La Codependencia
De la esclavitud al equilibrio
por June Hunt
Las primeras palabras de los Diez
Mandamientos que Dios nos dio son: “No tendrás dioses
ajenos delante de mí” (Éxodo 20:3). El Señor sabe que si nuestra
relación con él es nuestra prioridad, nuestra vida será bendecida y nos podrá
usar como medio de bendición para los demás en medio de nuestras relaciones
interpersonales. El problema principal de la codependencia es que viola el
principio del primer mandato divino. En una relación de codependencia
permitimos que alguien más tome el lugar que sólo el Dios Todopoderoso debe
tener en nuestro corazón. Le permitimos a alguien más que sea nuestro “dios”.
Si usted ha dependido de otra persona, no podrá experimentar la paz con Dios ni
la paz de Dios. Pero si el Señor ocupa el primer lugar en su vida y si vive
todos los días en dependencia de él, tendrá la paz divina, aunque los demás no
sean pacíficos con usted. Esa es la razón por la que el Señor dice en su
palabra
“No
tendrás dioses ajenos delante de mí”.
(Éxodo
20:3)
I. Definiciones
Piense por un instante que Dios lo escogió a usted
para hacer una gran obra entre la gente que lo rodea. El Altísimo lo escogió para ser el libertador de toda
la tierra, fue elegido para ser el
objeto del respeto y admiración de todo el pueblo, él lo escogió para cumplir
la función de juez sobre toda la nación. Dios le dio instrucciones específicas
para proteger su fuerza física y salvaguardar su fortaleza. Al poco tiempo se
extienden como fuego los relatos maravillosos de su éxito como líder. Pero
luego, a su vida llega ¡Dalila!
Usted sabe bien que no puede revelar el secreto de
su gran fuerza, porque Dios le ha dicho: “No lo divulgues”. Sin embargo, por
dentro se siente dividido. Quiere agradar al Señor, pero también quiere caerle
bien a Dalila, quien le ha rogado una y otra vez que le cuente de dónde
proviene su fuerza. Se resiste con todas sus fuerzas, pero cuanto más lo hace,
ella insiste y ruega, presiona y llora. Llega el momento en el que tiene que
resolver el dilema Dalila. Usted
intenta consolarla, pero poco a poco se va enredando en sus artimañas y
manipulación. Finalmente, le confiesa que su fortaleza radica en su obediencia
a Dios de nunca jamás cortarse el
cabello. Gran error, usted comete una grave falta que lo conducirá a ¡la
más profunda miseria! Dalila revela a sus enemigos filisteos el secreto, le
cortan el cabello y lo toman prisionero. Sin embargo, su error más grave no fue
lo que dijo, sino lo que hizo al permitir que Dalila se convirtiera
en su “dios”, en lugar de que Dios fuera su Dios. (Véase Jueces capítulos 13–16).
A. ¿Qué es dependencia?
Si Sansón no hubiera sido tan dependiente de
Dalila como para tratar de agradarla en todo, si no hubiera sido un hombre
codependiente que buscara la aprobación de los demás, no habría perdido su
fuerza, su estatus, su vista, ni su visión espiritual. Finalmente, su dependencia produjo su desobediencia, lo que a su vez fue la
causa de su caída. En realidad, fue
su orgullo lo que lo hizo fracasar,
porque le dio más importancia a Dalila y sus palabras, que a Dios y las suyas.
“Antes
del quebrantamiento se eleva el corazón del hombre, y antes de la honra es el
abatimiento”. (Proverbios 18:12)
• La dependencia
es confiar en algo o en alguien para sobrevivir.
“Tengo que tener esto para poder vivir”.
• La dependencia
puede ser tanto negativa como positiva, pues podría tratarse de la dependencia
a una droga o de ser dependientes de Cristo.
“Esto es necesario para mi vida”.
• La dependencia
puede ser la adicción a un objeto, a ciertos comportamientos o a una persona,
los cuales se consideran como los satisfactores de todas nuestras necesidades
emocionales.
“Debo hacer esto para llenar mis necesidades… para ser feliz”.
Puede ser
dependiente de…
Objetos
• Adicción química a las drogas (alcohol,
tabaco, cocaína)
• Adicción sexual a objetos eróticos
(pornografía, revistas, vídeos o juguetes sexuales)
Comportamientos
• La adicción a un comportamiento puede ser
mala, rechazada socialmente y producir efectos dañinos (actos sexuales
inapropiados, juegos de azar, gastar excesivamente, comer compulsivamente).
• La adicción a un comportamiento que puede
parecer bueno porque es socialmente aceptable, pero que es igualmente dañino
(perfeccionismo, adicción al trabajo, cuidado excesivo de los demás, anorexia o
bulimia).
Personas
• Es la adicción al “amor”. Su identidad se
basa en la otra persona. (Un “adicto
débil” depende emocionalmente de alguien que le parece “fuerte”.)
• La adicción a ser el “salvador”. En ella,
su identidad depende de su capacidad de llenar las necesidades de la otra
persona. (Un “salvador” fuerte
necesita que alguien más “débil” lo
necesite y dependa de él”.)
Todas las adicciones proveen un “éxtasis”
momentáneo y se asocian con sentimientos agradables. Sin embargo, el libro de
Proverbios nos da una advertencia triste:
“Hay
camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte”.
(Proverbios
14:12)
Pregunta: “¿Por qué es malo depender de otros?”
Respuesta: Porque lo deseable
es que tengamos una relación de “interdependencia” con los demás, en el sentido
de que valoramos y disfrutamos de la relación mutua, los amamos y aprendemos de
ellos, pero no debemos depender totalmente de los demás. Una relación sana
involucra dar y recibir mutuamente, en ella, ninguno de los involucrados
pretende que la otra persona satisfaga todas sus necesidades. Sin embargo,
mucha gente ha transferido su dependencia
a cosas y personas equivocadas. Ese tipo de relación no es saludable,
porque Dios nos diseñó para depender totalmente
de él.
Una y otra vez la Biblia habla de cómo la gente
piadosa aprende a desarrollar una fuerte
dependencia del Señor en lugar de una dependencia
débil de los demás. El apóstol Pablo dijo:
“…
para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios”. (2 Corintios 1:9)
B. ¿Qué es la codependencia?
Aunque la palabra codependencia es un vocablo reciente, el concepto es muy antiguo.
Ya vimos cómo un hombre supuestamente fuerte
como Sansón violó sus propios
principios al ceder ante la aparentemente dependiente
Dalila. Pero esa no fue la única vez que hizo a un lado su fidelidad a Dios
por la codependencia. Durante su banquete de bodas que duró siete días, Sansón
dio un acertijo, como si fuera un juego de azar, a los filisteos (el pueblo
impío al que pertenecía su nueva esposa). Su esposa le lloró durante todo ese
tiempo diciendo: “Solamente me aborreces,
y no me amas… no me declaras el enigma” (Jueces
14:16). En el último día de la fiesta, Sansón estaba abatido y por
fin se lo dijo. Enseguida su esposa se lo comunicó a los filisteos. El
resultado fue que se desató una gran violencia y derramamiento de sangre. Todo
porque el hombre fuerte que era Sansón no actuó con la misma fortaleza
de convicciones. Más bien, se volvió débil de voluntad y sucumbió ante el ruego
persistente de su débil esposa.
Sansón necesitaba fortalecerse…
“…en
el Señor, y en el poder de su fuerza”.
(Efesios
6:10)
• En la actualidad, se considera que una
persona es codependiente cuando depende de alguien al grado de estar
controlada o manipulada por esa persona.
• La palabra codependiente se usó por
primera vez en los años setenta para describir a los miembros de una familia
que tenían que convivir con los alcohólicos. El prefijo co-
significa “con” o “alguien que se asocia con la acción de otro”.
• El término codependencia describe la
conducta disfuncional de los miembros de una familia que tratan de adaptarse al
comportamiento negativo de un alcohólico.
• La codependencia es una adicción a las relaciones. Así como el alcohólico depende
del alcohol, el codependiente depende de que el alcohólico lo necesite… o de que alguien dependiente dependa de él.
• El “facilitador” es una persona codependiente que facilita las cosas al alcohólico (o a otras personas dependientes)
para que continúe en su adicción sin establecer y mantener límites saludables.
La codependencia implica ser demasiado dependiente de una persona o cosa que en
la realidad no puede satisfacer sus necesidades. Se puede comparar la
codependencia con el pecado de confiar en dioses falsos que no pueden ayudarnos
o en confiar en un pozo de agua vacío que no puede retener el agua.
Simplemente, ¡no funciona!
“Porque
dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron
para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua”.
(Jeremías
2:13)
Pregunta: “¿Cómo puedo saber si estoy
“facilitando” la codependencia?”
Respuesta: Usted lo está
haciendo si perpetúa el comportamiento destructivo de otra persona tratando de
evitarle las consecuencias dolorosas que le servirían de motivación para que
cambiara de conducta.
—El padre
facilitador permite que su adolescente continúe consumiendo drogas sin que
reciba las repercusiones, aun en detrimento de los demás miembros de la
familia.
—La esposa facilitadora llama por teléfono al jefe de su esposo
diciéndole que está enfermo cuando en realidad no se ha recuperado de una
borrachera.
Pregúntese: ¿Cuántas
mentiras he tenido que decir para proteger la reputación de la persona que
tiene un hábito destructivo? La Biblia habla duramente contra los que
protegen al culpable:
“El
que dijere al malo: Justo eres, los pueblos lo maldecirán, y le detestarán las
naciones”. (Proverbios 24:24)
C. ¿Cuáles son las relaciones de codependencia más
comunes?
