CUIDANDO A OTROS | No es prisión, sino privilegio


Cuidando a otros

No es prisión, sino privilegio

por June Hunt


I.  Definiciones

A. ¿Qué significados tiene la palabra cuidar?

     Es tener un interés personal en

     Sentir afecto por

     Preocuparse por

     Poner completa atención sobre

     Observar algo con cuidado

     Proteger

     Proveer

     Mantener en seguridad

“Tú lo sabes, oh Jehová; acuérdate de mí, y visítame, y véngame de mis enemigos. No me reproches en la prolongación de tu enojo; sabes que por amor de ti sufro afrenta”.

(Jeremías 15:15)

Ejemplos del Antiguo Testamento que hablan de la forma en que Dios nos cuida

Dios conoce nuestra situación.

Así lo indica la palabra hebrea ya da, que significa “conocer por experiencia”.

“Yo te conocí en el desierto, en tierra seca”. (Óseas 13:5)

Dios entiende nuestros sentimientos.

Así lo indica la palabra hebrea biˆyn, que significa “percibir con los sentidos, observar, marcar, atender o tener discernimiento y percepción”.

“Le halló en tierra de desierto, y en yermo de horrible soledad; lo trajo alrededor, lo instruyó, lo guardó como a la niña de su ojo. (Deuteronomio 32:10)

Dios provee a nuestras necesidades.

Así lo indica la palabra hebrea yad, que significa “mano” y “poder, control y dirección”.

“Porque él es nuestro Dios; nosotros el pueblo de su prado, y ovejas de su mano”. (Salmo 95:7)

B. ¿Qué significa cuidar a otros?

     Cuando cuidamos a otros, proveemos apoyo emocional y físico a quines están incapacitados para vivir independientemente.

     El cuidado es una decisión que se toma con el corazón y la mente de proporcionar el apoyo necesario a una persona dependiente.

     El cuidado se puede dar a:

—Ancianos

—Heridos temporales

—Discapacitados (física, mental o emocionalmente)

—Niños

—Enfermos desahuciados

“Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo”.

(Gálatas 6:2)

Ejemplos del Nuevo Testamento Que hablan de

Cuidar a otros

Un corazón de siervo

suple las necesidades cotidianas

La palabra griega diakoneo significa “atender”, “criado en servicio sobre”

“Estaban allí muchas mujeres mirando de lejos, las cuales habían seguido a Jesús desde Galilea, sirviéndole”. (Mateo 27:55)

Un corazón sacrificado

suple las necesidades físicas de otros

La palabra griega epimeleomai significa “cuidar físicamente o de otra forma”

“Y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él”. (Lucas 10:34)

Un corazón de pastor

provee protección

La palabra griega poimaino significa “cuidar como pastor”.

“Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo:Pastorea mis ovejas”.

(Juan 21:16)

 

C. ¿Cuáles son los niveles del cuidado?

La mayoría de las personas que necesitan ser cuidadas pertenecen a una familia que es la principal responsable. Los distintos miembros de la familia pueden ayudar a cubrir las necesidades en distintas formas. El plan de Dios para quienes proporcionan el cuidado se sintetiza en la palabra “corresponder”. Dios nos da la oportunidad de corresponder a los miembros de nuestra familia por el cuidado que alguna vez recibimos de ellos.

“Pero si alguna viuda tiene hijos, o nietos, aprendan éstos primero a ser piadosos para con su propia familia, y a recompensar a sus padres; porque esto es lo bueno y agradable delante de Dios”.

(1 Timoteo 5:4)

     Cuidador principal

El principal responsable de cuidar a otros es el mayor de edad o bien, el miembro de la familia más responsable, que generalmente es el que provee esta clase de ayuda en forma regular (cumple con el papel principal de cuidar).

     Cuidador eventual

Este es un miembro de la familia confiable o una amistad que apoya fielmente al cuidador principal (toma la iniciativa de ayudar y generalmente está disponible cuando se le necesita).

     Cuidador periférico

Es la persona que proporciona ayuda marginal conforme a su conveniencia personal (visita al necesitado en forma ocasional).

