona, sin importar lo que haya hecho”. |
Se solaza en la auto compasión “Siempre quiero hacer lo mejor, pero no
tengo las ventajas de otros. Si tuviera mejor empleo, no tendría que robar
cosas”. |
Se apropia de la obra consumada por Cristo “Sólo confiando en Jesucristo para que
supla mis necesidades y por su obra redentora en mí, podré ser la persona que
debo ser”. |
Logra hacer “buenas obras” “Cuanto más hago por la iglesia y por
otros, me siento mejor conmigo mismo y los demás me respetan más”. |
Lleva a la reconciliación con Dios y con otros “Sabiendo que Dios siempre me ama me
permite amar y perdonar a otros”. |
Aleja de Dios y de otros “Dios nunca me amará. Si dejo que otros
se me acerquen demasiado y vean lo que soy, me rechazarán. No cuento con
nadie”. |
“y
conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. (Juan
8:32)
pregunta: |
“Si se supone que debo sentirme culpable cuando peco,
¿por qué me siento bien cuando estoy pecando?” |
respuesta: |
La Biblia no dice que el pecado no
produce placer. El atractivo y la seducción el pecado es que promete darnos
felicidad. Pero la Biblia sí nos advierte diciendo que aunque hay placer en
el pecado, este placer es temporal. “¿…Que la alegría de los malos es breve, y el gozo del impío por un
momento?” (Job 20:5) |
B. El enemigo encubierto
Es raro que los enemigos se dejen ver como
realmente son hasta que la verdad empieza a revelar sus características y
tendencias sospechosas. Debido a que la culpa falsa puede sobrevivir toda la
vida sin ser notada, pocas personas sospechan que es la verdadera culpable que
sabotea sus relaciones y destruye su intimidad. Algunas personas, aunque no
están conscientes de ello, en la parte más profunda de su ser actúan con base
en ciertas convicciones que ni reconocen ni saben que existen.
Considere los siguientes comportamientos, que
pueden darle la pista para descubrir los sentimientos de culpa que han
quedado sin resolver. |
El solitario
“Temo que seré rechazado si la gente me conoce
como soy”.
El crítico
“Me concentro en las faltas de los demás para no
verme como soy”.
El perfeccionista
“Para poder recibir aprobación y aceptación de los
demás, no debo cometer errores”.
El adicto al trabajo
“Si me mantengo ocupado y soy productivo, evitaré
analizar mis verdaderos sentimientos”.
El benefactor
“Dar muchos regalos y hacer cosas por otros es la
única manera de mostrar amor”.
El tacaño
“Nunca gastaré en cosas superfluas como
vacaciones, ropa nueva, o buenos restaurantes”.
El mártir
“¿Cómo puedo aceptar un cumplido? Los demás
pensarán que soy orgulloso”.
El preocupón
“Evito resolver el pecado verdadero de mi vida
preocupándome por cosas menos importantes”.
El témpano
“Me parece imposible responder a la intimidad
sexual porque dentro de mí creo que el sexo es sucio”.
El que pide disculpas
“Si me disculpo continuamente, la gente no se
enojará conmigo”.
El defensor
“Mi mejor defensa (o protección) es el ataque”.
El confesor
“Si acepto la culpa de todo, sutilmente puedo
negar la culpa de cualquier cosa”.
El legalista
“Con seguridad Dios perdonará todas mis faltas si
me entrego a su servicio”.
El melancólico
“En vez de resolver mis sentimientos de culpa,
prefiero la depresión”.
A la mayoría de nosotros se nos dificulta
reconocer nuestros puntos ciegos o vernos reflejados en alguna de estas
“personalidades”. Pero si realmente quiere conocer la verdad acerca de usted
mismo, enfrente a sus enemigos internos y líbrese de ellos. Pregunte a sus
amigos si ven en usted alguna de estas características. Acalle sus defensas y
permita que Dios le diga la verdad. Su voz es amorosa y amable, y le dará
esperanza y ánimo.
“Si decimos que no tenemos
pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si
confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados,
y limpiarnos de toda maldad”.