En una relación codependiente siempre hay una
persona débil y otra fuerte. El débil es totalmente
dependiente del fuerte. Pero en
realidad el fuerte también es débil por
la necesidad excesiva que tiene de
sentirse necesitado por el débil.
De hecho, el fuerte necesita que el débil siga siendo débil, para seguir
sintiéndose fuerte.
La solución divina es que esas dos personas débiles no traten de hacerse fuertes la
una por medio de la otra, sino que obtengan su fuerza del Señor. La Biblia
dice:
“El
da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas”.
(Isaías
40:29)
Relaciones
comunes de codependencia
• Una esposa que es excesivamente
impotente cuando su esposo está cerca… y el esposo que necesita que su esposa siga
siendo así.
• Un esposo que depende demasiado de
su esposa…
y la esposa que necesita que él la siga necesitando.
• Un alumno que está demasiado unido a su
maestro…
y el maestro que necesita que su alumno siga dependiendo de él.
• Un hijo consentido de su padre…
y el padre que necesita que siga siendo su consentido.
• Un padre sobreprotegido por su hijo…
y el hijo que quiere que su padre siga necesitando de su protección.
• Un empleado que está demasiado
vinculado con su empleador… y el empleador que necesita que su empleado siga
igual de subordinado a él.
• Un amigo que está demasiado
acostumbrado a su amigo… y éste necesita que su amigo siga acostumbrado a él.
• Un paciente que está excesivamente
ligado a su consejero… y el consejero que necesita que su aconsejado siga
dependiendo de él.
• Un discípulo que depende de manera
exagerada de su discipulador… y éste que necesita que su discípulo siga
dependiendo de él.
• Una víctima que es demasiado vulnerable
ante su victimario… y el victimario que necesita que su víctima siga
siendo vulnerable.
• Un laico que depende demasiado de su líder
espiritual… y el líder que necesita que el laico siga dependiendo de
él.
Cuando depositamos nuestra dependencia en el lugar equivocado, nuestra confianza está fuera de
lugar. Estamos confiando demasiado en una relación para que ésta nos provea más
de lo que el Señor tiene planeado para nuestra vida. Los Salmos describen la
confianza mal orientada:
“Estos
confían en carros, y aquéllos en caballos; mas nosotros del nombre de Jehová
nuestro Dios tendremos memoria”.
(Salmos
20:7)
Pregunta: “Mientras fui adicto, mi esposa mantuvo
unido nuestro hogar. Ahora que me he recuperado y cambiado, ¿por qué siempre
está enojada y me amenaza con divorciarse de mí?”
Respuesta: ¡Porque cambió la
dinámica de la familia! Después de la recuperación de un alcohólico el cónyuge
codependiente fuerte siente que ya
nadie lo necesita como antes. La nueva dinámica familiar desequilibra la
relación. El fuerte percibe que ya no
lo necesitan más y podría decidir divorciarse y casarse con otro compañero
necesitado para sentirse indispensable una vez más. Es obvio que el divorcio no
es la solución. La verdadera solución es que ambos logren equilibrio emocional
y sanidad espiritual. Así como el alcohólico necesita vencer el alcoholismo, la
persona codependiente necesita vencer su codependencia. La Biblia dice:
“No
os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de
vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios,
agradable y perfecta”. (Romanos 12:2)
Pregunta: “En una relación de padre a hijo, ¿cuál
es la diferencia entre unidad y una maraña enfermiza?”
Respuesta:
—La unidad saludable se da cuando los
padres se relacionan con sus hijos de manera que entienden que son instrumentos
en manos de Dios para llenar sus necesidades físicas, emocionales y
espirituales. En una relación saludable la crianza fluye de manera natural de
padre a hijo, lo cual deja a ambos satisfechos emocionalmente y con la
sensación de estar completos.
—El la maraña enfermiza
sucede cuando los padres necesitan una vinculación excesiva con sus hijos para
llenar sus propias necesidades emocionales. Cuando hay una relación enfermiza,
la crianza fluye de manera enfermiza del hijo al padre, lo cual hace sentir al
hijo emocionalmente agotado y vacío.
“No
deben atesorar los hijos para los padres, sino los padres para los hijos”.
(2 Corintios 12:14)
D. ¿Qué es la dependencia bíblica?
• Dios
quiere que dependamos de él, que confiemos totalmente en él, no en la gente
o su esfuerzo personal.
“En
Dios está mi salvación y mi gloria; en Dios está mi roca fuerte, y mi refugio”.
(Salmos 62:7)
• Dios
quiere que dependamos de él, que creamos que él satisfará todas nuestras
necesidades. Podemos confesarle nuestros dolores, temores y necesidades a él.
El siempre suplirá todo lo que nos falta.
“Jehová
te pastoreará siempre, y en las sequías saciará tu alma, y dará vigor a tus
huesos; y serás como huerto de riego, y como manantial de aguas, cuyas aguas
nunca faltan”. (Isaías 58:11)
• Dios
quiere que dependamos de él, que confiemos en que él cuidará de nuestros seres
queridos.
“Esperad
en él en todo tiempo, oh pueblos; derramad delante de él vuestro corazón; Dios
es nuestro refugio”. (Salmos 62:8)
• Dios
quiere que dependamos de él, y de Cristo, cuya vida en nosotros nos ayuda a
vencer cualquier dependencia destructiva.
“Mayor
es el que está en vosotros [Cristo] que el que está en el mundo [Satanás]”. (1 Juan 4:4)
Pregunta: “¿Cuál es la diferencia entre un
matrimonio codependiente y uno saludable?”
Respuesta:
—Un matrimonio codependiente y enfermizo
El cónyuge
débil tiene una profunda necesidad de sentirse seguro y busca que el cónyuge fuerte supla todas sus
necesidades. Esto significa que el débil
siempre será débil.
El supuesto cónyuge fuerte tiene una profunda
necesidad de ser reconocido y trata de satisfacer todas las necesidades de su
cónyuge débil para que éste siga siendo el compañero dependiente de la
relación.
—En un matrimonio saludable e
interdependiente
Cada uno hace resaltar las fortalezas del otro y
anima al compañero a vencer sus debilidades.
Cada uno anima al otro a depender del Señor y es
sensible a las necesidades legítimas de su cónyuge.
“No
mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los
otros”.
(Filipenses 2:4)
II. Características de la codependencia
¿Se puede condicionar
a los niños para que sean codependientes?
Por supuesto que sí. En la Biblia encontramos la historia de Rebeca con su
abierto favoritismo por su segundo hijo Jacob porque a él le gustaba estar
cerca de ella y del hogar. Por el otro lado, su esposo Isaac prefería a su
primogénito Esaú porque era muy hábil para la caza.
No existen en las familias dos hijos que tengan
las mismas habilidades, por lo que debemos reconocer sus diferencias y respetar
su individualidad. Ah, pero Rebeca ¡no amaba de esa manera! Se tornó obsesiva y
así fue como se gestó el engaño a su marido. Rebeca quería que Jacobo recibiera
la “herencia del primogénito” (que por derecho le pertenecía a Esaú). Por eso,
decidió engañar a su esposo para que Jacob recibiera la bendición. La estrecha relación entre Rebeca y Jacob
hizo que convenciera a su hijo de defraudar a su propio padre. Ella ideó la
artimaña. Concibió cuidadosamente el plan. Instruyó a Jacob en secreto para que
cubriera sus manos con la piel de una cabra y así su padre pensaría que era su
hermano. Incluso lo vistió con la ropa de Esaú. Isaac estaba viejo y ciego, por
lo que fue engañado con facilidad.
Aunque el engaño tuvo éxito, fue descubierto y
Jacob tuvo que huir para salvar su vida. Pero para sorpresa de todos, no dejó
atrás su dependencia pasiva. En poco
tiempo cayó presa de la manipulación de otras personas. Su suegro y sus dos
esposas resultaron ser astutos y embusteros. Él por su parte, llegó a sentirse
manipulado y controlado. Así es la tristeza de la edad adulta cuando la persona
ha vivido una niñez enredada. (Véase
Génesis capítulos 27–30).
A. ¿Quién es la gente codependiente?
Por fuera, las personas codependientes parecen
capaces y autosuficientes, pero en realidad son inseguras y dubitativas y
necesitan de la aprobación de los demás. Esa necesidad de aprobación provoca un
sentido de responsabilidad excesivo y
dependen de agradar a los demás para
sentirse aceptados. Sin embargo, la Biblia dice que nuestra meta principal no
debe ser agradar a los demás, sino a Dios.
“Por
lo demás, hermanos, os rogamos y exhortamos en el Señor Jesús, que de la manera
que aprendisteis de nosotros cómo os conviene conduciros y agradar a Dios, así
abundéis más y más”.
(1
Tesalonicenses 4:1)
Perfil de la
persona codependiente
(Piense en una persona con la que está
estrechamente relacionado y considere si una de estas declaraciones se aplican
a su relación.)
• Me siento responsable por los sentimientos,
necesidades y acciones de otra persona.
• Trato de arreglar los problemas de esa
persona en detrimento de mi bienestar.
• Entiendo los pensamientos de esa persona,
pero no puedo identificar los míos.
• Conozco los sentimientos y necesidades de
esa persona, pero no conozco los míos.
• Hago cosas por otros que bien pueden hacer
por sí solos.
• Me enojo cuando rechazan mi ayuda.
• Soy rígido y criticón según quienes me
observan.
• Soy más duro para juzgarme a mí mismo que a
los demás.
• Me han dicho que tiendo a ocultar mis
verdaderos sentimientos y necesidades.