     Cuidador pasivo

Es la persona que se niega a ayudar o permanece indiferente a las necesidades y por lo tanto, no se puede confiar en que aporte su ayuda (a menudo no está dispuesto a responder aunque se le llame a ayudar).

II. Características Y Síntomas

A. La esclavitud del resentimiento

Cuidar de otra persona todo el tiempo puede resultar muy demandante. No se sorprenda si surgen pensamientos negativos. Éstos son resultado natural de la fatiga física y emocional. Muchos cuidadores creen que no pueden escapar de la prisión de tanta responsabilidad. Aun así, con frecuencia Dios usa esas circunstancias para hacer que nuestros corazones se vuelvan a él.

“Porque tú nos probaste, oh Dios; nos ensayaste como se afina la plata.

Nos metiste en la red; pusiste sobre nuestros lomos pesada carga”.

(Salmo 66:10–11)

El cuidador puede sentirse:

P

 

Presionado

 

(Abrumado, indefenso)

 

R

 

Resentido

 

(Enojado, amargado)

 

E

 

Exhausto físicamente

 

(Fatigado)

 

S

 

Solitario

 

(Solo e incomprendido)

 

O

 

Olvidado

 

(No se siente apreciado)

 

B. Lista de comprobación para cuando el cuidador entre en crisis

Al hacerse estas preguntas, analice honestamente sus sentimientos y evalúe si es necesario buscar ayuda.

    ¿Me molesto fácilmente con mis seres queridos?

    ¿Me estoy volviendo más intolerante con los demás?

    ¿Se me hace difícil reír o divertirme?

    ¿Estoy declinando la mayoría de las invitaciones para departir con otros?

    ¿Me siento deprimido?

    ¿Me siento herido cuando nadie agradece mi esfuerzo?

    ¿Me enojo cuando mis familiares no me ayudan?

    ¿Me siente atrapado por esta responsabilidad?

    ¿Me siento manipulado?

    ¿Pierdo el sueño y no hago ejercicio adecuadamente?

    ¿Estoy demasiado ocupado para pasar tiempo a solas con Dios?

    ¿Me siento culpable cuando aparto tiempo para mí mismo?

“Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros”.

(1 Pedro 5:6–7)

III.    Causas

¿Se ha convertido su compasión en desprecio? ¿Por qué se considera que cuidar de una persona es uno de los llamamientos más difíciles de cumplir?

A. Preguntas y Respuestas

#1 “¿Por que me siento culpable en relacion con cuidar a otra persona?”

Usted puede tener una culpabilidad legitima si no ha cuidado adecuadamente a los miembros de su familia. La Biblia dice que debemos proveer para las necesidades de nuestra familia.

“Porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo”.

(1 Timoteo 5:8)

#2 “¿Que me siento culpable de haber internado en un santorio a mi ser querido?”

Tal vez esta experimentando una culpa falsa porque está tomando responsabilidades sin la dirección de Dios. Él nos manda honrar a nuestros padres, pero las no indican específicamente como se debe hacer.

“Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra”. (Efesios 6:2–3)

#3 “¿Por que dentro del contexto de cuidar de otro, las relaciones que anteriormente eran buenas se han hecho tan dolorosas y enfermas?”

Los conflictos sin resolver del pasado afloran cuando se ponen bajo la presión de cuidar a una persona diariamente.

“Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna”. (Santiago 1:2–4)

#4 “¿Por que me domina la ira, el resentimiento y la amargura?”

Esas emociones pueden ser un resultado directo de la falta de perdón hacia quienes nos han herido o que han cometido injusticias con nosotros.

“Soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros”.

(Colosenses 3:13)

#5 “Estoy haciendo todo lo que se espera de mi. ¿Por qué entonces me sigo sintiendo inadecuado?”

En vez de confiar en el Espíritu de Cristo, usted le ha entregado el control de su vida a las actitudes paralizantes del

Perfeccionismo: El “cristiano perfecto”

Es tratar de hacer las cosas correctas con sus propias fuerzas.

