CONFRONTACIÓN | Cómo restaurar las relaciones quebrantada

 



Confrontación

Cómo restaurar las relaciones quebrantadas

por June Hunt

“Adán, Eva, ¿dónde estáis?” La penetrante voz de Dios se escuchó en el aire de la tarde, confrontando a las dos temblorosas personas que se escondían entre los árboles con el corazón latiéndoles fuertemente. Pocas horas antes, todo era perfecto y apacible, pero ellos decidieron comer del fruto prohibido y todo cambió bruscamente. Ellos sabían que habían desobedecido a Dios al desafiar su autoridad. Ahora se encogían temerosos a medida que la voz se acercaba.

Cuando salieron de su escondrijo, ¿cómo enfrentó Dios a la pareja? ¡Las cosas pudieron haber sido tan distintas! Él creó al primer hombre y mujer en un lugar perfecto, donde él llenaría todas sus necesidades. ¡Si tan sólo hubieran obedecido! Debido a su fatal decisión, ellos perdieron lo que Dios había planeado darles. Ahora, ¿qué iba a decirles? ¿Qué haría con ellos?

Mientras la pareja se escondía atemorizada, Dios hizo varias preguntas:

“¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses?” (Génesis 3:11)

¡Como si el Señor no lo supiera! Adán trató de justificarse culpando a Eva: “Y el hombre respondió: La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí”. (Génesis 3:12)

El Señor se dirigió a Eva: “Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho?” ¿Sería posible que Dios no lo supiera? Por supuesto que él sabía lo que habían hecho. Hizo la pregunta para ayudarla a confesar su falta. A su vez, Eva culpó a la serpiente: “Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí”. (Génesis 3:12–13)

I.   Definicion De Términos Relacionados Con La Confrontación

Al igual que Adán y Eva, cuando alguien se ve confrontado con sus errores, pasivamente se esconde del conflicto. Pero cuando no puede seguir haciéndolo, reacciona en forma “pasiva-agresiva” y culpa a los demás. Otros, como Caín, el hijo de aquella pareja, después que asesinó a su hermano Abel, respondió agresivamente. Los términos pasivo, agresivo y pasivo-agresivo son tres formas negativas de confrontar a otros, mientras que el estilo asertivo es el único positivo. ¡Qué bueno sería que tuviéramos el discernimiento necesario para actuar y reaccionar asertivamente cuando confrontamos o somos confrontados!

“En los labios del prudente se halla sabiduría; mas la vara es para las espaldas del falto de cordura”. (Proverbios 10:13)

A. ¿En qué consiste la confrontación?

     La confrontación es el acto de enfrentar a una persona para mencionarle sus errores con el propósito de establecer la verdad.

     El confrontar a una persona contribuye a establecer la verdad para que se convenza de que debe corregir o cambiar su vida.

—La palabra hebrea tokachath significa “corregir, reconvenir”.

Salomón, el hombre más sabio que ha existido, entendió el valor de la confrontación cuando escribió…

“La reconvención es molesta al que deja el camino; y el que aborrece la corrección morirá”. (Proverbios 15:10)

—En ocasiones, Dios nos guía a enfrentar a otros para que vean su necesidad de cambiar, así como para que sepan lo que deben cambiar y cómo.

“Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente… Esto habla, y exhorta y reprende con toda autoridad. Nadie te menosprecie”. (Tito 2:11–12, 15)

B.  Métodos de confrontación usados en la Biblia

¿Qué piensa la mayoría de la gente acerca de la forma en que Dios enfrenta al hombre mortal en la Biblia? Muchos se figuran que el Señor es un juez inflexible que golpea con fuerza su marro para sentenciar con severidad a algún descarriado, pero esto no es cierto. Así como nuestro amante Dios creó a los seres humanos con grandes diferencias, de la misma manera utiliza métodos diversos para confrontarlos según sus necesidades individuales. Desde la forma en que hizo sus primeras preguntas a Adán y Eva en Génesis hasta sus exhortaciones a las iglesias de Apocalipsis, es evidente que el Señor utilizó muchos métodos creativos de confrontación… cada uno con la amorosa intención de que seamos todo aquello para lo cual él nos creó. Sus confrontaciones demandan una respuesta de nuestra parte.

“No menosprecies, hijo mío, el castigo de Jehová, ni te fatigues de su corrección; porque Jehová al que ama castiga, como el padre al hijo a quien quiere”.

(Proverbios 3:11–12)

Método #1… Confrontación indirecta por medio de una pregunta

Job 38–42:6

¿Ha observado que cuando alguna persona hace preguntas a otros probablemente ya conoce las respuestas? Esos individuos intuitivos han descubierto el secreto de la comunicación. El objetivo de hacer preguntas es ayudar a los demás a analizar la verdad por medio de una reflexión interna.

“¿Qué haría yo cuando Dios se levantase? y cuando él preguntara, ¿qué le respondería yo?”

(Job 31:14)

     El propósito de las preguntas sabias es hacer que la gente piense con seriedad en sus acciones y actitudes, analice su posición y/o reconsidere sus decisiones.

     Este método de confrontación tiene menos que ver con la respuesta correcta a una pregunta que con el desafío a cambiar.

     El ejemplo más dramático de este estilo de confrontación se encuentra en el libro de Job. Dios le hizo una serie de preguntas inquisidoras al patriarca:

“¿Quién es ése que oscurece el consejo con palabras sin sabiduría? Ahora ciñe como varón tus lomos; yo te preguntaré, y tú me contestarás”. (Job 38:2–3).

     A través de ellas, Dios se reveló a Job, y éste se vio enfrentado con su imperfección. Las preguntas apropiadas son muy poderosas. Después de escuchar las que le hizo Dios, Job se sintió hondamente conmovido y convencido de sus faltas, por lo que contestó: “Por tanto me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza”. (Job 42:6)

     Si usted entiende y utiliza esta técnica, dominará una de las principales habilidades de un consejero. Dios es nuestro consejero por excelencia y en todas las Escrituras demuestra que el método de hacer preguntas es muy eficaz para hacer que otros piensen acerca de ellos mismos.

“Como aguas profundas es el consejo en el corazón del hombre; mas el hombre entendido lo alcanzará”.

(Proverbios 20:5)

Método #2… Confrontación indirecta por medio de una parábola

Lucas 20:9–19

Las parábolas siempre se han considerado un alimento refrescante para la mente y el alma. Las parábolas sencillas atraen a las personas de todas las edades, desde el más pequeño al más viejo. No es de extrañar que esas memorables alegorías hayan resistido el paso del tiempo y sigan siendo lecciones clásicas a través de los siglos.