• Me siento culpable cuando me defiendo ante
los demás.
• Me siento bien cuando doy y me cuesta
trabajo recibir de los demás.
• Trato de ser perfecto para evitar la ira y
las críticas de los demás.
• Busco elevar mi autoestima por medio de la
aprobación de los demás.
• Me siento atraído por personas necesitadas
y ellas se sienten atraídas hacia mí.
B. ¿Qué es una relación de codependencia?
La clásica relación codependiente se forma con una
persona emocionalmente débil que
siente que necesita estar relacionada con una persona emocionalmente fuerte. El así llamado fuerte en
realidad es débil, porque necesita que lo necesiten. Ambas personalidades son
inseguras y se enredan en una telaraña de esclavitud emocional. Los dos
comportamientos se combinan para producir un ciclo destructivo de manipulación
y control, haciendo que se pierdan el gozo y la felicidad de la vida. A menudo
esta dinámica destructiva de relacionarse está en el subconsciente y ambos
pueden sentir que son inocentes y que no han hecho nada malo. Sin embargo, Dios
conoce cuáles son las motivaciones egoístas, porque están tratando de llenar un
vacío emocional que no tiene fondo.
“Todos
los caminos del hombre son limpios en su propia opinión; pero Jehová pesa los
espíritus”.
(Proverbios
16:2)
Perfil de la
relación codependiente
• Ambos han perdido su propia identidad.
• Ambos violan su conciencia.
• Ambos tienen problemas para establecer
relaciones saludables e íntimas.
• Ambos luchan con una baja auto estima.
• Ambos controlan y manipulan.
• Ambos tienen problemas para fijar límites.
• Ambos son celosos y posesivos.
• Ambos le temen al abandono.
• Ambos experimentan altas y bajas extremas.
• Ambos son maestros de la negación.
• Ambos tienen un falso sentido de seguridad.
• Generalmente, ambos tienen otra adicción
aparte de la relación codependiente.
• Ambos se sienten atrapados en la relación.
Pregunta: “¿Cuando dos amigos dependen uno del
otro, se considera una amistad codependiente?”
Respuesta: No, si la amistad
es interdependiente (recíproca y compartida de manera equilibrada), es
saludable. Si la amistad es codependiente (sin equilibrio), entonces es enfermiza.
“Hierro
con hierro se aguza; y así el hombre aguza el rostro de su amigo”. (Proverbios 27:17)
—La amistad enfermiza y codependiente
Uno de los amigos es débil y vive atribulado; el otro es fuerte y competente. (Hay un desequilibrio de poderes y de dar y
recibir).
Un amigo desea libertad para disfrutar de otras
relaciones importantes, pero teme hacerlo. El otro amigo desea exclusividad,
fácilmente se pone celoso o se siente amenazado.
Ambos podrían estar poniendo a su amigo en el
lugar que sólo le corresponde a Cristo y ninguno de ellos crece, ni es mejor
por esa amistad.
—La amistad saludable e interdependiente
Ambos se tratan como iguales y hay equilibrio en
la influencia de uno sobre el otro, en el dar y recibir.
Ambos tienen y disfrutan de otras relaciones
importantes, evitan ser exclusivistas.
Ambos son mejores por contar con la amistad del
otro. Se fortalecen el uno al otro espiritualmente.
Ilustración bíblica.
Durante un tiempo tormentoso de la vida de David, su amigo amado Jonatán no
trató de atraerlo hacia sí mismo. Más bien la Biblia nos dice que: “Jonatán… fortaleció su mano [de David] en
Dios”
(1 Samuel 23:16).
Pregunta: “Como empleado, ¿cómo puedo evitar ser
codependiente en mi trabajo?”
Respuesta:
—No tenga temor de fijar y mantener
límites adecuados. No trate de ser el “todo de todo” de su empleador, es decir,
el que siempre está dispuesto a hacer lo que sea. No se deje controlar por la
manipulación o el temor.
—No permita que las largas
horas de trabajo perjudiquen sus prioridades personales dadas por Dios. Si
desde que lo contrataron la carga de trabajo es demasiado grande para el tiempo
con el que cuenta, exprese a su empleador la situación así: “Sr. (nombre de su jefe), gracias por la
oportunidad que me da para trabajar en este proyecto. Pero nos hemos topado con
un problema. Usted me contrató para trabajar 40 horas a la semana; sin embargo,
hay al menos 100 horas de trabajo por hacer. ¿Cómo quiere que jerarquice el
trabajo y haga buen uso de las 40 horas de esta semana?”
—No tenga temor de decir no
cuando sea necesario.
“Pero
sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no”.
(Mateo 5:37)
Pregunta: “¿Debo salir con una mujer segura,
confiable y competente, o con una insegura, con un trasfondo difícil y que
realmente me necesite?”
Respuesta: Usted podría ser un
caballero con una armadura reluciente y rescatar de sus problemas a su bella
damisela. Pero una vez que la haya rescatado y la vida continúe, ya no lo
valorará como persona, sino como su redentor. Usted deseará que lo amen por lo
que es, no por una disfunción emocional.
—Alguien emocionalmente saludable puede
amarlo por su fortaleza, lo aceptará incondicionalmente y le ofrecerá seguridad
en su relación.
—Quien necesita
emocionalmente de los demás es una persona que por lo regular se centra en sí
misma y no puede ser sensible a las necesidades de los otros. La gente
emocionalmente necesitada es “receptora” y no “dadora” en sus relaciones, y
además “agota” a la gente que la rodea.
Mejor busque a alguien emocionalmente maduro y que
tenga sabiduría espiritual, alguien que le ayude a crecer más y más en su
relación personal con el Señor.
“El
que anda con sabios, sabio será” (Proverbios 13:20).
C. Lista de comprobación para descubrir la
codependencia
¿Se siente inseguro acerca de alguien con quien
tiene una relación significativa? ¿Sería posible que esté involucrado en una
relación que otras personas llamarían “codependiente”? Si así fuera, ¿cómo
podría saberlo? Lea esta lista de comprobación de la codependencia y marque (√)
donde se aplique a su situación.
□ ¿Lucha con la necesidad de ser amado? ¿Busca
maneras de que la gente lo necesite?
□ ¿Quiere invertir toda su energía para ayudar a los demás?
□ ¿Se le hace difícil decir que no cuando debería decir sí, y decir sí
cuando debería decir no?
□ ¿Se siente constreñido a resolver las crisis
de otros?
□ ¿Se siente arrastrado hacia los demás cuando
necesitan que alguien los salve de sus problemas?
□ ¿Le cuesta trabajo fijar y mantener límites?
□ ¿Se le hace difícil identificar y expresar
sus verdaderos sentimientos?
□ ¿Deja que la otra persona tome la mayoría de
las decisiones en su relación?
□ ¿Se siente triste, solo y vacío cuando no
tiene compañía?
□ ¿Se siente amenazado cuando la otra persona
pasa tiempo con alguien más?
□ ¿Piensa que la opinión de los demás es más
importante que la suya?
□ ¿Se queda callado en aras de la paz?
□ ¿Teme los conflictos porque la otra persona
podría abandonarlo?
□ ¿Se pone a la defensiva en cuanto a su
relación?
□ ¿Se siente atrapado en la relación?
□ ¿Siente que ha perdido su identidad personal
con tal de “ajustarse” al mundo de la otra persona?
□ ¿Se siente controlado o manipulado?
□ ¿Siente que la otra persona lo está usando y
se está aprovechando de usted?
□ ¿Planifica su vida alrededor de la otra
persona?
□ ¿Le da la prioridad a su relación con los
demás antes que su relación con el Señor?
Si respondió que sí a cuatro o más de
estas preguntas, podría estar sosteniendo una ¡relación de codependencia!
Cuando seguimos patrones enfermizos de relacionarnos
con otras personas, necesitamos cambiar nuestra forma de pensar, nuestras metas
y todo aquello que nos impide correr la carrera que Dios ha puesto delante de
nosotros. La meta principal no debería ser otra persona que no sea Jesús.
“Por
tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de
testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con
paciencia la carrera que tenemos por delante”. (Hebreos
12:1)
III. Causas de la codependencia
¿Qué hace que la gente entable relaciones
destructivas y codependientes? La respuesta es que a menudo tuvieron una niñez
llena de heridas, o un dolor pasado que afecta sus decisiones en la edad
adulta. En realidad, los codependientes son adultos que no crecieron.
La Biblia se refiere a la gente inmadura
utilizando la analogía de los bebes que beben leche porque no pueden tolerar
comida sólida:
“Porque
debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se
os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios;
y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento
sólido”.
(Hebreos
5:12–13)
A. ¿Por qué los niños se hacen codependientes?
Todos los niños pasan por cinco etapas naturales
al ir creciendo en madurez hacia la edad adulta. Dios diseñó a la familia para
que sea el lugar donde los pequeños tengan la estructura necesaria para su
desarrollo normal en cada una de esas etapas. Si los niños no progresan de
manera satisfactoria de una etapa a otra, su desarrollo quedará estancado en
esa etapa y cuando sean adultos serán emocionalmente inmaduros. Su cuerpo será
el de un adulto, pero su desarrollo emocional será todavía como el de un niño.
Por tanto, se sentirá atraído hacia relaciones de codependencia y necesidad.
Jesús estaba interesado en la protección de los niños, por lo que dio una
advertencia general e importante para los adultos:
“Y
cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor
le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le
hundiese en lo profundo del mar”.
(Mateo
18:6)
Las cinco
etapas del desarrollo infantil
Dios entregó a los padres la gran responsabilidad
de criar a sus hijos para que no les haga falta amor, de lo contrario, los niños buscarán el amor en “todos los
lugares equivocados”.