(1
Juan 1:8–9)
pregunta: |
“¿Cómo puedo saber qué pecados están profundamente arraigados en mí si ni
siquiera conozco la verdad?” |
respuesta: |
Confíe en que Dios conoce las
profundidades de su corazón y se los revelará si usted busca sinceramente la
verdad. “Si nos hubiésemos olvidado del nombre de nuestro Dios, o alzado nuestras
manos a dios ajeno, ¿no demandaría Dios esto? Porque él conoce los secretos
del corazón. (Salmos 44:20–21) |
C. El enemigo diagnosticado
Tanto la culpa falsa como la verdadera deben
resolverse correctamente Si usted tiene problemas para reconocer el poder de la
culpa subyacente en su comportamiento personal, considere algunos síntomas
físicos que también pueden ser provocados por la culpa oculta que ha quedado
sin resolver.
• Tensión muscular |
• Ansiedad |
• Fatiga constante |
• Incapacidad de relajarse |
• Sobrepeso |
• Úlceras |
• Insomnio |
• Impotencia sexual |
• Dolores de cabeza |
• Fobias |
• Hipertensión |
• Depresión |
“¿Por
qué gritas a causa de tu quebrantamiento? Incurable es tu dolor, porque por la
grandeza de tu iniquidad y por tus muchos pecados te he hecho esto”.
(Jeremías
30:15)
pregunta: |
“¿Cómo puedo saber si mis problemas de salud son fisiológicos o causados
por mis pecados espirituales?” |
respuesta: |
Sométase a un examen médico completo. Si
el doctor no encuentra una causa fisiológica, considere la posibilidad de que
sea algo espiritual. Después sométase a un examen espiritual.
Pregúntese: “¿Hay en mi vida algún pecado que no he confesado?” Si es así,
resuélvalo y abandónelo. Recuerde que Dios puede usar la culpa de su vida —la
culpa real—para guiarlo a la luz de su verdad. “En la multitud de tus caminos te cansaste, pero no dijiste: No hay
remedio; hallaste nuevo vigor en tu mano, por tanto, no te desalentaste”. (Isaías 57:10) |
III. Causas De La Culpa
Más que cualquiera otra emoción, la culpa puede
sujetar su corazón con una fuerza mortal. Sentimos culpa verdadera cuando nos
analizamos frente a un espejo para descubrir los pecados y fallas enterradas en
el pasado de los que daremos cuentas a Dios. Pero es interesante que a veces
nos sentimos culpables cuando no lo
somos. Este sentimientos se llama culpa falsa. Sólo porque usted se siente
culpable no significa que haya desobedecido a Dios o transgredido alguna de sus
leyes morales. Las siguientes preguntas acerca de la culpa provienen de los
escuchas de nuestro programa radial y mi deseo es que las respuestas le ayuden
a discernir correctamente la culpa verdadera de la falsa.
“¿Quién
podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos. Preserva también a tu siervo de las soberbias; que no
se enseñoreen de mí; entonces seré íntegro, y estaré limpio de gran rebelión”.
Salmos
19:12–13
A. Conciencia de culpa verdadera
La culpa verdadera es valiosa porque Dios la usa para
convencernos de cambiar lo negativo en positivo. La culpa es una incómoda
conciencia interna que nos advierte: “Haz hecho algo malo”. Esta convicción
puede venir de dos fuentes, de la conciencia natural que Dios nos dio, o bien,
del Espíritu Santo.
pregunta: |
“Vi a un amigo robando algo, y al siguiente día lo reporté. ¿Cómo evitar
sentirme culpable por traicionar a mi amigo?” |
respuesta: |
Piense en esto: ¿Quién es el verdadero culpable? Su amigo es el que necesita
sentir la culpa. Reconozca que usted está sintiendo una culpa falsa.
Cualquier persona débil puede mantenerse callada después de ver que alguien
comete un robo, pero se requiere de una persona fuerte —un buen amigo con
conciencia—para señalar la falta. Aunque usted no pueda verlo ahora, si su
amigo sufre una repercusión dolorosa, tal vez usted ha librado a su amigo de
seguir el camino equivocado. “El testigo verdadero libra las almas”. (Proverbios
14:25) |
Fuente #1
La conciencia que Dios da a todos
para que sepan discernir entre el bien y el mal.