“No que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios”. (2 Corintios 3:5)

Rendimiento: Es el que tarta de “complacer a todos”

Su mayor interés es recibir la aprobación y aceptación de los demás por medio de su alto rendimiento.

“Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables. Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo”. (2 Corintos 5:9–10)

Orgullo: La mentalidad de “arreglarlo todo”

Tratar de realizar las responsabilidades que solo competen a Dios.

“Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra; mas con los humildes está la sabiduría”. (Proverbios 11:2)

B. La raíz del problema

La razón de que muchos cuidadores piensen que no pueden escapar de los límites que les impone el control externo, es que tienen un sistema distorsionado de creencia s. Es importante alinearse con la palabra de Dios y dejar que su verdad nos dé libertad.

Creencia falsa: “Es mi deber cuidarlo porque los demás esperan que lo haga. Estoy decidido a soportar esta responsabilidad para no sentirme culpable”.

Creencia correcta: “Es mi deseo cuidarlo porque Cristo me ha llamado a servir. Tengo la fuerza de Cristo para soportar y el privilegio de tener compañerismo con él”.

“El cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor”.

(1 Corintios1:8–9)

IV.    Pasos para encontrar la solución

A. Versículo clave para memorizar

“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”.

(Mateo 11:28)

B. Pasaje clave para leer y meditar

“No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna.

No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos.

Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe”. (Gálatas 6:7–10)

Llamados a Cuidar

Gálatas 6

• Los caminos de Dios son justos. Usted recibirá el mismo trato que dé a los demás. (v. 7)

• Vivir para el placer provoca la muerte. Vivir sirviendo ¡nos da vida! (v. 8)

• No se dé por vencido cuando las circunstancias se pongan difíciles. Dios promete un premio a los que perseveran. (v. 9)

• No pierda la oportunidad de servir a otros cuando Dios se la presenta, en especial a las personas de su familia y a los que aman a Dios. (v. 10)

C. No exceda los límites

Los “Noes” del cuidado a los demás

Dios se preocupa por USTED, el que cuida a otros, así como le interesa la persona que está bajo su cuidado. Si usted quiere ayudar a otros sinceramente, la tendencia es a tomar demasiadas responsabilidades y excederse del límite. Así que usted, como principal instrumento de Dios para proveer el cuidado, puede desanimarse, deprimirse, o sentirse derrotado. Supere el deseo de excederse de los límites cumpliendo con los siguientes síes y noes prácticos en cuanto al cuidado de los demás.

NO:     Le resuelva todo a la persona que cuida.

SÍ:       —Insista en que se haga responsable.

—Déle algunas responsabilidades cuando sea posible.

“Porque cada uno llevará su propia carga. (Gálatas 6:5)

NO:     Piense que usted tiene el deber de dar todas las respuestas.

SÍ:       —Escuche sus quejas y heridas cuando se las exprese.

—Aprenda a darle simpatía para que sepa que usted le entiende.

“Al que responde palabra antes de oír, le es fatuidad y oprobio”. (Proverbios 18:13)

NO:     Piense que usted debe controlar a la gente y las circunstancias.

SÍ:       —Sométase a la dirección y control del Espíritu Santo.

—Reconozca que Dios tiene que cumplir sus propósitos.

“Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él”.

(Romanos 8:9)

NO:     Tome las cosas demasiado en serio.

SÍ:       —Céntrese en lo positivo.

—Aprenda a reírse de las pequeñas cosas.

“El corazón alegre constituye buen remedio; mas el espíritu triste seca los huesos”. (Proverbios 17:22)

NO:     Piense que su identidad depende de cubrir las necesidades de los demás; podría convertirse en codependencia.

SÍ:       —Reconozca que su identidad está en Cristo.

—Acepte que Dios cubrirá todas sus necesidades de significancía y propósito en la vida.

“Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios”. (Colosenses 3:3)

NO:     Reprima sus sentimientos de dolor y frustración.

SÍ:       —Comparta su dolor con un amigo confiable.