     Una parábola es una breve historia ficticia, es decir, un relato terrenal con un significado celestial que se centra en una verdad moral o espiritual. La palabra griega parabole significa comparación o ejemplo. Las parábolas se usan para ilustrar una verdad moral o espiritual dentro de un escenario cotidiano.

     Las parábolas arrojan su esclarecedora luz en las tinieblas de nuestro corazón y nos desafían a cambiar. Tienen un valor incalculable y desarrollan un carácter piadoso en nuestra vida.

     En Lucas 20:9–19, Jesucristo utilizó la parábola de una viña para revelar a los líderes judíos los oscuros motivos que había en su corazón:

El dueño de una viña rentó su propiedad. Cuando llegó la cosecha, envió a varios de sus siervos para recoger los frutos. Sin embargo, los labradores los trataron en forma vergonzosa a todos ellos. Cuando el dueño envió a su hijo amado, los labradores se unieron para asesinarlo. El Señor dijo: “Y le echaron fuera de la viña, y le mataron. ¿Qué, pues, les hará el señor de la viña? Vendrá y destruirá a estos labradores, y dará su viña a otros. Cuando ellos oyeron esto, dijeron: ¡Dios nos libre!” (Lucas 20:15–16)

“Procuraban los principales sacerdotes y los escribas echarle mano en aquella hora, porque comprendieron que contra ellos había dicho esta parábola; pero temieron al pueblo”.

(Lucas 20:19)

Método # 3… Confrontación indirecta por medio de una historia

2 Samuel 12:1–13

Si se relata bien una historia, tiene poder para mover nuestras emociones a la ira o al llanto. Todos reaccionamos a una buena historia sin importar si ésta es verídica o no. Cuando las personas están ciegas a sus pecados, una historia que describa sus transgresiones puede ser un poderoso medio de hacerlas conscientes de ellas.

     Cuando David se enamoró de Betsabé, permitió que la lascivia lo llevara al adulterio y después al engaño y asesinato. Pero debido a su posición de rey, escapó de las consecuencias normales de su crimen, mismas que él tendría que imponer sobre sus súbditos si fueran ellos quienes lo cometieran.

     El Señor envió a Natán para confrontar a David por medio de una historia sabiamente relatada acerca de dos hombres. Uno era rico y el otro pobre. El primero tenía muchos rebaños de animales, pero el pobre sólo tenía una sola oveja de mascota a la que amaba entrañablemente. Cuando el rico tuvo que preparar una cena para un visitante, se negó a matar a una oveja de sus ganados y tomó la del pobre para ofrecerla a su invitado. A medida que Natán relataba la historia, David reaccionaba con gran indignación. Al final, emitió su juicio sobre el rico:

“Entonces se encendió el furor de David en gran manera contra aquel hombre, y dijo a Natán: Vive Jehová, que el que tal hizo es digno de muerte”. (2 Samuel 12:5)

     La pronta sentencia de David contra el rico estaba completamente justificada. Así que no pudo resistirse cuando Natán invirtió los papeles y le reveló a David que él era el que merecía la condena: “Entonces dijo Natán a David: Tú eres aquel hombre. Así ha dicho Jehová, Dios de Israel: Yo te ungí por rey sobre Israel, y te libré de la mano de Saúl”. (2 Samuel 12:7)

     David quedó profundamente impresionado con la historia que describía sus propios actos. Como resultado de esa confrontación, se arrepintió: “Entonces dijo David a Natán: Pequé contra Jehová. Y Natán dijo a David: También Jehová ha remitido tu pecado; no morirás” (2 Samuel 12:13). Las historias que se usan para convencer a otros provocan el deseo de tener un corazón puro delante de Dios. Después de haber pecado con Betsabé y de la subsiguiente confrontación de Natán, él dijo: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. (Salmos 51:10)

Método #4… Confrontación directa por medio de una amonestación

Juan 8:1–11

Todos poseemos una conciencia que nos permite discernir si algo es moralmente correcto o no. Sentirse culpable es lo apropiado cuando nos alejamos de la verdad, es “culpabilidad saludable” que se produce por la obra de convicción del Espíritu Santo. Si seguimos pecando por un largo tiempo sin sentir culpa, podemos desarrollar una “conciencia cauterizada”. Sin embargo, Dios puede enviar a alguien a que nos confronte y apele a nuestra conciencia.

     Una exhortación es una confrontación o advertencia amable que se da con el fin de corregir algo. Exhortar es advertir o aconsejar en forma amable y firme a una persona que está equivocada.

—La palabra griega noutheteo significa “amonestar” o más literalmente, “traer a la mente” (nous = mente, tithemi = poner).

—La exhortación, como advertencia amistosa y firme, es para entrenar la mente de la persona para que piense y actúe en forma distinta.

El apóstol Pablo dijo:

“La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales”. (Colosenses 3:16)

     En una ocasión, una mujer fue sorprendida en el acto mismo de adulterio. Los líderes religiosos la trajeron ante Jesucristo para que él pronunciara la sentencia de muerte por lapidación. En vez de confrontar a la mujer, el Señor se centró en la actitud condenatoria de los escribas y fariseos apelando a su conciencia.

     En forma inteligente, Jesucristo invirtió los papeles de los acusadores mencionando su interés en cumplir la ley a la letra y poniendo de manifiesto su falta de misericordia. Al tratar de cumplir la ley a la letra, atrajeron el juicio sobre sí mismos.

     Su confrontación pasó de la mujer a ellos, porque el Señor apeló a su conciencia. Jesucristo dibujó una raya en la arena y lanzó el problema a su propio terreno: “Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella” (Juan 8:7). Su propia conciencia los acusó y todos a una se alejaron de la escena dejando a Jesús a solas con la mujer.

     Si usted debe confrontar a alguien que ha sido sorprendido en pecado, a continuación encontrará algunas frases que puede usar para apelar a su conciencia:

—“¿Quieres ser una persona de Dios?”

—“¿Quieres ser una persona íntegra?”

—“¿En verdad quieres recibir el favor de Dios en tu vida?”

Método #5… Confrontación (directa) con una reprensión

Gálatas 2:11–14

En ocasiones, la forma más apropiada de confrontar a alguien es siendo directo y explícito. Por ejemplo, cuando ha hecho algo evidentemente malo o cuando su mal comportamiento corrompe la conciencia de un niño. Al exponer a alguien directamente con su ofensa, se corre el riesgo de que la persona se aleje. Pero a veces este método es necesario para cambiar los corazones y corregir una situación negativa.