#1 La etapa
de indefensión
Los bebés necesitan desarrollar un lazo de unión con sus
padres porque son indefensos y dependen totalmente de ellos para satisfacer
todas sus necesidades básicas (incluyendo las tres necesidades internas de
amor, reconocimiento y seguridad). Si nuestros padres no llenaron esas
necesidades podemos convertirnos en adultos incompletos, sintiéndonos “vacíos” por dentro, como si tuviéramos un vacío en el
corazón.
#2 La etapa
de separación
Los niños preescolares necesitan empezar a separarse de sus
padres para explorar su ambiente y reconocer sus límites. Si los padres no
permiten que sus hijos ganen cierta independencia, quizás lleguen a la edad
madura manipulando a los demás para
obtener un sentido de control sobre las cosas.
#3 La etapa
del conflicto
Los niños necesitan aprender maneras correctas de
resolver conflictos cuando comienzan a poner a prueba las reglas que sus padres
les imponen. Si ellos no adquieren habilidades saludables para resolver
conflictos, cuando sean adultos carecerán de la habilidad de resolver problemas
en sus relaciones con otros adultos.
#4 La etapa
de la independencia
Los preadolescentes necesitan ser más
independientes, pero todavía necesitan la dirección y el apoyo de sus padres.
Si los padres obstaculizan su confianza en sí mismo, el niño se convertirá en
un adulto lleno de necesidades e inseguridad y dependerá de los demás para que
lo reafirmen.
#5 La etapa
de compartir
Los adolescentes tienen la necesidad de aprender el arte
de dar y recibir y de comprender de parte de sus padres lo que significa dar
sacrificialmente en esta etapa en que comienzan a involucrarse con diferentes
grupos sociales. Si no ven un saludable dar y recibir de parte de sus padres o
no saben cómo es la ayuda sacrificial a los demás, se convierten en adultos centrados en sí mismos que buscan relaciones desequilibradas para
compensar su falta de reconocimiento en la vida.
Los niños que crecen con necesidades emocionales
no satisfechas y que no aprenden las habilidades necesarias para tener
relaciones interpersonales saludables con otros adultos, jamás aprenderán la
independencia saludable. Les costará trabajo hablar la verdad, pedir lo que
quieren y establecer límites saludables. Se convertirán en adultos
codependientes y adictos a relaciones
enfermizas porque nunca aprendieron a hacerlo. En realidad estarán tratando
desesperadamente de terminar lo que se inició en su infancia: ¡crecer!
Pregunta: “¿Puedo ayudar a mis hijos a no depender
de manera enfermiza de mí?”
Respuesta:
—Enseñe a sus hijos a orar por sus
decisiones y a que dependan de la dirección de Dios.
—Enséñeles desde temprana
edad a tomar sus propias decisiones.
Por ejemplo, permítales que elijan entre dos o
tres opciones de ropa.
—Felicítelos cuando tomen
buenas decisiones, ellos querrán repetir aquellas acciones que sean dignas de
su alabanza.
—Permítales experimentar
las consecuencias de tomar malas decisiones. En lugar de salir en su defensa,
fije límites. Algunas de las lecciones más importantes de la vida se aprenden
en medio de los conflictos.
—Enséñeles principios
prácticos para tomar decisiones en temas apropiados para su edad, como poner
límites, quehaceres, amigos, horarios, dinero, citas y metas en la vida.
—Anímelos a desarrollar
amistades con otros niños para que aprendan a dar y recibir en las relaciones
interpersonales.
—Enséñeles a cuidar sus
cosas, a tener rutinas diarias de quehaceres en el hogar y a preparar
alimentos.
—Muéstreles cómo hacer un
presupuesto con su dinero y a establecer prioridades a la hora de gastarlo.
—Inscríbalos en actividades
de grupo o clubes que los expongan a nuevas experiencias, que mejoren sus
capacidades naturales y que desarrollen confianza en sí mismos.
—Identifique las fortalezas
de sus hijos y encuentre maneras en las que puedan tener éxito al
desarrollarlas.
“Instruye
al niño en su camino,
y aun cuando fuere viejo no se apartará de él”.
(Proverbios 22:6)
Dios quiere que crezcamos. Por diseño divino todos
podemos cambiar y crecer en madurez. Podemos tener relaciones maduras. Por el
poder de Dios también podemos restaurar lo que se ha dañado o destruido. Si
algo está dañado, puede repararse. Pida al Señor que transforme su mente con la
verdad de su palabra. Reconozca que un árbol arraigado en la verdad dará mucho
fruto.
“Será
como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo,
y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará”.
(Salmos
1:3)
B. ¿Cuál es la causa de los ciclos repetitivos de
la codependencia?
¿Se ha preguntado por qué algunas personas saltan
de una mala relación a otra? Un amigo logra escapar de un “controlador” para
luego sentirse atraído a otro. ¿Por qué salta de una relación negativa a otra?
¿Se ha visto atrapado en ese ciclo? Si así fuera, quizás se ha encontrado diciendo
estas palabras turbadas del apóstol Pablo:
“Porque
no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago”.
(Romanos
7:19)
¿Qué trampa en
la niñez provoca la adicción al amor
de los adultos?
• Cuando era niña, tenía una “cubeta vacía de
amor”.
Nadie nace con la necesidad de ser adicto
emocional a otra persona o de necesitar el amor de otros. Esas necesidades
tienen su origen en la niñez porque en ella no se encontró “agua en el pozo”;
sus “cubetas de amor” siguen vacías. Se mueren por falta de amor. Cuando los niños carentes de amor reciben un momento
de atención o de cariño de parte de padres desamorados, tienen sentimientos
encontrados de emoción y confusión. Se sienten confundidos porque no saben por
qué no se les ama de manera consistente, y por el otro lado se obsesionan por
saber qué hacer para volver a sentir ese amor. Los niños rechazados viven para
obtener un momento de aceptación. Cualquier muestra de cariño les da un
aliciente emocional que calma temporalmente su sufrimiento. Esos niños pueden
convertirse en adultos adictos al amor
porque:
—no recibieron reafirmación positiva en la
niñez
—crecieron sintiendo que no
los amaban, no había reconocimiento y seguridad
—sufrieron una separación
traumática o una falta de conexión
—sintieron y siguen
sintiendo una profunda tristeza por la pérdida de haber sido abandonados
—experimentaron el rechazo
continuo de sus padres
—sintieron y siguen
sintiendo mucho temor, asimismo se sienten indefensos y vacíos
• Ya siendo adulto, descubrí que mi “cubeta
de amor” tenía agujeros.
Los niños que llevan una “cubeta de amor sin
llenar”, crean una fantasía de que algún día un “salvador” quitará de ellos el
temor y finalmente les hará sentir completos. Pero sin importar cuánto amor
reciban, nunca será suficiente porque ellos no están completos.
Siendo adultos, todavía son como “niños”
emocionalmente necesitados que:
—creen que la solución a su vaciedad es
que alguien los ame, sea quien sea
—entablan relaciones
creyendo que no pueden cuidar de sí mismos
—le dan mucho valor y poder
a la otra persona de la relación
—tienen expectativas
altamente irreales de las demás personas
—tratan de “pegarse” a la
otra persona para sentirse conectados y unidos a ella
—viven con temor de que
quien los ama de verdad algún día los abandonará
—La difícil situación de un
adicto al amor carecería de solución
si no fuera por el Señor, que es el verdadero y único Salvador, el único que nos ama incondicional y eternamente. La
Biblia afirma:
“Con
amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia”.
(Jeremías
31:3)
El ciclo del débil en la relación
Escena #1
Una mujer es débil
porque cuando era niña nunca se satisficieron sus necesidades emocionales.
Tiene fantasías acerca de su “príncipe azul”, el cual algún día vendrá y la
rescatará y vivirán felices para siempre. Esa mujer es adicta al amor y siempre anhela que alguien la “complete” como
persona. Así que se siente atraída por personas que “cuidan” de ella, pero al
mismo tiempo le aterra pensar en tener verdadera intimidad con esa persona.
El ciclo del
fuerte en la relación
Escena #2
Un hombre parece ser el fuerte porque cuando era niño entabló una relación enmarañada y enfermiza con su madre. Él era el que
“cuidaba” de su madre y su padre adoptivo. (Su padre estaba ausente emocional o
físicamente). Ahora que ya es adulto se siente atraído por personas que
necesitan que “se les cuide”, pero le aterra pensar que la relación lo pueda
sofocar otra vez.
Las relaciones codependientes están formadas por dos personas adictas la una a la otra, pero
niegan cualquier adicción. Tanto el débil
como el fuerte de la relación pueden
ser el hombre o la mujer. Ambos padecen síntomas de abandono y tienen un trasfondo de relaciones enmarañadas enfermizas. A menudo intercambian papeles entre el débil y el fuerte, incluso dentro de la
misma relación. La intensidad de su relación y la intensidad de su dolor son
inmensos al ir de un extremo a otro, y llegan a orillar al otro a tomar
distancia. No han aprendido a seguir el consejo de la Biblia, simple, pero muy
sabio:
“Aquel
que a Dios teme, saldrá bien en todo”.
(Eclesiastés
7:18)
Pregunta: “¿Por qué continúo entablando relaciones
de codependencia? ¿Me pregunto si será posible que algún día pueda romper ese
ciclo y obtener mi libertad?”