“Porque
las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente
visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas
hechas, de modo que no tienen excusa”.
(Romanos
1:20)
Conciencia cognoscitiva
Una conciencia entrenada
adecuadamente que conoce la voluntad de Dios
“No
os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de
vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios,
agradable y perfecta”. (Romanos 12:2)
Una conciencia que nos acusa
Es una conciencia
confiable que aprueba lo bueno y condena lo malo.
“mostrando
la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus
razonamientos”. (Romanos 2:15)
Una conciencia purificada
Es la conciencia
purificada que sirve a Dios libremente.
“¿Cuánto
más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí
mismo sin mancha a Dios, limpiará
vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?” (Hebreos 9:14)
Una buena conciencia
Es una conciencia
confiable que soporta los ataques del enemigo.
“Teniendo
buena conciencia, para que en lo que
murmuran de vosotros como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian
vuestra buena conducta en Cristo”. (1 Pedro 3:16)
Conciencia corrompida
Es una conciencia
impura que no ha sido entrenada correctamente o que ha sido alterada por
los dictados de las opiniones de la sociedad.
“Todas
las cosas son puras para los puros, mas para los corrompidos e incrédulos nada
les es puro; pues hasta su mente y su
conciencia están corrompidas”. (Tito 1:15)
Conciencia cauterizada
Es una conciencia
marchita que se ha hecho insensible al Espíritu Santo por la práctica
continua del pecado.
“Por
la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada
la conciencia”.
(1 Timoteo 4:2)
pregunta: |
“¿ Qué es una conciencia cauterizada?” |
respuesta: |
Es una conciencia muerta, insensible a
la voz del Espíritu Santo, debido a transgresiones repetidas y voluntarias
contra la voluntad expresa de Dios. “Profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan, siendo
abominables y rebeldes, reprobados en cuanto a toda buena obra”. (Tito 1:16) |
Fuente #2
El Espíritu Santo al que Dios ha puesto en el mundo para convencer de
pecado a los que violan las leyes morales
“Y
cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio”.
(Juan
16:8)
El Espíritu Santo es un regalo de Dios
“Pedro
les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de
Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”.
(Hechos 2:38)
El Espíritu Santo mora en el corazón del creyente
“¿O
ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en
vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?” (1 Corintios 6:19)
El Espíritu Santo nos comunica el amor de Dios
“Y
la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en
nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado”. (Romanos 5:5)
El Espíritu Santo escribe la ley de Dios en nuestros corazones
“Y
nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo; porque después de haber dicho: Este
es el pacto que haré con ellos después de aquellos días, dice el Señor: pondré
mis leyes en sus corazones, y en sus mentes las escribiré”. (Hebreos 10:15–16)
El Espíritu Santo nos ayuda entender la mente de Dios
“Porque
¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre
que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu
de Dios”. (1 Corintios 2:11)
El Espíritu Santo nos enseñará y recordará todas las cosas
“Mas
el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os
enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho”. (Juan 14:26)
El Espíritu Santo confirma nuestra conciencia
“Verdad
digo en Cristo, no miento, y mi conciencia me da testimonio en el Espíritu
Santo”. (Romanos 9:1)
El Espíritu Santo trae convicción a nuestro corazón
“Pues
nuestro evangelio no llegó a vosotros en palabras solamente, sino también en
poder, en el Espíritu Santo y en plena certidumbre, como bien sabéis cuáles
fuimos entre vosotros por amor de vosotros”. (1
Tesalonicenses 1:5)
El Espíritu Santo ¡nos llena de esperanza!