     Una reprensión es una confrontación que incluye una reprimenda firme y estricta con el objeto de convencer. También puede ser una reprensión convincente y contundente con el fin de corregir una falta. Reprender significa confrontar a los que están mal para acusarlos o desafiarlos a hacer lo correcto.

—La palabra griega epitimao se traduce como “reprender”.

Durante la crucifixión de Cristo, el ladrón arrepentido reprendió al otro y lo desafió a cambiar…

“Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación?” (Lucas 23:40)

Reprender también significa confrontar a los que están mal con el fin de convencerlos para que hagan el bien. El término griego elegcho, que ha menudo se traduce como “reprender” también significa “convencer o reprobar”.

“Y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por él”.

(Hebreos 12:5)

     Pablo reprendió públicamente a Pedro porque puso en peligro el mensaje de Dios y la unidad de la iglesia. Pedro evitaba comer con los gentiles cuando los judíos estaban presentes, porque sabía que éstos desaprobaban esa práctica. Al separarse de los gentiles, estaba aprobando en forma pasiva que las costumbres de los judíos se aplicaran a todos los cristianos. La reprensión pública de Pablo fue indispensable para corregirlo.

     La confrontación directa requiere un equilibrio entre la paciencia y la verdad. Permita que Dios trabaje a través de la reprensión.

“…que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina”. (2 Timoteo 4:2)

C. ¿Qué piensa Dios de la confrontación?

El objetivo de la confrontación no es levantar un piadoso dedo acusador contra el pecado de otra persona, sino señalar la verdad de que es necesario corregir algo. Es la clase de verdad que nos hace libres, nos impulsa a dar la vuelta y a ponernos en la senda correcta.

¿Alguna vez se ha equivocado de camino sin querer? Cómo hubiera apreciado que alguien se preocupara lo suficiente de usted como para intervenir… para desafiarlo… para confrontarlo porque debía volver al “curso correcto”. En ocasiones, todos necesitamos confrontarnos con la verdad, un acto que produce convicción, corrección y un cambio de dirección. Cuando la confrontación se hace sabiamente, a menudo Dios la utiliza para evitar que nos descarriemos y hacer que volvamos al camino correcto.

“El camino del necio es derecho en su opinión; mas el que obedece al consejo es sabio”

(Proverbios 12:15)

El propósito de la confrontación positiva

El Espíritu de Dios confronta al incrédulo con su pecado para traerlo a la confesión, arrepentimiento y salvación. De la misma manera, el mismo Espíritu confronta el pecado de los cristianos para producir en ellos confesión, arrepentimiento y la semejanza con Cristo.

Jesucristo no sólo murió por salvarnos de la pena del pecado (que es la separación eterna de Dios), sino también para salvarnos del poder del pecado en nuestra vida. Por tanto, el pecado debe confrontarse para que podamos ser libres de su esclavitud. En ocasiones, la confrontación es necesaria tanto para recibir la salvación, como para llevar una vida victoriosa.

Basándose en su amor…

—Dios nos confronta para que sigamos caminando dentro de su voluntad y en íntima relación con él.

“Reconoce asimismo en tu corazón, que como castiga el hombre a su hijo, así Jehová tu Dios te castiga. Guardarás, pues, los mandamientos de Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y temiéndole”. (Deuteronomio 8:5–6)

—Dios nos encarga la tarea de confrontar a otros sabiamente para ayudarlos a que vean la necesidad de tener una relación personal con Jesucristo o para ser más semejantes a él.

“A quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre”. (Colosenses 1:28)

—Dios nos confronta porque nos ama como un padre ama a su hijo. Él quiere hacernos santos como él, de tal modo que vivamos en paz con los demás.

“Y aquéllos [nuestros padres], ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad. Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados”. (Hebreos 12:10–11)

—Dios nos confronta usando su palabra para perfeccionarnos de por vida.

“Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”. (2 Timoteo 3:16–17)

El peligro de la confrontación negativa

La confrontación, debiendo ser útil y sanadora, puede estar equivocada y convertirse en dañina y hostil cuando se usa con motivos egoístas o para beneficio personal. El justo Job protestó porque sentía que sus amigos estaban equivocados al confrontarlo cuando estaba en un sufrimiento tan intenso. Después de que lo confrontaron, él dijo…

“Muchas veces he oído cosas como estas; consoladores molestos sois todos vosotros… También yo podría hablar como vosotros, si vuestra alma estuviera en lugar de la mía; yo podría hilvanar contra vosotros palabras, y sobre vosotros mover mi cabeza. Pero yo os alentaría con mis palabras, y la consolación de mis labios apaciguaría vuestro dolor”. (Job 16:2–5)

—También David escribió acerca de la forma en que Dios lo libró de la hostil confrontación que le hicieron sus enemigos, en especial el rey Saúl…

“Ligaduras del Seol me rodearon; tendieron sobre mí lazos de muerte. Me libró de poderoso enemigo, y de los que me aborrecían, aunque eran más fuertes que yo. Me asaltaron en el día de mi quebranto; mas Jehová fue mi apoyo”.

(2 Samuel 22:6, 18–19)

D. ¿Cuáles son los cuatro estilos de confrontar?

¿La sola idea de tener que confrontar a otros le hace querer esconderse? Las situaciones molestas que exigen una confrontación pueden pesar gravemente sobre nuestro corazón y arruinar una relación que alguna vez fue cercana. ¿Ha tratado de evitar un problema, esperando que desapareciera sin decir nada? O, ¿ha sepultado su enojo hasta que el volcán hace erupción en la cara de su ofensor? La vida de David ilustra cuatro acercamientos distintos para manejar a personas difíciles. En última instancia, debemos vencer el miedo y tener el valor de confrontar en amor, viviendo a la luz de la verdad divina.

“Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?”

(Salmos 27:1)

#1  El estilo pasivo: Consiste en confrontar en forma indirecta usando el silencio o un lenguaje vago para comunicar nuestras necesidades y deseos.

     impide la interacción directa debido al temor

     espera que otros adivinen lo que queremos

Meta:

Auto protegerse evitando la confrontación

Desventajas:

Produce una solución temporal y provoca problemas mayores

Ejemplo:

En una ocasión David decidió permanecer callado ante sus ofensores. No obstante, su reacción pasiva sólo aumentó la angustia y enojo en su corazón.

“Yo dije [David]: Atenderé a mis caminos, para no pecar con mi lengua; guardaré mi boca con freno, en tanto que el impío esté delante de mí. Enmudecí con silencio, me callé aun respecto de lo bueno; y se agravó mi dolor. Se enardeció mi corazón dentro de mí; en mi meditación se encendió fuego, y así proferí con mi lengua”.