Respuesta: Cuando dos personas
tienen una relación de codependencia, cada una tiene su propia historia de
abandono y control. En primer lugar, reconozca cuánto temor tiene al abandono,
luego acepte que no le gusta que alguien lo controle. Seguramente su relación
es intensa e instable, llena de conflictos y caos, con un ciclo repetitivo de
“acércate” y “déjame en paz”. Para hacer las cosas más difíciles, se dan cuenta
de que no pueden vivir juntos, ni separados. Están atrapados en la montaña rusa
de la codependencia y sienten que no pueden bajarse de ella. Pero eso no es
verdad. Cuando siguen los pasos bíblicos hacia la libertad, es posible liberarse,
porque:
“Para
Dios todo es posible”. (Mateo 19:26)
C. ¿Cuál es la más peligrosa de las dependencias?
Si vive colocando su dependencia sobre los demás, se perderá de la extraordinaria
relación que Dios planificó para usted, quizá hasta pueda dejar de gozar de la
salvación y del cielo.
Cuando el Señor nos creó, planeó que tuviéramos
una relación con él llena de amor y confianza, porque él es confiable y podemos
depender totalmente de él para que satisfaga todas nuestras necesidades. Nos
diseñó para vivir en dependencia de él
y hallar nuestra totalidad y satisfacción en él, y en nadie más.
Cómo podemos
comenzar a vivir dependiendo sólo de dios
Si ha estado luchando con la codependencia, Dios
tiene la solución para usted y se resume en cuatro puntos:
#1 El
propósito de Dios para usted… es la salvación.
—¿Qué movió a Dios a enviar a su Hijo a la
Tierra? ¿Condenarlo? No, ¡lo envió para demostrarle su amor por medio de la
Salvación!
“Porque
de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios
a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por
él”. (Juan 3:16–17)
—¿Cuál fue el propósito de Jesús para
venir a la Tierra? ¿Hacerlo todo perfecto y quitar todo el pecado? No, ¡sino a
perdonar sus pecados, darle el poder para obtener la victoria sobre el pecado y
ayudarle a vivir una vida plena!
“Yo
[Jesús] he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”.
(Juan 10:10)
#2 Su
problema…es el pecado.
—¿Qué es el pecado? El pecado es vivir de
manera independiente de las normas de
Dios, sabiendo lo que es correcto, pero decidiendo hacer lo malo.
“Y
al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado”. (Santiago 4:17)
—¿Cuál es la consecuencia del pecado? La
muerte espiritual, la separación espiritual de Dios.
“Porque
la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo
Jesús Señor nuestro”. (Romanos 6:23)
#3 La
provisión divina para usted… es el
Salvador.
—¿Hay algo que pueda quitar la condena del
pecado? Sí. Jesús murió en la cruz para pagar personalmente por nuestros
pecados.
“Mas
Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo
murió por nosotros”. (Romanos 5:8)
—¿Cuál es la solución para ya no estar
separados de Dios? Creer en Jesucristo como el único camino a Dios el Padre.
“Jesús
le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino
por mí”. (Juan 14:6)
#4 Su
decisión… es someterse.
—Deposite su fe en (descansa en)
Jesucristo como su Señor y Salvador personal y deje de confiar en las “buenas
obras” como medio para ganar el favor de Dios.
“Porque
por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don
de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”. (Efesios
2:8–9)
—Entregue a Cristo el control de su vida,
y confíe su ser en sus manos.
“Entonces
Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí
mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la
perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. Porque ¿qué
aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué
recompensa dará el hombre por su alma?” (Mateo
16:24–26)
En el momento en que usted decida creer en él
confiando su vida a Cristo, él le dará su Espíritu para morar en usted. El
Espíritu de Cristo le dará poder para vivir la vida que Dios quiere para usted.
Si desea ser completamente perdonado por el Señor y ser la persona que él
quiere que sea, puede hacer una oración sencilla, pero de corazón, como la que
sigue:
Oración para la
salvación
“Dios, quiero tener una relación personal
contigo. Reconozco que muchas veces he decidido seguir mi propio camino, y no
el tuyo. Por favor, perdona mis pecados.
Jesús, gracias por morir en la cruz por
mis pecados y por sufrir el castigo que yo merecía. Te pido que entres a mi
vida y seas mi Señor y Salvador. Ayúdame a depender de ti y nadie más para
llenar satisfacer mis necesidades. Con tu poder ayúdame a ser la persona que tu
quieres que sea. En tu santo nombre. Amén”.
¿Qué puede
esperar ahora?
Si hizo esta oración con toda sinceridad, ¡escuche
lo que Dios tiene que decir!
“Jehová
te pastoreará siempre, y en las sequías saciará tu alma, y dará vigor a tus
huesos; y serás como huerto de riego, y como manantial de aguas, cuyas aguas
nunca faltan”.
(Isaías
58:11)
D. ¿Cuál es la causa de raíz de la codependencia?
Todos fuimos creados por Dios con las tres
necesidades íntimas de amor, reconocimiento y seguridad. Si esperamos o
demandamos que alguien llene todas nuestras necesidades o si nos volvemos
dependientes de alguien para que lo haga, hemos colocado nuestra dependencia en el lugar equivocado. La
Biblia aclara de una vez por todas que:
“Mi
Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en
Cristo Jesús”.
(Filipenses
4:19)
Creencia falsa para el dependiente:
“Debo conectarme con una persona más fuerte para que me dé el sentido de
amor y seguridad emocional”.
Creencia verdadera para el dependiente:
“Aunque a menudo Dios me expresa su amor a través
de otros, él no quiere que me vuelva dependiente de otra persona. Mis
necesidades deben animarme a sólo depender de Jesús quien puede llenar todas
mis necesidades, darme relaciones interpersonales saludables y hacer que mi
vida sea fructífera. Jesús dijo:
“Yo
soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste
lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”. (Juan 15:5)
Creencia falsa para el codependiente:
“Tengo la responsabilidad de satisfacer las
necesidades de la persona a quien amo y eso me da sentido de reconocimiento”.
Creencia correcta para el codependiente:
“Si trato de llenar todas las necesidades de
cualquier persona, estoy usurpando el papel que sólo Dios puede cumplir. No
puedo llenar mi necesidad de reconocimiento complaciendo a los demás, sino
agradando al Señor y encontrando mi significancia en él”.
“Por
tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables [a Dios]”.
(2 Corintios 5:9)
Pregunta: “Como consejero, ¿cómo puedo evitar que
mis clientes desarrollen una dependencia irreal en mí?”
Respuesta:
—No asista a una sesión sin haber orado
para que el Señor le dé sabiduría. Luego dígale a su cliente que usted
dependerá del discernimiento que Dios le dé.
—No se convierta en el
“salvador” de su cliente, hay un solo Salvador del mundo, ¡y no es usted!
—No esté disponible todo el
tiempo, usted también tiene responsabilidades que debe atender según sus
prioridades.
—No atraiga a su cliente
hacia usted, sino preséntele y sea ejemplo de cómo tener una relación personal
con el Señor.
—No confíe en su sabiduría
personal basada en sus conocimientos o experiencias. Más bien, dependa de la
suficiencia divina y anime a su cliente a hacer lo mismo.
“Bienaventurado
aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob, cuya esperanza está en Jehová su
Dios”. (Salmos 146:5)
IV. Pasos para encontrar la solución
El problema principal de la codependencia es la
“idolatría”, es decir, darle prioridad a algo o alguien que no sea Dios.
Nuestro Padre celestial nos creó y tiene planes maravillosos para nuestra vida.
Él nos ama y sabe cómo suplir todas nuestras necesidades. Si estamos en una
relación de codependencia:
• El excesivo
cuidado de otros provoca que sus convicciones se vean afectadas.
• La excesiva
lealtad hace que no tenga límites saludables.
• El excesivo
“amor” le hace decir sí cuando debiera decir no.
Sin embargo, nuestro Hacedor y Maestro tiene el
derecho de gobernar en nuestros corazones y en nuestras vidas. Cualquier otro
sustituto es abominable idolatría. La Biblia dice:
“Y
amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus
fuerzas”.
(Deuteronomio
6:5)
A. Versículo clave para memorizar
No hay mejor versículo en la Biblia que nos ayude
a ordenar nuestras prioridades, es decir, a tener nuestras relaciones en el
orden correcto que el que sigue. Debemos poner las cosas más importantes
primero, de lo contrario jamás tendremos la satisfacción que Dios nos quiere
dar en nuestras relaciones.
“Pues,
¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los
hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo”.
(Gálatas
1:10)
B. Pasaje clave para leer y meditar
Note las dos declaraciones en este pasaje que
parecen contradecirse.
“Hermanos, si alguno fuere sorprendido en
alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de
mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.
Sobrellevad
los unos las cargas de los otros, y
cumplid así la ley de Cristo. Porque el que se cree ser algo, no siendo nada, a
sí mismo se engaña. Así que, cada uno someta a prueba su propia obra, y
entonces tendrá motivo de gloriarse sólo respecto de sí mismo, y no en otro;
porque cada uno llevará su propia carga”.
(Gálatas
6:1–5)
¿Hay contradicción
en la biblia?
• El versículo 2
dice: “Sobrellevad los unos las cargas de
los otros” y el 5: “Cada uno llevará su propia carga”.
Estas dos oraciones parecen contradecirse entre sí, así que, ¿cuál es la
correcta? Cuando analizamos cuidadosamente lo que dice la Biblia, vemos que no
existe tal contradicción.
• El versículo 1
exhorta con amor a que la otra persona deje su comportamiento negativo, pero
advierte en cuanto a nuestras propias tentaciones.
• En el versículo 2
la palabra griega que se traduce “carga” es bare,
que significa “carga pesada”, lo cual implica algo que es demasiado aplastante
y que una persona no puede llevar sin ayuda. Cuando le ayudamos a alguien a
cargar algo que pesa mucho, ese gesto de amor cumple la ley de Cristo.