—Derrame su corazón delante de Dios.

“Esperad en él en todo tiempo, oh pueblos; derramad delante de él vuestro corazón; Dios es nuestro refugio”. (Salmo 62:8)

NO:     Se agote físicamente. La falta de descanso nos debilita y puede provocarnos problemas emocionales.

SÍ:       —Aparte tiempo para estar a solas.

—Establezca límites saludables.

“Él les dijo: Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco. Porque eran muchos los que iban y venían, de manera que ni aun tenían tiempo para comer. Y se fueron solos en una barca a un lugar desierto”.

(Marcos 6:31–32)

NO:     Se aísle de su familia y amigos por largos períodos de tiempo.

SÍ:       —Manténgase en contacto con otros para que le ayuden a mantener una perspectiva positiva.

—Cumpla un horario regular para distraerse.

“El ungüento y el perfume alegran el corazón, y el cordial consejo del amigo, al hombre”.

(Proverbios 27:9)

NO:     Se agote espiritualmente.

SÍ:       —Agradezca a Dios por la presión que ha puesto sobre usted.

—Permita que esa presión le haga pasar más tiempo estudiando la palabra de Dios.

“Bueno me es haber sido humillado, para que aprenda tus estatutos”. (Salmo 119:71)

NO:     Trate de hacerlo todo por usted mismo.

SÍ:       —Aprenda a delegar en otros.

—Pida ayuda de la familia, o sus amigos o contrate a una persona para que le ayude.

“Entonces Jehová dijo a Moisés: Reúneme setenta varones de los ancianos de Israel, que tú sabes que son ancianos del pueblo y sus principales; y tráelos a la puerta del tabernáculo de reunión, y esperen allí contigo. Y yo descenderé y hablaré allí contigo, y tomaré del espíritu que está en ti, y pondré en ellos; y llevarán contigo la carga del pueblo, y no la llevarás tú solo”. (Números 11:16–17)

NO:     Espere complacer a todos.

SÍ:       —Acepte que otros no lo entenderán y hasta se enojarán con usted.

—Permita que el Espíritu Santo lo guíe y procure hacer lo que le agrada al Señor.

“Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él”. (Colosenses3:17)

NO:     Acepte una carga de culpabilidad falsa si tiene que contratar ayuda externa para proveer el cuidado.

SÍ:       —Analice qué es mejor para la persona necesitada.

—Confórmese con saber que Dios conoce sus buenas intenciones.

“Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón”. (1 Samuel 16:7)

D. Cuidar a otros no es una prisión, sino un Privilegio

Pida a Dios que le dé un corazón de servicio.

“Querido Padre, por favor dame el deseo de cubrir las necesidades de otros sin egoísmo y sin hacer caso del costo de mi sacrificio”.

“Sirviendo de buena voluntad, como al Señor y no a los hombres”.

 (Efesios 6:7)

Reconozca que Dios le ha escogido para ese encargo específico.

Dios quiere usarlo para mostrar su amor a los demás. El Señor quiere que usted coopere con él, a medida que lo hace crecer y madurar.

“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”. (Romanos 8:28)

Identifique las actitudes que le impiden responder a Dios.

“Querido Dios, ayúdame a reconocer el enojo, amargura, resentimiento, desesperanza, orgullo y autocompasión que hay en mi corazón. Permite que esté dispuesto a entregar a ti esas actitudes negativas y reemplazarlas con tu Espíritu de amor, sinceridad, perdón, paciencia, gratitud, y gozo”.

“Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”.

(Salmo 51:10)

Valore esta oportunidad sabiendo que es temporal.

“Querido Padre, gracias por esta oportunidad de servirte a través de la vida de otra persona. Reconozco que nada dura para siempre y que no permitirás que el problema sea más grande de lo que puedo soportar. Por favor, dame la gracia de confiar en tu tiempo perfecto”.

“En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas”. (1 Pedro 1:6)

Invierta su vida en la vida de otros.

Edifique con ellos una relación íntima de amor.

Identifíquese con los sentimientos de la persona que cuida.