“Y
el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis
en esperanza por el poder del Espíritu Santo”. (Romanos
15:13)
El Espíritu Santo nos da poder para obedecer a Dios
“Pero
recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me
seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de
la tierra”. (Hechos 1:8)
pregunta: |
“¿Qué sucede cuando desobedezco la exhortación del
Espíritu Santo?” |
respuesta: |
Desobedecer la amonestación del Espíritu
Santo equivale a rechazar al mismo Espíritu. Y rechazar al Espíritu Santo es
rechazar a Dios. “Así que, el que desecha esto, no desecha a hombre, sino a Dios, que
también nos dio su Espíritu Santo”. (1
Tesalonicenses 4:8) |
B. Desarrollo de la culpa falsa
El principio de la culpa falsa se remonta hasta la
primera infancia. Si usted escuchó mensajes repetidos que le decían que usted
era malo, o malicioso, su corazón empezó a murmurarle: “¡Qué vergüenza!”
entonces sus sentimientos lo llevaron a creer que…
“El
amor se basa en mi comportamiento”
“Mi
comportamiento no se ajusta a las expectativas de los demás”.
“Estoy
en peligro de ser rechazado y abandonado”.
Cuando crecemos escuchando esa voz interior que
nos dice “¡qué vergüenza!” tendemos a
establecer actitudes internas negativas en cuanto nosotros. Sin ser conscientes
de ello, desarrollamos patrones enfermizos para relacionarnos con los demás que
permanecen con nosotros hasta la edad adulta. A medida que esos patrones se
desarrollan, la culpa verdadera por alguna acción que cometimos y que lastimó a
otra persona (dolor verdadero por haber pecado) de inmediato se convierte en
culpa falsa (temor a ser rechazado por otros).
“…me
avergoncé y me confundí, porque llevé la afrenta de mi juventud”.
(Jeremías
31:19)
Fuente #1
El esfuerzo personal
Dios nos ha dado tres necesidades internas
básicas, las cuales él utiliza para guiarnos a la convicción de que en última
instancia, él es el único que puede llenar todas nuestras necesidades. Todos
nosotros salimos de la infancia con diferentes defectos, pero cuando el corazón
está controlado sin misericordia por la vergüenza, llenamos continuamente esas
necesidades íntimas dadas por Dios con nuestro esfuerzo personal.
• La necesidad de amor se llena complaciendo
otros.
• La necesidad de sentirnos importantes la
obtenemos con un comportamiento perfecto.
• La necesidad de seguridad se obtiene
dependiendo emocionalmente de otros.
“Pues,
¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios?
¿O trato de agradar a los
hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo”. (Gálatas 1:10)
Fuente #2
Desarrollo de creencias erróneas
La raíz de la culpa
falsa está en los sentimientos inexactos que han tomado el control de
nuestros procesos de pensamiento. Esos patrones de pensamiento y en última
instancia nuestro sistema principal de convicciones, dañan nuestro concepto de
Dios y oscurecen nuestra necesidad de un Salvador.
“…
no levantaré mi cabeza, estando hastiado de deshonra, y de verme afligido”. (Job 10:15)
creencia falsa: |
No siento que Dios me ame, y la única
forma en que puedo sentir que valgo algo es saber que soy amado, aceptado y
admirado por otra persona”. |
creencia correcta: |
“La única forma de recibir el amor pleno
de Dios es reconociendo mis necesidades íntimas y buscando en él el amor, la
aceptación, y el significado de la vida”. “Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será
avergonzado”. (Romanos 10:11) |
IV. Pasos Para Encontrar La
Solución
El quebrantamiento espiritual no destruye nuestro
valor, sino que lo aumenta. Un caballo salvaje sin domar no tiene ningún valor
real. El caballo domado se hace más y más valioso a
medida que es entrenado y aprende a obedecer aun
el toque más leve de las riendas. Dios se agrada de un corazón contrito por el
pecado y una voluntad quebrantada y sometida al Salvador.
“Los
sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y
humillado no despreciarás tú, oh Dios”.
(Salmos
51:17)
A. VERSÍCULO CLAVE para memorizar
“Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis
transgresiones a Jehová; y tú perdonaste
la maldad de mi pecado.
(Salmos
32:5)
B. Pasaje clave para leer y
meditar
Hebreos 10:1–23
Cristo,
“LA OFRENDA POR LA CULPA”
Los sacrificios que se hacían en el Antiguo Testamento sólo fueron un tipo
del perfecto sacrificio que estaba por venir (vv. 1–4).