• En el versículo 5
la palabra griega que se traduce “carga” es fortion,
que significa “la carga que alguien debe llevar”. Lo que es claro es que cuando
cargamos lo que alguien más debe
cargar por sí mismo, no somos sabios. Dios no nos ha llamado a aligerar las
responsabilidades de los demás.
CONCLUSIÓN: Los
codependientes tratan de llenar sus necesidades llevando las cargas que los demás deben llevar. Para salir de una
relación de codependencia, ambas personas necesitan dejar de tratar de ser
“todo en todo” de la otra persona y en lugar de ello animarse el uno al otro a asumir la responsabilidad de sus propias
vidas y vivirlas dependiendo de la fortaleza del Señor.
C. Paso #1 hacia la recuperación: Confronte su
codependencia
La codependencia no surge de una falla en la
personalidad que no pueda cambiarse o porque sea por cuestiones genéticas. La
relación de codependencia es producto de la inmadurez. Esto es algo que provee
esperanza a quienes han caído en las garras de ese ciclo adictivo. El cambio
nunca es fácil, pero el proceso de crecimiento está al alcance de cualquiera
que desee dejar la inmadurez y llegar a la madurez.
Cualquiera puede dejar una relación de
codependencia y tener relaciones saludables de reciprocidad. La palabra clave
es motivación. ¿Qué tipo de
motivación? Cuando el dolor que le trae su relación es mayor que el temor al abandono, hay una fuerte
motivación para cambiar. Salir del dolor de la codependencia se vuelve un
asunto de decisión y compromiso. Si siente que la relación en la que está ahora
es una maldición y no una bendición, cuando a su alma le produce más muerte que
vida, esa es una fuerte motivación para
cambiar.
“…os
he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge,
pues, la vida, para que vivas… amando a Jehová tu Dios, atendiendo a su voz, y
siguiéndole a él; porque él es vida para ti”. (Deuteronomio
30:19–20)
• Enfrente
el hecho de que usted es codependiente.
—Admita
esa realidad. Para liberarse de las garras de la codependencia, debe ser
honesto consigo mismo acerca de su adicción emocional a otra persona.
—Admita esa realidad ante alguien más. Identifique sus creencias y
comportamientos que han perpetuado su adicción emocional y compártalas con un
amigo objetivo y confiable.
—Admita la verdad ante Dios. Reconozca que su adicción emocional es
pecado grave delante de Dios. Luego decida confesárselo a él.
“Confesaos
vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados.
La oración eficaz del justo puede mucho”. (Santiago
5:16)
• Confronte
las consecuencias de su codependencia.
—Acepte
la responsabilidad de que sus experiencias y reacciones pasadas han
afectado sus relaciones en la edad adulta (tales como ser manipulador,
controlador, posesivo o iracundo).
—Acepte la responsabilidad del dolor que se ha causado a sí mismo
por causa de su codependencia (como el ser celoso, envidioso, egoísta y
obsesivo).
—Acepte la responsabilidad por la forma en que su codependencia ha
debilitado su relación con Dios (tal como la falta de tiempo, falta de calidad
en el tiempo e intimidad con él).
“El
que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta
alcanzará misericordia”. (Proverbios 28:13)
• Haga
frente a sus emociones dolorosas.
—Comprenda
que sentirá dolor sin importar cuál sea su decisión. Si deja la relación de
codependencia se sentirá herido, pero si permanece en ella de todos modos
tendrá dolor. Sin embargo, la única esperanza de sanidad futura es dejar su
estilo de vida de codependencia.
—Comprenda que cuando la intensidad de la relación disminuya,
experimentará una “pérdida” emocional por las altas y bajas de la relación.
—Comprenda que va a necesitar el apoyo de otros para ayudarle a
sufrir el dolor inicial de salirse de la relación y evitar calmar su dolor con
una “adicción secundaria”.
“El
ungüento y el perfume alegran el corazón, y el cordial consejo del amigo, al
hombre”. (Proverbios 27:9)
• Enfrente
sus “adicciones secundarias”.
—Reconozca
que en un esfuerzo por aminorar el dolor emocional que le provoca la relación,
a menudo la codependencia provoca otras adicciones, tales como el uso de
drogas, adicción sexual, comer compulsivamente o exceso en gastar dinero.
—Reconozca cuáles son sus “adicciones secundarias”; luego busque
consejería y apoyo espiritual para ayudarle a vencerlas.
—Reconozca que la recuperación de una “adicción secundaria” depende
de su recuperación de la adicción principal.
“El
corazón del entendido adquiere sabiduría; y el oído de los sabios busca la
ciencia”. (Proverbios 18:15)
• Enfrente
su relación codependiente actual.
—Reconozca
su papel codependiente en la relación y deje de relacionarse a través de
patrones de codependencia.
—Reconozca sus comportamientos destructivos. (Escríbalos). Luego
reemplácelos con conductas constructivas. (También escríbalas).
—Reconozca el dolor normal del alejamiento emocional (que es común
en el proceso de sanidad de cualquier adicción) y céntrese en el propósito
divino sobrenatural (conformarlo al carácter de Cristo).
“Los
predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo”. (Romanos 8:29)
• Confronte
su enfoque codependiente.
—Deje
de centrarse en lo que la otra persona hace y comience a enfocarse en lo
que usted necesita hacer para sanar emocionalmente.
—Deje de centrarse en los problemas de la otra persona y comience a
centrarse en resolver los suyos (los que provocó por dejar de atender a la
gente y otros proyectos en su vida).
—Deje de centrarse en cambiar a la otra persona y comience a
centrarse en cambiar usted.
“La
ciencia del prudente está en entender su camino; mas la indiscreción de los
necios es engaño”. (Proverbios 14:8)
• Enfrente
sus conflictos codependientes.
—No
se permita caer en la trampa de enfrascarse en conversaciones acaloradas o
engancharse emocionalmente con el mal comportamiento de la otra persona. Más
bien repita varias veces: No voy a
discutir, luego sálgase del conflicto. Decida de antemano que cuando
comience a subir el tono de la discusión, usted se retirará.
—No se defienda cuando se le culpe de manera injusta. Más bien diga
una sola vez: “Siento mucho que te sientas así. Esa no es la intención de mi
corazón”.
—No tenga temor de salirse cuando el conflicto siga creciendo de
tono. Diga: “Ahora regreso”. Y con toda clama váyase.
“Pero
desecha las cuestiones necias e insensatas, sabiendo que engendran contiendas”
(2 Timoteo 2:23).
• Confronte
sus respuestas codependientes.
—Recuerde
que la gente “problema” tiene derecho de decidir mal. No reaccione por su
problema de comportamiento, ellos son independientes
de usted.
—Recuerde no devolver un insulto por otro, niéguese a alzar la voz.
—Recuerde que su papel como cristiano es responder con respeto, aun
cuando los demás sean irrespetuosos.
“No
devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario,
bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición…
estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia
ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros; teniendo
buena conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores,
sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo” (1 Pedro 3:9, 15–16).
• Enfrente
lo que debe dejar para poder recibir.
—Deje
su manera de pensar infantil e dependiente. (No puedo vivir sin ti). Luego pase a la edad adulta saludable. (Quiero que seas parte de mi vida, pero si
algo sucediera, podría seguir viviendo sin ti). Esa es una verdad.
—Deje la forma inmadura de pensar al ser dependiente de alguien más
y fomente la necesidad madura de depender del Señor, quien le hará una persona
íntegra en su interior.
—Deje las relaciones fantasiosas (el modo de pensar, eres mi “todo en todo”) y fomente varias
relaciones equilibradas de reciprocidad saludable.
“Fieles
son las heridas del que ama; pero importunos los besos del que aborrece”. (Proverbios 27:6)
• Confronte
su necesidad de edificar relaciones maduras no codependientes.
—Establezca
varias relaciones interdependientes, no solamente una relación exclusiva. Necesita fomentar relaciones
maduras en las que su problema con la codependencia pueda ser resuelto y
encuentre satisfacción a sus necesidades de manera saludable.
—Establezca relaciones equilibradas emocionalmente sin necesitar los extremos de altas y bajas
de las relaciones de codependencia.
—Establezca límites personales en todas sus relaciones, diga no cuando tenga que decir no y no cambie después.
“Por
tanto… vamos adelante a la perfección”. (Hebreos
6:1)
D. Paso #2 hacia la recuperación: Dé una mirada a
sus adicciones de amor del pasado
Una manera muy efectiva para confrontar las
relaciones de amor de codependencia es usando la “palabra escrita”. Cuando
escribe sus pensamientos, sentimientos y acciones puede tomar distancia para
evaluarlos de manera objetiva. Si describe sus relaciones en papel, tendrá un
mejor cuadro de ellas, podrá entenderlas y hacer un plan de recuperación. No es
fácil escribir acerca de su vida, pero si no puede dar una mirada profunda a su
adicción al amor, no podrá hacer
cambio alguno.
Escriba
la historia de sus relaciones codependientes de amor. En primer lugar, pida al Espíritu de Dios que le
recuerde lo que usted necesita saber y luego que le enseñe lo que debe hacer al
respecto. El le dará entendimiento y sabiduría en cuanto a cómo liberarse de
las cadenas de sus adicciones y cómo vivir en su gloriosa libertad.
“El
que posee entendimiento ama su alma; el que guarda la inteligencia hallará el
bien”.