Acepte la vulnerabilidad de sus propios sentimientos.

Ore diariamente por las necesidades de la persona que cuida.

 

Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo”. (Gálatas 6:2)

 

“Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros”. (1 Juan 4:12)

Limítese a vivir un día a la vez.

Comuníquese con Dios al comenzar el día.

Céntrese en la presencia de Dios a lo largo del día.

Reconozca que Dios ha preparado los acontecimientos de cada día.

“Este es el día que hizo Jehová; nos gozaremos y alegraremos en él. (Salmo 118:24)

Entregue su debilidad a Cristo y confíe en su poder.

Reconozca que su gracia es suficiente.

Actúe conforme a su presencia divina que mora en usted. Sométase a su dirección.

“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. (Filipenses 4:13)

Guarde a un lado sus expectativas.

No espere que otros entiendan sus dificultades.

No espere que le agradezcan públicamente lo que usted hace.

No espere que otros le ayuden sin que se los pida.

No tenga expectativas irreales de la persona a quien cuida.

No tenga expectativas irreales de usted mismo.

“La congoja en el corazón del hombre lo abate; mas la buena palabra lo alegra”. (Proverbios 12:25)

Intimidad más profunda con Dios.

“¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú; y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás. Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar, aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra”. (Salmo 139:7–10)

Obedezca al Espíritu Santo aunque no tenga ganas de hacerlo.

“Porque vuestra obediencia ha venido a ser notoria a todos, así que me gozo de vosotros; pero quiero que seáis sabios para el bien, e ingenuos para el mal”. (Romanos 16:19)

E. El corazón del cuidado cristiano

Para demostrar el mandato que dio diciendo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo” (Lucas 10:27), Jesucristo relató la siguiente historia acerca de un buen samaritano. Con esa ilustración, diseñada para romper con el pensamiento legalista de los fariseos, el Señor Jesús describió en forma gráfica lo que significa el amor vs. la ley. El amor muestra:

 

Un corazón compasivo

 

(10:34)

 

 

Un corazón dispuesto a ceder su tiempo en favor de los demás

 

(10:34)

 

 

Un corazón que ministra a las necesidades físicas de los demás.

 

(10:34)

 

 

Un corazón que ayuda a otros económicamente

 

(10:35)

 

 

Un corazón que pide cuentas a otros

 

(10:35)

 

 

Un corazón que se entrega a otros

 

(10:35)

 

Ilustración bíblica del cuidado cristiano

“Y he aquí un intérprete de la ley se levantó y dijo, para probarle: Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna? Él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees? Aquél, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. Y le dijo: Bien has respondido; haz esto, y vivirás. Pero él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo? Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto. Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo. Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo. Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia; y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él.

Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese. ¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? Él dijo:

El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo”.

(Lucas 10:25–37)

Un poco de Ayuda Sirve Mucho

“Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”.

(Efesios 2:10)

Tal vez nunca tengamos que cuidar de tiempo completo a un amigo, pariente o familiar cercano, pero sí estamos llamados a mostrar el amor de Dios a otros en formas pequeñas pero significativas. Con frecuencia son las “cosas pequeñas” las que producen mayor aprecio y alegría. Muestre que ama a Dios encontrando formas prácticas de ser un buen samaritano en la vida de otro. Recuerde que— “Lo poco ¡es mucho cuando se pone en la s manos del Maestro!”

FORMAS DE DEMOSTRAR SU AMOR

     Envíe tarjetas y notas.

     Visite los hospitales y asilos.

     Envíe flores o regalitos.

     Coopere con alimentos o comidas completas.

     Ofrézcase e voluntario para transporte.

     Cuide de los niños o de otros familiares.

     Haga las compras necesarias.

     Ofrézcase para leer en voz alta.

     Acompañe al enfermo a caminar.

     Ofrezca lavar la ropa y limpiar la casa.

     Sea un escucha atento y dispuesto.

     Muestre afecto emocional y físico.

     Coopere financieramente.

     Conviértase en un guerrero de oración

“Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún”. (Hebreos 6:10)


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