La muerte de Cristo fue el sacrificio más perfecto y completo que reemplazó
las formas antiguas y estableció un nuevo orden de obediencia a la voluntad de
Dios. (vv. 5–18)
Sólo identificándonos con Cristo y con su muerte y resurrección, podemos
estar delante de Dios confiadamente, purificados y lavados de la culpa de todos
nuestros pecados. (vv. 19–23)
C. Responda a la voz del Espíritu Santo
pregunta: |
“¿Cómo puedo saber si la voz interior que escucho es la convicción de
pecado amorosa de Dios o las acusaciones falsas de Satanás?” |
respuesta: |
Esté dispuesto analizar las motivaciones
del comportamiento que produjo la culpa, y después aprenda a reconocer lo que
verdaderamente viene del Espíritu Santo. “Entonces tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Este es el
camino, andad por él; y no echéis a la mano derecha, ni tampoco torzáis a la
mano izquierda”. (Isaías 30:21) |
La voz
de la CULPA VERDADERA nos habla con convicción, recordándonos que en verdad,
todos somos culpables de haber pecado.
“¿Se siente fracasado y que no vale tanto como
otros?”
La voz de
la CULPA VERDADERA se centra en desarrollar su carácter interno.
“¿Se preocupa de cómo lo ven los demás?”
La voz
de la CULPA VERDADERA le comunica el amor y ánimo de Dios.
“¿Se siente humillado y avergonzado cuando hace
algo mal?”
La voz
de la CULPA VERDADERA no se justifica sí misma.
“¿Siente que no tiene usted remedio… o que es una
víctima de su pasado?”
La voz
de la CULPA VERDADERA nos permite fallar.
“¿Siente que nunca triunfará debido a sus repetidos fracasos?”
La voz
de la CULPA VERDADERA hace que salgan a la superficie los verdaderos
sentimientos.
“¿Siente que nunca debe enojarse?”
La voz
de la CULPA VERDADERA le muestra con amor sus sentimientos por otros.
“¿Es usted insensible al dolor de los demás?”
La voz
de la CULPA VERDADERA va acompañada del deseo de cambiar.
“¿Cree que no hay esperanzas?”
La voz
de la CULPA VERDADERA eleva su espíritu y le da gozo cuando tiene comunión con
Dios.
“¿Casi nunca dedica tiempo para escuchar la voz de
Dios?”
La voz
de la CULPA VERDADERA es optimista en cuanto al futuro.
“¿Cree que algo malo le va suceder en el futuro?”
“Porque
yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos
de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis”.
(Jeremías
29:11)
D. Reconozca la voz de su enemigo
La Biblia dice que a Satanás le gusta disfrazarse
como vocero de Dios. Él acusa y condena a los que tienen una conciencia
sensible, y utiliza la culpa falsa como su arma más poderosa. Tenazmente,
Satanás incrimina a los cristianos consagrados, utilizando la culpa y el temor
para infligirles un desánimo espiritual muy severo. Aprenda a reconocer las
mentiras de Satanás. A menudo, él se comunica con nosotros utilizando
sutilmente los “deberías”.
“Deberías ser más listo y eficiente”.
“Deberías
superar esa pérdida con más rapidez”.
“Deberías
ser más cuidadoso y concienzudo”.
“Deberías
hacer más por los pobres que te rodean”.
“Deberías
soportar las pruebas y el dolor con más dignidad”.
“Deberías
evitar mostrar todo enojo y desilusión”.
“Deberías
impedir que se conocieran tus verdaderos sentimientos”.
“No deberías
llorar o mostrar debilidad”.
“Nunca debes
decir que no al pastor”.
“Deberías ser el amigo, cónyuge, padre o empleado
perfecto”.
“…porque
ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba
delante de nuestro Dios día y noche”.