(Proverbios
19:8)
Haga una lista de todas las personas con las que
ha tenido una relación de codependencia. Piense en los miembros de su familia y
sus amigos. Escriba el nombre de cada uno al principio de cada página y luego
responda las siguientes preguntas respecto a cada uno de ellos:
#1 Escriba:
—¿Cómo conoció a esa persona y por qué se
sintió atraído a ella?
—¿Cómo logró que esa persona se sintiera
atraída a usted?
—¿Cómo se sintió y cuáles eran sus
fantasías respecto a esa persona?
Saque sus conclusiones después de
responder:
—¿Cómo cree que se sintió Dios con esa
decisión?
—Reconozca que el Señor
está dispuesto a satisfacer sus necesidades emocionales más profundas. Sin
embargo, cuando nuestras prioridades han estado invertidas, la Biblia dice que
es como si hubiéramos cometido adulterio espiritual:
“Y
los que de vosotros escaparen se acordarán de mí entre las naciones en las
cuales serán cautivos; porque yo me quebranté a causa de su corazón fornicario
que se apartó de mí, y a causa de sus ojos que fornicaron tras sus ídolos; y se
avergonzarán de sí mismos, a causa de los males que hicieron en todas sus
abominaciones”. (Ezequiel 6:9)
#2 Escriba:
—¿Cómo pasó la relación de una etapa a
otra (de la fascinación, a fantasía, neblina, temor, abandono, obsesión,
frenesí)?
—¿Cómo se sintió en cada
etapa?
—¿Cómo actuó en cada una de
ellas?
Saque sus conclusiones después de
responder:
—¿En dónde falló por no tomar en cuenta a
Dios en cada etapa de su vida?
—Reconozca que Dios quiere
intervenir en su vida:
“¿Por
qué cuando vine, no hallé a nadie, y cuando llamé, nadie respondió? ¿Acaso se
ha acortado mi mano para no redimir? ¿No hay en mí poder para librar? He aquí
que con mi reprensión hago secar el mar; convierto los ríos en desierto; sus
peces se pudren por falta de agua, y mueren de sed. Visto de oscuridad los
cielos, y hago como cilicio su cubierta”. (Isaías
50:2–3)
#3 Escriba:
—¿Cuándo comenzó a preocuparse por la
relación?
—¿Cómo empezó a ignorarse a
sí mismo al centrar su atención en el cuidado de la otra persona?
—¿Cómo esperaba que el otro
satisficiera todas sus necesidades?
Saque sus conclusiones después de
responder:
—¿Cómo comenzó a hacer a un lado a Dios y
dejó de confiar en él?
—Reconozca que el
Todopoderoso quiere que usted fructifique:
“Te
planté de vid escogida, simiente verdadera toda ella; ¿cómo, pues, te me has
vuelto sarmiento de vid extraña?” (Jeremías 2:21)
#4 Escriba:
—¿Cómo esa relación ha sacado a luz sus
dolorosas experiencias de la niñez?
—¿Lo maltrataron en esa
relación y cómo reaccionó ante ello?
—¿Cómo le afecta esa
relación en el presente?
Saque sus conclusiones después de
responder:
—¿Cómo está Dios reemplazando (o tratando
de reemplazar) sus patrones de auto-destrucción y su adicción al amor con
patrones de conducta constructivos, saludables y santos?
—Reconozca que Dios quiere
“re-educarlo” para que él pueda satisfacer sus necesidades más profundas y
sanar sus heridas más graves:
“Aunque
mi padre y mi madre me dejaran, con todo, Jehová me recogerá”. (Salmos 27:10)
#5 Escriba:
—¿Cómo ha sufrido el temor, la envidia,
los celos y el abandono en esa relación?
—¿Cómo llegó a darle la más
alta prioridad a esa persona sobre todo lo demás?
—¿Cómo fue que el otro
llegó a ser el centro de todos sus pensamientos?
Saque sus conclusiones después de
responder:
—¿Cómo puede hacer suya la “mente de
Cristo” para derrotar los sentimientos destructivos y vivir fortalecido en los
recursos de Cristo?
—Reconozca que el Señor
quiere que usted tenga pensamientos divinos:
“Mas
nosotros tenemos la mente de Cristo”. (1 Corintios
2:16)
#6 Escriba:
—¿Cómo se siente ahora respecto a esa
persona y su relación con ella?
—¿Cómo ha cambiado su
perspectiva?
—¿Cómo es que las cosas, la
gente y las circunstancias fueron factores de cambio en su perspectiva?
Saque sus conclusiones después de
responder:
—¿Cómo cree que Dios ha estado involucrado
en cambiar su perspectiva?
—Reconozca que el Señor
está deseoso de completar su plan perfecto en su vida:
“Estando
persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la
perfeccionará hasta el día de Jesucristo”. (Filipenses
1:6)
E. Paso #3 hacia la recuperación: Siga el camino
de las relaciones interdependientes
A todos nos gusta ver fotografías de bebés y el
progreso de su crecimiento hacia la juventud. Todos los pequeños llevan dentro
de sí la capacidad de crecer y madurar. ¿Por qué entonces los adultos inmaduros
no pueden crecer? Ellos también pueden cambiar su inmadurez y desarrollar
relaciones interpersonales maduras.
Una vez que hemos comprendido cuál es la meta de
cada etapa del desarrollo para restablecer relaciones saludables, podemos
iniciar el camino para lograrlo, sin depender de la ayuda de nuestros padres
terrenales. Mucha gente lo ha hecho “tomándose de la mano” del Padre celestial
permitiéndole que la “re-eduque”. Usted también puede hacerlo con un plan y
trabajando en él con el apoyo fraternal de los demás. Es un camino demasiado
importante que tiene recompensas gratificantes. Esta es la aventura que Dios
quiso que usted iniciara desde el principio.
“No
temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te
esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi
justicia”.
(Isaías
41:10)
• Que su meta sea desarrollar una relación
íntima con Dios y formar relaciones interdependientes con la gente que
significan mucho para usted.
—Comprométase a involucrarse activamente
en un grupo de estudio bíblico y de oración.
—Comprométase a leer la
palabra de Dios todos los días y a memorizar versículos.
—Comprométase a buscar un
grupo de mutua responsabilidad y una “relación con un mentor” cristiano que
esté dispuesto a ayudarle, a invertir tiempo en usted de manera regular, que
sea honesto con usted y le dé consejos respecto a sus relaciones.
“No
dejando de congregarnos… sino exhortándonos”. (Hebreos
10:25)
• Haga un plan para alcanzar la madurez en
sus relaciones.
—Pida a Dios que le ayude a discernir en
dónde se ha estancado en las etapas de desarrollo de sus relaciones
interpersonales.
—Pida a su mentor u otra
persona sabia que le ayude a identificar sus necesidades en las relaciones (por
ejemplo, compartir, resolución de problemas, escuchar, negociar).
—Pida a su grupo de ayuda
que le pida cuentas para establecer metas apropiadas con el objeto de ir
satisfaciendo todas sus necesidades relacionales.
“Mas
tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin
que os falte cosa alguna”. (Santiago 1:4)
• Haga que su relación con sus padres sea
correcta.
—Decida resolver cualquier patrón
enfermizo con sus padres. Rompa cualquier lazo enfermizo y si es posible,
establezca vínculos maduros con cada uno de ellos.
—Decida no enredarse de manera enfermiza,
dependiente o controladora con sus padres. Si fuera necesario, sepárese
emocionalmente hasta que pueda reaccionar de manera saludable sin “dependencias
malsanas”.
—Decida identificar y
procesar los problemas de su “familia de origen”, perdone a quienes lo han
ofendido y procese sus pérdidas. Diga: “eso sucedió entonces, ahora es otro
tiempo”.
“No
os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios;
porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor”. (Romanos 12:19)
• Prometa ser una persona de integridad en
pensamiento, palabra y obra.
—Aprenda a liberarse de los secretos
familiares, rehúsese a llevarlos a cuestas por más tiempo.
—Aprenda a escuchar, a
decir no, a establecer límites, a dar y recibir y a pedir de la gente lo que
usted necesita. Luego practique una y otra vez estos nuevos patrones saludables
de conducta.
—Aprenda a sentir sus
propios sentimientos, a expresar su dolor y a tomar tiempo para pensar en lo
que necesita hacer o decir. Escriba su plan de acción, ensáyelo y luego,
ejecútelo.
“Por
tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por
completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado; como
hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en
vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es santo, sed también
vosotros santos en toda vuestra manera de vivir”. (1
Pedro 1:13–15)
• Formúlese una nueva descripción de trabajo.
—Mi trabajo es discernir el carácter de
una persona y responder con madurez.
—Mi trabajo es ser una
persona confiable para mis amigos y familia y estar presente y atento a mis
relaciones interpersonales.
—Mi trabajo es cuidar de mí
mismo y ser responsable de mi vida sin herir, castigar, atacar, vengarme o
mentirme a mí mismo o a los demás.
“Mi
justicia tengo asida, y no la cederé; no me reprochará mi corazón en todos mis
días”.
(Job 27:6)
• Haga un nuevo compromiso con usted mismo.
—Haré a un lado mi yo “viejo” y egoísta
porque estoy creciendo para ser una “nueva” persona centrada en Cristo.
—Intercambiaré las mentiras
que he creído acerca de mí mismo por las verdades bíblicas respecto a mi vida.
—No me voy a traicionar
tomando decisiones inmaduras y voy a cambiar las malas decisiones del pasado
tomando decisiones buenas y maduras.
“De
modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron;
he aquí todas son hechas nuevas”. (2 Corintios 5:17)
• Que su meta más alta sea tener relaciones
maduras, no emocionales.