(Salmos 39:1–3)

#2  El estilo agresivo: Consiste en confrontar atacando a abiertamente el carácter de la otra persona con objeto de adquirir poder.

     utiliza las amenazas e intimidación para que otros satisfagan sus necesidades a cualquier costo

     se siente con derecho a violar los derechos de los demás

Meta:

Obtener el poder y control por medio del enojo o la fuerza

Desventajas:

Sólo produce soluciones de corto plazo y se gana enemigos al dañar los sentimientos ajenos

Ejemplo:

Muchos enemigos de David lo atacaron para hacerlo caer.

“Todo el día mis enemigos me pisotean; porque muchos son los que pelean contra mí con soberbia”. (Salmos 56:2)

#3  El estilo pasivo-agresivo: Consiste en confrontar emboscando encubiertamente a la otra persona como un juego de poder

     utiliza el sarcasmo y la crítica en lugar de usar un lenguaje directo y específico

     trata de desquitarse más tarde y cobrarse las ofensas reales o imaginarias

Meta:

Evitar las reacciones directas y la necesidad de dar cuentas pero todavía buscando una “ganancia”.

Desventajas:

No produce soluciones, sino que expresa una ira destructiva en forma indirecta

Ejemplo:

En repetidas ocasiones, David fue emboscado por sus enemigos que le lanzaron ataques indirectos en forma pasiva-agresiva.

“Escóndeme del consejo secreto de los malignos, de la conspiración de los que hacen iniquidad, que afilan como espada su lengua; lanzan cual saeta suya, palabra amarga, para asaetear a escondidas al íntegro; de repente lo asaetean, y no temen”. (Salmos 64:2–4)

#4  El estilo asertivo: Consiste en confrontar expresando directamente la verdad de que es necesario realizar cambios positivos

     utiliza un lenguaje directo y específico para expresar la información verdadera

     confronta directamente, de tal forma que expresa consideración por las opiniones y sentimientos de los demás

Meta:

Presentar los hechos, corregir las falsedades y cambiar el comportamiento

Ventajas:

Produce soluciones eficaces y edifica la confianza y respeto en forma permanente

Ejemplo:

En dos ocasiones, David tuvo oportunidad de matar a su enemigo el rey Saúl. Pero en lugar de actuar violentamente, decidió perdonarle la vida y confrontarlo asertivamente.

“Y dijo David a Saúl: ¿Por qué oyes las palabras de los que dicen: Mira que David procura tu mal? He aquí han visto hoy tus ojos cómo Jehová te ha puesto hoy en mis manos en la cueva; y me dijeron que te matase, pero te perdoné, porque dije: No extenderé mi mano contra mi señor, porque es el ungido de Jehová. Juzgue Jehová entre tú y yo, y véngueme de ti Jehová; pero mi mano no será contra ti”.

(1 Samuel 24:9–10, 12)

II. Características De La Confrontación

¿A veces confronta cuando no debiera y no lo hace cuando debe? Un importante líder religioso confrontó a una mujer cuando parecía que estaba ebria en la iglesia, pero en realidad se encontraba angustiada, clamando a Dios porque no podía tener hijos. Ese líder la confrontó violentamente basado únicamente en las apariencias y antes de conocer los hechos. (Vea 1 Samuel 1:9–18.)

Ese mismo líder que confrontó cuando no debía, posteriormente fue culpable de no hacerlo cuando sí debía. Él falló al no confrontar a sus dos despreciables hijos cuando abusaron de su posición como sacerdotes y tomaron ventaja del pueblo de Dios. (Vea 1 Samuel 2:12–36.) Dios reprendió a Elí por su pasividad, porque falló al no proteger a su pueblo.

¿Confronta usted cuando no debe, y no confronta cuando debe? El temor al conflicto puede hacerlo pasivo y paralizarlo… o bien, una apreciación falsa puede hacer que usted confronte inapropiadamente. Se requiere sabiduría para saber cuándo y cómo realizar la confrontación.

En su edad avanzada, Elí finalmente confrontó a sus hijos, pero para entonces ya era demasiado tarde. Él pagó un alto precio por ser pasivo. Dios dijo a Elí…

“Y le mostraré que yo juzgaré su casa para siempre, por la iniquidad que él sabe; porque sus hijos han blasfemado a Dios, y él no los ha estorbado”.

(1 Samuel 3:13)

A. ¿Cuándo se debe confrontar?

Puesto que hay un tiempo equivocado para confrontar, es decir, cuando se hace más daño que bien, y un tiempo oportuno para hacerlo porque cumple el propósito de Dios, ¿cómo saber cuál es el momento adecuado?

Usted debe confrontar…

     Cuando alguien está en peligro. Algunas personas dicen o hacen cosas que las lastiman a ellas o a otros, al grado de que las vidas se ponen en peligro. Dios se opone a todo comportamiento abusivo ya sea contra uno mismo o contra otros. Usted debe intervenir cuando observa cualquier comportamiento que amenaza a alguien.

“Libra a los que son llevados a la muerte; salva a los que están en peligro de muerte. Porque si dijeres: Ciertamente no lo supimos, ¿Acaso no lo entenderá el que pesa los corazones? El que mira por tu alma, él lo conocerá, y dará al hombre según sus obras”.

(Proverbios 24:11–12)

     Cuando una relación está amenazada. Las relaciones se ven afectadas cuando se expresan palabras o se realizan acciones dañinas. Usted necesita confrontar cuando es necesario preservar la relación.

“Ruego a Evodia y a Síntique, que sean de un mismo sentir en el Señor. Asimismo te ruego también a ti, compañero fiel, que ayudes a éstas que combatieron juntamente conmigo en el evangelio…”

(Filipenses 4:2–3)

     Cuando existe división dentro del grupo. Una de las tácticas del enemigo de nuestras almas es provocar pleitos, rencillas y celos dentro del cuerpo de creyentes. Dios nos llama a la unidad, a estar de acuerdo y a vivir en paz. Él nos da el encargo de proteger esas relaciones preciosas.

“Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer”. (1 Corintios 1:10)

     Cuando alguien ha pecado contra usted. Aunque sea muy difícil, Dios da instrucciones claras de confrontar cara a cara a cualquiera que le haga algo a usted que viola flagrantemente la voluntad de Dios en cuanto a la forma en que debe usted ser tratado.

“Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano”. (Mateo 18:15)

     Cuando usted es el ofendido. En ocasiones usted puede sentirse ofendido por las acciones de alguna persona aunque éstas no sean pecaminosas. Por el bien de la relación, es necesario confrontar en forma humilde y hablar de la preocupación. Esto hará que la otra persona sea sensible a usted en el futuro y no siga ofendiéndolo con sus acciones.