(Apocalipsis
12:10)
E. Decida perdonarse a sí mismo
Aunque algunos pecados producen peores
consecuencias que otros, desde la perspectiva de Dios, el pecado siempre es
pecado. Su perdón cubre todos ellos, pero algunos nos ponemos por encima del
Señor y no estamos dispuestos a
perdonarnos a nosotros mismos. En ningún lugar de la Biblia dice que Dios
perdona todos nuestros pecados sin excepción. Si usted decide endurecer su
corazón para no perdonar, tendrá que luchar con:
• Incertidumbre en cuanto a qué posición
tiene delante de Dios
• Un comportamiento compulsivo indeseable
• Falsa humildad, no espiritual
• Auto negación exagerada
• Desconocimiento de las prioridades de Dios
para usted
• Subestimar su utilidad en la obra de Dios
“Amados,
si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios”.
(1
Juan 3:21)
Muchos cristianos que saben que Dios los ha
perdonado todavía se sienten abrumados con su auto condenación. Esos corazones
atormentados deben reprender las mentiras de Satanás y decirle: “¡Yo estoy
cubierto con la sangre de Cristo!”
“Amados,
no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque
muchos falsos profetas han salido por el mundo”.
(1
Juan 4:1)
Si está usted luchando con la auto condenación,
memorice los siguientes pasajes de la Biblia:
El Espíritu de Dios puede triunfar donde usted ha fallado
1 Juan 1:9 |
“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar
nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. |
Hebreos 8:12 |
“Porque seré propicio a sus injusticias, y nunca más me acordaré de sus
pecados y de sus iniquidades”. |
Isaías 1:18 |
“Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren
como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el
carmesí, vendrán a ser como blanca lana. |
Romanos 8:1 |
“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús,
los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”. |
1 Juan 1:7 |
“pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con
otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado”. |
Romanos 5:1 |
“Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de
nuestro Señor Jesucristo”. |
Romanos 8:33–34 |
“¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién
es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también
resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede
por nosotros”. |
Mateo 6:14–15 |
“Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a
vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus
ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas”. |
Filipenses 3:13–14 |
“Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago:
olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está
delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en
Cristo Jesús”. |
F. Compañerismo con su amigo
¿Recuerda que cuando era niño alguna vez se cayó y
se raspó la rodilla? ¿Corrió con su mamá para que ella lo cargara y besara
hasta que desaparecía el dolor? En forma milagrosa, siempre lo lograba. Usted
volvía a sentirse bien y corría a jugar nuevamente. Lo mismo se aplica cuando
usted lleva a Dios su vida lastimada y rota. ¡Él lo perdona y olvida! ¡Siempre
funciona! Y cuando confiamos en él… ¡él nos quita la culpabilidad!
“Ahora,
pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no
andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu”.
(Romanos
8:1)
El Perdón
“Al
ver él la fe de ellos, le dijo: Hombre, tus pecados te son perdonados”.
(Lucas
5:20)
E Encuentre la fuente verdadera de su
culpa.
• Examine por qué se siente culpable.
• Decida si su culpa es falsa o verdadera.
• Use la Biblia como el único estándar para
determinar su culpa verdadera.
“Toda
la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para
corregir, para instruir en justicia”. (2 Timoteo
3:16)
L Localice cuál es la verdad cuando
lo ataque Satanás
• Aprenda a discernir la diferencia entre la
voz del Espíritu Santo y la de Satanás.
• Responda a Satanás usando las verdades de
la Biblia.
• Repita en voz alta una oración para recibir
el perdón de Dios.
“Ninguna
arma forjada contra ti prosperará, y condenarás toda lengua que se levante
contra ti en juicio. Esta es la herencia de los siervos de Jehová, y su
salvación de mí vendrá, dijo Jehová”. (Isaías 54:17)
P Pase tiempo renovando su mente
• Memorice los pasajes que hablan del perdón
de Dios
• Recuerde que en Cristo es “una nueva
criatura”.
• Reconozca que ante Dios usted es un hijo
valioso
“En
cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está
viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra
mente”. (Efesios 4:22–23)
E Entienda que Dios cumple lo que
dice
• Déle gracias a Dios por la dádiva de su
Hijo que pagó para que usted recibiera el perdón.