—Céntrese en tener relaciones en las que
tenga libertad para aprender, crecer y madurar, no en relaciones de altibajos
emocionales.
—Céntrese en evitar
cualquier relación que pudiera disparar su tendencia codependiente y cuide su
corazón de cualquier altibajo emocional.
—Céntrese en desarrollar
relaciones con cristianos confiables y maduros cuyo objetivo sea ser como
Cristo.
—Fue durante una época muy
dura de prueba que Jonatán, el mejor amigo de David:
“…
fortaleció su mano en Dios”. (1 Samuel 23:16)
F. Paso #4 hacia la recuperación: Encuentre el
camino hacia la libertad
Cuando se comporta de manera codependiente, está
tratando de satisfacer sus necesidades a través del impulso de “hacerlo todo” o
bien siendo el “todo en todo” de otra persona. Sin embargo, usted puede
transitar por “el camino hacia la recuperación” liberando su deseo de controlar o de cambiar a la persona que usted
ama.
Libérese
Reconozca que usted es dependiente de la otra persona y ponga su confianza
en Dios.
Admita que la codependencia es un pecado.
• Pida a Dios que él le dé el deseo de
ponerlo a él primero y agradarlo en todas sus relaciones.
• Decida buscar al Señor para que él llene
sus necesidades de amor, significancia y seguridad.
• Acepte que Dios no lo creó para llenar
todas las necesidades de otra persona.
“Y
amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus
fuerzas”. Deuteronomio 6:5)
Examine sus patrones de pensamiento codependiente.
No piense que la semejanza con Cristo consiste en
agradar a otras personas.
• No piense que su papel principal siempre
será el de guardar la paz.
• No tenga miedo a perder el amor de los
demás cuando les permite sufrir las consecuencias de sus acciones negativas.
• No diga sí cuando en realidad cree que debe
decir no.
“He
aquí, tú amas la verdad en lo íntimo, y en lo secreto me has hecho comprende
sabiduría”. (Salmos 51:6)
Libérese de su mentalidad “súper responsable”.
Confiese que está tratando de ser Dios en la vida
de otra persona.
• Confíe en el Señor para que actúe
activamente en la vida de su ser querido.
• Acepte que no puede obligar al otro a ser
confiable y responsable.
• Descanse en el control soberano de Dios
sobre todos los acontecimientos, gente y circunstancias.
“Entonces
el suegro de Moisés le dijo: No está bien lo que haces. Desfallecerás del todo,
tú, y también este pueblo que está contigo; porque el trabajo es demasiado
pesado para ti; no podrás hacerlo tú solo”. (Éxodo
18:17–18)
Perdone a los que lo hirieron en el pasado.
Reflexione en el abuso verbal, emocional, físico o
sexual que haya experimentado en el pasado.
• ¿Qué cosas han sido injustas y dolorosas en
su vida?
• ¿A quién necesita perdonar?
• ¿Está dispuesto a dejar en manos de Dios a
esa persona y el dolor que le causó?
• Decida perdonar siempre que vuelvan a
surgir en su mente los sentimientos de ira.
“Soportándoos
unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro.
De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros”. (Colosenses 3:13)
Oración de
perdón
“Dios, tú conoces el dolor que sufrí en
el pasado. No quiero seguir llevando este dolor por el resto de mi vida. Me
libero de (la lista de heridas), las pongo en tus manos y te pido que sanes el
dolor emocional de mi corazón. Señor, tú sabes lo que (nombre a la persona) ha
hecho para lastimarme. Decido voluntariamente perdonar a (nombre de la
persona). Libero a (nombre de la persona) de mi cadena emocional y lo pongo en
tus manos. Gracias, Señor Jesús por liberarme. Oro en tu santo nombre. Amén.”
Aprópiese de su identidad en Cristo.
Aprenda a vivir con base en sus recursos en Cristo
Jesús.
• Conozca la verdad de que: “Puedo ser
emocionalmente libre porque Cristo vive en mí”.
“Así
que, si el Hijo os libertare, seréis
verdaderamente libres”. (Juan 8:36)
• Crea esta verdad: “Puedo cambiar mi
dependencia de la gente a través del poder de Cristo en mí”.
“Todo
lo puedo en Cristo que me
fortalece”. (Filipenses 4:13)
• Aprópiese de esta verdad: “Tendré
relaciones saludables y piadosas porque en Cristo he recibido la naturaleza
divina”.
“Como
todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por
su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria
y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas
promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza
divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la
concupiscencia”. (2 Pedro 1:3–4)
Establezca límites saludables.
Comunique la necesidad de un cambio.
“Reconozco que no he estado reaccionando de manera
saludable. He sido demasiado dependiente de ti para que satisfagas mis
necesidades. Y yo he tratado de satisfacer las tuyas. Me he comprometido a
tener una relación más saludable poniendo a Dios en primer lugar de mi vida. Sé
que he tenido reacciones negativas hacia ti, pero estoy intentando reaccionar
de manera positiva y tomar las decisiones adecuadas con base a lo que es
correcto ante los ojos de Dios”.
• Establezca todo aquello en lo que debe
pedir perdón.
• “Reconozco que me equivoqué en (no haber hablado cuando debía, o no haber
sido la persona que debía ser en esta relación…). ¿Me perdonas?
• Establezca cuáles son los límites de su
responsabilidad.
• “Me siento responsable por . Pero no soy
responsable de (hacerte feliz, hacerte
sentir reconocido…). Quiero que seas feliz, pero no tengo el poder para
hacerlo”.
• Establezca cuáles serán los límites.
• “Quiero hacer contigo y a favor tuyo , pero
no siento que Dios me haya llamado a -hacerlo”.
“El
avisado ve el mal y se esconde; mas los simples pasan y llevan el daño”. (Proverbios 27:12)
Intercambie su enfoque emocional por uno espiritual.
Haga de Dios y de su crecimiento espiritual su más
alta prioridad.
• Asista a un estudio bíblico intensivo para
aprender lo que Dios quiere de usted y para crecer espiritualmente con el
pueblo del Señor.
• Memorice porciones de la Biblia para
guardar la palabra de Dios en su corazón y aprenda la voluntad divina.
• Dirija sus pensamientos al Señor y dé
“caminatas de oración” (hablando en voz alta al Altísimo mientras camina
diariamente por su vecindario o en el parque).
“Guíame
por la senda de tus mandamientos, porque en ella tengo mi voluntad. Inclina mi
corazón a tus testimonios, y no a la avaricia. Aparta mis ojos, que no vean la
vanidad; avívame en tu camino”. (Salmos 119:35–37)
La cura para la codependencia se encuentra en una
relación creciente y profunda con el Señor. Cuanto más se acerque a él, de
manera natural se irá conformando a su carácter divino. Al permitir que el
Todopoderoso Dios viva en usted, usted
podrá vivir con el poder divino. Eso significa que puesto que Cristo no fue
codependiente usted tiene ese mismo poder
para liberarse de la codependencia.
“En
el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo”.
(Juan
16:33)
Oración de la
codependencia
“Señor Jesús,
renuncio a la mentira de que me pueden abandonar o de sentirme solo.
—Gracias porque tú
nunca me abandonarás ni me dejarás sin tu apoyo.
—Gracias porque
sin importar lo que pase, las circunstancias que me rodeen, o quien esté cerca
de mí o no, tú siempre estarás conmigo para satisfacer todas mis necesidades.
—Gracias porque
tus planes para mí son para mi bien y tú los cumplirás todos.
—Gracias por que
tú no dependes de nada ni de nadie sino de ti mismo para cumplir tus buenos
planes en mi vida.
Confío en que tú y solo tú me darán el
significado y el propósito de una vida plena.
En tu santo nombre. Amén.”
G. Ayuda en una relación enfermiza
Te libero
Liberarte no es
dejar de amarte,
sino es amarte lo
suficiente como para dejar de depender de ti.
Liberarte no es
dejar de interesarme por ti,
sino cuidarte lo
suficiente como para dejar de controlarte.
Liberarte no es
darte la espalda,
sino darle la cara
a Cristo, confiando en su control sobre ti.
Liberarte no es
dañarte,
sino reconocer que
“mi ayuda” ha sido dañina.
Liberarte no es
lastimarte,
sino estar
dispuesto a ser herido para ser sanado.
Liberarte no es
juzgarte,
sino dejar que el
Juez divino me juzgue a mí.
Liberarte no es
restringirte,
sino restringir
mis demandas sobre ti.
Liberarte no es
rechazarte,
sino dejar que
vivas la realidad.
Liberarte no es
arrancarme de ti,
sino podar lo que
no ha sido fructífero en mí.
Liberarte no es
comprobar mi poder sobre ti,
sino reconocer que
no tengo el poder de cambiarte.
Liberarte no es
dejar de creer en ti,
sino creer que
sólo el Señor fortalecerá tu carácter.
Liberarte no es
condenar el pasado,
es disfrutar del
presente y entregar nuestro futuro a Dios.
—June Hunt
Mi compromiso
porque cristo vive en mi
Puesto que Jesús
vive en mí,
… venceré la
codependencia.
Puesto que Cristo
no fue alguien que quería “agradar a la gente”,
… yo tampoco lo
haré.
Puesto que Cristo
no cambió sus convicciones,
… yo tampoco
sucumbiré.
Puesto que Cristo
mantuvo límites saludables,
… yo también los
tendré.
Puesto que Cristo
resistió la presión,
… yo no me dejaré
presionar.
Puesto que Jesús
vive en mí,
… ¡venceré la codependencia!
—June Hunt
“Con
Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y
lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me
amó y se entregó a sí mismo por mí”.
(Gálatas
2:20)