“Con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz”. (Efesios 4:2–3)

     Cuando alguien es sorprendido en un pecado. A veces usted observa que otros han pecado sin darse cuenta. Dios nos advierte que evitemos el pecado, pero también quiere usarnos para evidenciar el pecado y ayudar a que la persona atrapada en él lo supere.

“Cuando yo dijere al impío: De cierto morirás; y tú no le amonestares ni le hablares, para que el impío sea apercibido de su mal camino a fin de que viva, el impío morirá por su maldad, pero su sangre demandaré de tu mano”. (Ezequiel 3:18)

     Cuando otros son los ofendidos. En ocasiones, es correcto confrontar a favor de otros. En el caso de los prejuicios, injusticias o violencia contra los indefensos, Dios espera que nosotros los defendamos y hablemos en contra de quienes les han hecho daño. El apóstol Pablo confrontó a Pedro abiertamente.

“Pero cuando Pedro vino a Antioquía, le resistí cara a cara, porque era de condenar. Pues antes que viniesen algunos de parte de Jacobo, comía con los gentiles; pero después que vinieron, se retraía y se apartaba, porque tenía miedo de los de la circuncisión. Y en su simulación participaban también los otros judíos, de tal manera que aun Bernabé fue también arrastrado por la hipocresía de ellos”. (Gálatas 2:11–13)

B.  ¿Cuándo no se debe confrontar?

Aunque la confrontación puede crear unidad, también puede dividir. Para evitar daños innecesarios, usted no debe confrontar…

     Cuando usted no es la persona adecuada. Si usted no es el ofendido o no es responsable de quien recibió la ofensa, usted no es el que debe confrontar. Sin embargo, Dios puede usarlo para ayudar a la persona que sí debe hacerlo.

“El que pasando se deja llevar de la ira en pleito ajeno es como el que toma al perro por las orejas”. (Proverbios 26:17)

     Cuando no es el momento correcto para hacerlo. Tal vez usted es la persona indicada para hacer la confrontación, pero puede ser que no sea el momento adecuado para hacerlo.

“Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora… tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar”. (Eclesiastés 3:1, 7)

     Cuando desconoce los hechos. Asegúrese de tener toda la información acerca de lo que sucede. En ocasiones es suficiente con hacer las preguntas correctas y escuchar objetivamente para descubrir si interpretó mal la situación.

“Al que responde palabra antes de oír, le es fatuidad y oprobio”. (Proverbios 18:13)

     Cuando es mejor dejar pasar la ofensa. Usted descubrirá que dejar pasar las ofensas menores permite a Dios convencer a los demás de sus errores. Si tiene dudas, mejor evite la confrontación y muestre misericordia.

“El odio despierta rencillas; pero el amor cubrirá todas las faltas”. (Proverbios 10:12)

     Cuando usted está cometiendo el mismo pecado. Es paradójico, pero usted puede sentirse ofendido por las personas que muestran el mismo comportamiento con el que usted batalla. Seríamos hipócritas si tratáramos de corregir a los demás cuando somos culpables del mismo comportamiento. Primero corrija el suyo para que pueda ayudar a otro a corregir su comportamiento.

“¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano”. (Mateo 7:3–5)

     Cuando su motivación es hacer valer sus derechos y no beneficiar a la otra persona. Una actitud así sólo perjudicará la intención de la confrontación positiva. Por tanto, siempre ponga los intereses del otro antes que los suyos.

“Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros”. (Filipenses 2:3–4)

     Cuando desea vengarse. Antes de confrontar, es imperativo que perdone sinceramente al ofensor. En su corazón, libérelo y entréguelo en las manos de Dios. La confrontación no es para satisfacer su deseo escondido de venganza o desquite.

“No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres”. (Romanos 12:17)

     Cuando las consecuencias de la confrontación son peores que la ofensa. Considere la gravedad de la ofensa antes de confrontar a otro. Algunas batallas reportan muy bajos dividendos y sencillamente no vale la pena librarlas.

“Mejor es un bocado seco, y en paz, que casa de contiendas llena de provisiones”. (Proverbios 17:1)

     Cuando la persona a quien va a confrontar tiene fama de necia y contenciosa. Evite confrontar a las personas que no quieren reconocer sus ofensas. Si no puede evitar la confrontación, tal vez necesita invitar a otros para que le ayuden.

“Pero desecha las cuestiones necias e insensatas, sabiendo que engendran contiendas. Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido”. (2 Timoteo 2:23–24)

     Cuando un creyente se beneficia si usted cede sus derechos. Jesús nos dio ejemplo al sufrir para lograr la justicia y nos exhortó a soportar las aflicciones injustas con el fin de presentar el carácter de Dios al incrédulo. Permita que Dios trabaje en el corazón del otro siendo sensato.

“Porque esto merece aprobación, si alguno a causa de la conciencia delante de Dios, sufre molestias padeciendo injustamente. Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas”. (1 Pedro 2:19, 21)

     Cuando el ofensor es su enemigo. En ocasiones es mejor no confrontar y ganarse a la persona orando por ella y bendiciéndola. En última instancia, usted y el ofensor son los únicos responsables de sus actos ante Dios. La senda de la paz puede requerir perdonar y bendecir a su ofensor y no confrontar el comportamiento ofensivo.

“Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos”. (Mateo 5:44–45)

     Cuando la confrontación será ineficaz y la reacción severa. Tal vez usted no deba confrontar a una persona con temperamento violento y que seguramente buscará vengarse en usted o en alguien a quien usted ama. (Sin embargo, con una persona así usted tendrá que establecer límites apropiados.)

“El que corrige al escarnecedor, se acarrea afrenta; el que reprende al impío, se atrae mancha”. (Proverbios 9:7)

   “¿No es mejor perdonar y olvidar? ¿Por qué debo confrontar a alguien cuando me ofende?”

Perdonar sin confrontar puede provocar resentimiento. El ignorar a la persona que le ofendió puede producir una raíz de amargura que dará un fruto amargo.

“Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados”. (Hebreos 12:15)

   “Si tengo un amigo que es cristiano pero vive en pecado, ¿estoy obligado a confrontarlo?”

Tal vez usted sea el agente de Dios para ayudar a su amigo a cambiar y madurar para parecerse a Cristo. Al mostrar interés genuino para confrontarlo, Dios puede usarlo a usted para animar y apoyar a distintos seres queridos para que superen los hábitos que los esclavizan y separan de los demás. En ocasiones usted será el enviado de Dios para intervenir directamente pero con amor, en la vida de los creyentes que se han descarriado de la verdad y están atrapados en el pecado.

“Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno le hace volver, sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados”. (Santiago 5:19–20)

C. ¿Cuáles son las cuatro estrategias para confrontar?

Si usted se encuentra involucrado en un conflicto y necesita confrontar a otro, puede cometer el error de usar alguna de las tres estrategias negativas que son: evadir, atacar o sabotear.

     Si es usted pasivo

—Su estrategia normal es evitar el problema completamente sin dirigirse a la persona en forma directa.

—Tiene una mentalidad basada en el temor probablemente aprendida en la infancia, que le hace sentir incapaz de confrontar.

—Es usted demasiado indulgente, evita los desacuerdos y las tácticas de temor.

—Sin embargo, al evitar la confrontación usted permite que sigan los conflictos relacionales que a menudo se originan en el comportamiento pecaminoso de la otra persona.

La Biblia dice:

“El temor del hombre pondrá lazo; mas el que confía en Jehová será exaltado”. (Proverbios 29:25)

     Si es usted agresivo

—Su estrategia es atacar a la otra persona, no al problema.

—Usted promueve su auto estima atacando y anulando a otros.

—Se siente con derecho a derribar los límites de espacio, trabajo, tiempo, o vida personal del otro. Usted busca controlar a los demás intimidándolos.

—Al atacar, puede que usted gane una batalla temporal, pero pierde la guerra. Sus ataques inapropiados afectan a la relación y no resuelven definitivamente la conducta ofensiva.

La Biblia dice:

“Abominación es a Jehová todo altivo de corazón;

ciertamente no quedará impune”. (Proverbios 16:5)

     Si es usted pasivo-agresivo

—Su estrategia es sabotear a la otra persona sin confrontar el problema.

—Usted tiene temor y prefiere esconderse, manipular y sabotear para poder ganar el poder en vez de confrontar directamente.

—Usted lleva un registro de ofensas reales o imaginarias para justificar el desquite. Se le hace difícil aceptar su responsabilidad de herir a otros y actúa como si fuera un “francotirador”, lanzando calumnias, sarcasmos y burlas desde una distancia segura.

—Al emboscar a otros, usted evita la confrontación directa y al mismo tiempo busca métodos sutiles para ganar en el juego de poder.

La Biblia dice:

“El escarnecedor no ama al que le reprende, ni se junta con los sabios”. (Proverbios 15:12)

     Si es usted asertivo

—Su estrategia es afirmarse a sí mismo y confrontar a la otra persona para solucionar el problema.

—Usted trata a todos los involucrados en forma equitativa y respetuosa escuchando con cuidado, afirmando la verdad y corrigiendo la mentira directamente y exponiendo los puntos en que las personas difieren o entienden mal al otro.

—Usted hace peticiones tomando en cuenta las necesidades de los otros y expresando con valor palabras de amonestación, reprensión o ánimo según se requiera.

—Al afirmarse a sí mismo, usted provee la mejor oportunidad para desarrollar relaciones positivas porque usted habla con discernimiento y seguridad al confrontar con buen juicio.

“Hijo mío, no se aparten estas cosas de tus ojos; guarda la ley y el consejo… porque Jehová será tu confianza, y él preservará tu pie de quedar preso”. (Proverbios 3:21, 26)

En medio de una guerra, todo líder militar tiene el desafío de confrontar a su enemigo. Algunas estrategias pueden parecer correctas por el momento, pero al final no le darán la victoria. Sólo una estrategia asertiva basada en la verdad pondrá fin a la guerra y todos saldrán ganando —todas las demás estrategias fallan.

La Biblia dice acerca de quienes tienen estrategias subversivas…

“Tomad consejo, y será anulado; proferid palabra, y no será firme, porque Dios está con nosotros”. (Isaías 8:10)

D. ¿Qué puede decir… ¿cómo decirlo?

Una cosa es decidir a quién va a confrontar, pero ¡otra muy distinta decidir lo que va a decir! La preparación de lo que va a decir le ayudará a hablar con claridad y amorosamente cuando surja la necesidad de confrontar a otro.

“Manzana de oro con figuras de plata es la palabra dicha como conviene. Como zarcillo de oro y joyel de oro fino es el que reprende al sabio que tiene oído dócil”.

(Proverbios 25:11–12)

     Cómo confrontar el trato injusto que recibe un compañero de trabajo

—“Tal vez usted sintió que él no estaba haciendo bien su trabajo, pero, ¿piensa usted que es justo despedirlo sin darle una oportunidad para que cambie?”

—“Usted podría animarlo señalando las mejoras que necesita hacer dentro de su área de trabajo”.

     Cómo confrontar a un amigo que siempre llega tarde

—“Quedamos de vernos a la 1:00 para comer. Te he esperado una hora. ¿Entendí mal la hora en que quedamos?”

     Cómo confrontar a un amigo que traspasa nuestros límites

—“Tú sabes que me encanta hablar contigo, pero debes llamarme a una hora más temprana por la noche. Necesito dormir. Por tanto, no nos llamemos después de las 9:00 p.m.”.

     Cómo confrontar al cónyuge por no llamar cuando va a llegar tarde

—“Tuve la cena lista a las 6:30 los últimos cinco días, pero tú no avisaste que ibas a llegar tarde. Necesito que me avises a más tardar a las 6:15 si no vas a llegar a tiempo. Si para las 6:30 no has llamado, los niños y yo empezaremos a comer”.

     Cómo confrontar a un compañero por chismear y difamar a otros

—“¿Me puedes decir lo que dijiste a los demás acerca del proyecto que acabo de terminar?”

—“Escuché que dijiste que no te importa mi trabajo”.

—“Sería de mucha ayuda que me compartieras directamente tus preocupaciones. Sinceramente quiero hacer lo mejor que puedo y tomaré en cuenta tus comentarios”.

     Cómo confrontar a otros para que vean sus puntos ciegos

—“Sé que experimentaste la traición de tu amigo, ¿crees que es conveniente seguir confiando en él?”

—“¿Consideras que es bueno poner todos tus huevos emocionales en la misma canasta?”

     Cómo confrontar para poner o respetar los límites

—“No dejé de venir sin motivo. Tú escuchaste que tu madre dijo que no debo ayudarte con tu tarea porque no quiere que dependas de ayuda externa. Por favor entiende que me gusta trabajar contigo, pero debo respetar su petición”.

— “Dijiste que no volverías a comer dulces después de las 7:00 p.m. ¿Quieres que supervise tu cumplimiento?”