• Déle gracias a Dios por su perdón eterno,
aunque no lo sienta.
• Decida creer lo que Dios dice
“en
quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas
de su gracia, que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e
inteligencia”. (Efesios 1:7–8)
R Reconozca la responsabilidad de su
pecado
• Acepte delante de Dios que usted es
culpable de haber pecado
• Descubra sus patrones personales de
conducta que le hacen pecar
• Restituya a quienes haya usted afectado con
su pecado
“Si
confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados,
y limpiarnos de toda maldad”. (1 Juan 1:9)
D Deje de vivir en el pasado
• Deje de aferrarse al dolor pasado
• Deje de condenarse a sí mismo
• No se siga negando a perdonar a otros
“No
os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas”.
(Isaías 43:18)
O Observe que Dios alinea sus
sentimientos con los hechos cuando usted obedece
• Reconozca que Dios siempre nos da una
segunda oportunidad
• Acepte que sus sentimientos no van a
cambiar de la noche a la mañana
• Aprenda que los sentimientos siempre siguen
a los pensamientos.
“Con
Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y
lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me
amó y se entregó a sí mismo por mí”. (Gálatas 2:20)
N No trate de vivir sin Cristo
• Entienda que no puede vivir la vida
cristiana con su esfuerzo personal.
• Permita que Cristo lo transforme y viva su
carácter a través de usted.
• Siga nutriéndose con la presencia del
Espíritu Santo por medio de la oración y el estudio de la Biblia.
“porque
os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios,
obtengáis la promesa”. (Hebreos 10:36)
“Bienaventurado
aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado. Bienaventurado
el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad, y en cuyo espíritu no hay
engaño”.
(Salmos
32:1–2)
Oración Personal “Amantísimo Padre celestial,
ayúdame a hacer a un lado mis sentimientos de auto condenación y culpa falsa. Por favor, dame
discernimiento para saber cuándo estoy reaccionando a las mentiras de Satanás
en vez de descansar en las verdades de tu palabra. También te pido que me
permitas ser sensible A la voz de tu Espíritu Santo cuando me convenza de
pecado Y sea sensible a las necesidades de otros. Gracias, Padre. Acepto tu amor completo y tu
perdón eterno. En el nombre de tu
maravilloso Hijo lo pido todo. Amén |
¿Reglas o
Relaciones? ¿Vive usted con una lista maestra de
cosas prohibidas en su mente? ¿Qué incluye esa lista? Muchos tenemos una
percepción falsa de Dios. Lo vemos como un Dios de ira que espera castigarnos
cuando nos salimos del buen camino ¡o transgredimos
las reglas! Si consideramos a Dios como el “gran castigador, nuestra
relación con él se hace temerosa o culpable en vez de ser una relación de
amor y confianza. Si su fe aumenta su
culpabilidad en vez de reducirla, entonces lo que tiene es una relación
legalista con Dios. Cuanto más usted conozca el verdadero carácter de Dios,
menos culpabilidad experimentará en relación con su propio pecado. El amor,
la gracia, la misericordia y el perdón son algunas características de Dios.
Él nos limpia de toda nuestra culpabilidad a través de la sangre de nuestro
Señor Jesucristo. “Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas, y cuyos
pecados son cubiertos. Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado”. (Romanos 4:7–8) Culpa falsa relacionada con las reglas Me siento culpable cuando: No aprovecho las oportunidades de
testificar Paso mucho tiempo en la computadora No puedo dejar un mal hábito Vienen a mi mente imágenes sexuales Gasto dinero en cosas personales Pierdo el control y me enojo Me dedico a recordar mis errores pasados Quiero hacer las cosas a mi modo en vez
de hacerlas como Dios quiere Pido permisos innecesarios en el trabajo Me niego a colaborar cuando me piden
hacer algo en la iglesia “Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos
salvos de la ira”. (Romanos 5:9) Este material ha sido adaptado de Good Guilt,
Bad Guilt:And What to Do with Each, “Culpa buena, culpa
mala: Qué hacer con cada una” de Becca Cowan Johnson. InterVarsity Press,
1996, págs. 68–75. |