III.    Causas Para Evitar La Confrontación

¿Conoce a alguien arrogante, rudo y cruel, que sigue saliéndose con la suya? Aunque usted desea que cambie, en el fondo lo que quiere es que ¡reciba lo que se merece! Precisamente por eso, un hombre se negó a dar un mensaje que cambiaría la vida de un pueblo que él consideraba enemigo y que además era arrogante y cruel. Él no quiso confrontarlo y darle el mensaje divino porque a lo mejor cambiaban y no recibían el pago de su crueldad.

Dios dijo a Jonás que fuera a confrontar al pueblo rebelde de Nínive. Si no se arrepentía, Dios lo destruiría, pero Jonás quería su castigo. Así que se negó a llevar la advertencia. Por eso optó por embarcarse en una nave y viajar en dirección opuesta. Así fue como Dios usó una gran tormenta y un enorme pez para revelar su gran error. Finalmente, el profeta Jonás obedeció a Dios y confrontó al pueblo. Pero cuando éste se arrepintió y recibió la misericordia de Dios, Jonás no se sintió alegre ni agradecido. Él resintió que Dios tuviera misericordia y dio lugar al resentimiento. Él quería que fueran arrasados, quería venganza. Así que estuvo enfurruñado por un tiempo.

Jonás tenía una mente pasiva-agresiva. Pasivamente permaneció en silencio para que la gente no se arrepintiera y luego, agresivamente hizo todo lo que pudo para evitar que recibieran la misericordia divina. La mente de Jonás necesitaba una transformación radical y un cargamento de misericordia. Jonás sólo recibiría la bendición de Dios cuando estuviera dispuesto a ofrecer la misericordia divina. Él necesitaba conocer las palabras de Jesucristo:

“Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia”.

(Mateo 5:7)

A. ¿Por qué es tan difícil confrontar a otros?

Aunque la Biblia menciona muchos de los beneficios de la confrontación, con frecuencia evitamos confrontar a quienes nos ofenden. ¿Por qué evadimos los encuentros cara a cara cuando podrían restaurar una relación dañada?

Es difícil confrontar cuando…

     Es usted tímido. La confrontación requiere valentía y una fe firme en el Señor.

Pero… anímese. Dios siempre le dará la fuerza para hacer lo correcto.

“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. (Filipenses 4:13)

     Teme que la relación saldrá más dañada. Si el ofensor no reacciona adecuadamente, hay verdadero peligro de que la relación se dañe.

Pero… al confrontar con un espíritu correcto y en le forma correcta, usted puede confiar en que Dios va a cumplir su propósito a través de su confrontación.

“El que tiene en poco la disciplina menosprecia su alma; mas el que escucha la corrección tiene entendimiento”.

(Proverbios 15:32)

     Puede herir los sentimientos de otra persona. La confrontación no siempre produce dolor emocional. Pero su intervención puede ayudar a la persona a evitar sufrir las malas consecuencias de su comportamiento dañino. La honestidad en una amistad es más valiosa que las alabanzas y lisonjas excesivas.

Pero… es mejor hacer una pequeña herida ahora que un gran daño durante toda la vida.

“Fieles son las heridas del que ama; pero importunos los besos del que aborrece”. (Proverbios 27:6)

     Pone en peligro el avance de su carrera o las oportunidades de trabajo. Si usted confronta a un compañero de trabajo o a su supervisor, puede ganarse la reputación de ser una persona contenciosa o que le gusta buscar confrontaciones.

Pero… si usted confronta a los demás en amor y con una actitud correcta, su ofensor podrá ver que no está tratando de herirlo, sino de ayudarlo.

“Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno”.

(Colosenses 4:6)

     Usted sabe que tiene fallas y no quiere ser hipócrita. Esto es verdad —nadie es perfecto.

Pero… si usted espera a ser perfecto para ayudar a otros en sus imperfecciones, nunca confrontará el pecado de nadie. El requisito para la confrontación no es la perfección, sino la compasión que se duele de los demás que luchan con sus pecados.

“El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia”.

(Proverbios 28:13)

     Usted nunca ha presenciado la confrontación bíblica apropiada. Los patrones que usted observó en su infancia fueron discusiones iracundas y acusaciones inapropiadas.

Pero… no permita que los ejemplos negativos del pasado lo desanimen. Aprenda lo que es la confrontación bíblica y practíquela.

“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”.

(Romanos 12:2)

B.  ¿Por qué debe ser asertiva la confrontación?

Lo motivos incorrectos conducen a practicar una confrontación deficiente. Deben mantenerse en equilibrio dos objetivos: Por un lado, es necesario señalar el comportamiento negativo. Por otro, debe conservar una relación respetuosa. Tres de los cuatro estilos que a continuación se mencionan producen resultados negativos porque no se conserva este equilibrio. Sólo uno de ellos trata con el problema de la conducta y al mismo tiempo, conserva la relación.

“Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte”.

(Proverbios 14:12)

     El acercamiento pasivo: “Retirarse y mantenerse lejos”

Si usted evita la confrontación por temor, acepta mantener el estado mental de, yo pierdo, tú ganas.

Más bien…

—Enfrente a su ofensor y ponga límites en la relación. Esto le proveerá una mejor oportunidad de obtener respeto.

—Esté dispuesto a dejar la relación si la ofensa es muy seria o el ofensor es peligroso. Así se protegerá a sí mismo y posiblemente haga que el ofensor cambie.

“No reprendas al escarnecedor, para que no te aborrezca; corrige al sabio, y te amará”. (Proverbios 9:8)

     El acercamiento agresivo: “Te ajustas o te vas”

Si su confrontación se convierte en un ataque porque usted debe ganar, está asumiendo la posición de ¡yo gano, tu pierdes!

Más bien…

—Mire más allá del corto plazo con objeto de ganar una relación de respeto mutuo y de largo plazo. En esto consiste la confrontación exitosa. Procure entender las necesidades más profundas de su ofensor que se manifiestan en su comportamiento erróneo.

—Trate de llegar a un compromiso saludable que produzca el cambio de conducta necesario para preservar la relación con su ofensor.

“No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor”. (Romanos 12:19)

     El acercamiento pasivo-agresivo: “Hazlo como quieras—pero pagarás las consecuencias”

Si usted tiende una emboscada al carácter de la otra persona porque se siente impotente, entonces su posición es, ¡yo pierdo, pero tú también!

Más bien…

—Evite la trampa de minar el carácter del otro en vez de confrontarlo directamente. La tentación de propagar chismes o calumnias es un acercamiento pasivo-agresivo que no resuelve el comportamiento ofensivo.

—Si es necesario, retírese temporalmente de su ofensor, pero no permita que su necesidad de pensar bien las cosas interfiera con la confrontación directa.

“El hijo sabio recibe el consejo del padre; mas el burlador no escucha las reprensiones”. (Proverbios 13:1)

     El acercamiento asertivo: “debo hacer lo que Dios dice”

Cuando usted confronta asertivamente porque le preocupa la relación y desea que haya un cambio en el comportamiento, su meta es llegar a una solución donde, ¡ambos ganen!

Reconozca…

—Que el premio de la confrontación asertiva es más confianza y respeto. Esto produce una relación más profunda y satisfactoria. Además, la confrontación es un medio para lograr mayor unidad en el cuerpo de Cristo.

—La confrontación asertiva puede producir un conflicto temporal, pero generalmente tiene una ganancia a largo plazo. Cuando aprendemos a confrontar asertivamente, se fortalecen las relaciones y las vidas cambian.

“Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer”.

(1 Corintios 1:10)

 

C. ¿Cuáles son los “11 mandamientos” de la confrontación?

La Biblia es un tratado de relaciones porque revela el estándar divino para la forma en que debemos interactuar unos con otros. Por tanto, usted tiene apoyo bíblico para confrontar al que viola ese estándar y traspasa sus límites morales, físicos o emocionales, o los de otra persona.

Los 11 mandamientos de la confrontación

#1        Dios declara que usted debe mostrar respeto y ser respetado.

“Honrad a todos. Amad a los hermanos. Temed a Dios. Honrad al rey”. (1 Pedro 2:17)

#2        Dios dice que usted debe hablar la verdad y que los demás deben hablarle con la verdad.

“Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros”. (Efesios 4:25)

#3        Dios afirma que usted debe escuchar a otros y que ellos deben escucharlo a usted.

“Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse”. (Santiago 1:19)

#4        Dios declara que usted puede expresar una ira sana y que otros pueden expresar su ira contra usted en forma apropiada.

“Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo”. (Efesios 4:26)

#5        Dios dice que usted debe dar y recibir reprensiones justas.

“El oído que escucha las amonestaciones de la vida, entre los sabios morará”. (Proverbios 15:31)

#6        Dios afirma que usted debe valorar y proteger su conciencia.

“De esta manera, pues, pecando contra los hermanos e hiriendo su débil conciencia, contra Cristo pecáis”. (1 Corintios 8:12)

#7        Dios declara que usted puede decir que “no” sin sentirse culpable.

“Enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente”. (Tito 2:12)

#8        Dios dice que usted debe alejarse de una situación de maltrato.

“No te entremetas con el iracundo, Ni te acompañes con el hombre de enojos”. (Proverbios 22:24)

#9        Dios afirma que usted debe reunir a las partes en oposición para descubrir cuál es la verdad.

“Justo parece el primero que aboga por su causa; pero viene su adversario, y le descubre”. (Proverbios 18:17)

#10      Dios declara que usted debe buscar apoyo emocional y espiritual en otros.

“No dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca”.

(Hebreos 10:25)

#11      Dios dice que usted debe apelar a una autoridad superior cuando sea necesario.

“Porque si algún agravio, o cosa alguna digna de muerte he hecho, no rehúso morir; pero si nada hay de las cosas de que éstos me acusan, nadie puede entregarme a ellos. A César apelo”.

(Hechos 25:11)

D. La raíz de la confusión

Todos tenemos tres necesidades íntimas dadas por Dios: amor, significado y seguridad. El temor nos puede paralizar si creemos erróneamente que confrontar una actitud ofensiva evitará que nuestras necesidades sean llenadas. Si usted se resiste a confrontar, está viviendo una mentira. El Señor promete llenar sus necesidades.

“Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”.

(Filipenses 4:19)

Creencia equivocada en cuanto a la confrontación:

El pasivo dice: “Si confronto a los demás, el resultado será desastroso. Saldré herido, heriré a otros y nuestra relación saldrá afectada. Si evito la confrontación, protegeré de cualquier daño mis necesidades básicas. La única forma de agradar a quienes me rodean es guardando silencio”.

El agresivo dice: “Si no confronto a los demás, el resultado será perjudicial. Yo perderé, ellos ganarán, y no obtendré mis metas. Si confronto, mis necesidades básicas sean llenadas. La única forma de lograr mis metas es enfrentando a los demás”.

El pasivo-agresivo dice: “Si confronto, tal vez sea rechazado, pero si no lo hago, seré humillado. Si escondo mi descontento, encontraré la forma de obtener lo que quiero sin arriesgar una pérdida significativa. La única forma de alcanzar mis metas es evitando la confrontación directa, pero puedo atacar desde una distancia segura”.

Creencia correcta en cuanto a la confrontación:

La persona asertiva dice: “No temeré o exageraré las oportunidades de confrontar a los demás. Como estoy seguro de que Dios me ama profundamente, estoy eternamente seguro y tengo un verdadero significado. Por eso, estoy dispuesto a confrontar con confianza, sabiendo que la confrontación produce crecimiento y cambios positivos”.

“Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo”. (Gálatas 1:10)

IV.     Pasos Para Encontrar La Solución

¿Cómo confrontar a una persona que tiene mucha influencia, que evidentemente está mal y usted es la persona idónea para hacerlo? Usted sabe que la confrontación puede encender la mecha que hará estallar la pólvora del conflicto. Aunque lo haga con mucho cuidado, la persona podría convertirlo a usted en el blanco de su ira explosiva. ¿Existe alguna forma sabia de hacer que alguien se convenza y decida corregir su proceder?

Un hombre muy famoso—casado—usó su posición, poder y popularidad para explotar a una mujer que no era su esposa y obtener placer personal. ¡Qué fácil fue para ese líder nacional, jefe de estado, tratar de tapar de inmediato su “indiscreción”! Él era tan popular, que todos los que formaban su círculo de políticos lo defendieron. Cualquier informe de su aventura se negaba y desacreditaba inmediatamente. Suponga que a usted le tocara confrontarlo. ¿Cómo empezaría?

Un hombre recibió ese mismo encargo y se las arregló para tener una reunión cara a cara y confrontar al líder carismático. Con sencillez le relató la historia de alguien que había tenido una posición similar a la de él. El relato describía a un rico que robó la única mascota de un pobre. El rey se enfureció por la injusticia y con ira condenó al culpable. El momento se cargó de emociones y el profeta Natán aprovechó para invertir los papeles y decir al rey: “Entonces dijo Natán a David: Tú eres aquel hombre…” (2 Samuel 12:7).

¡Qué confrontación tan asertiva! Natán tenía un gran discernimiento y era muy directo. Como resultado, David fue movido por una convicción de pecado genuina, confesó su falta y se arrepintió. Esa confrontación resultó en una tristeza para arrepentimiento que literalmente cambió su vida.

“Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte”.

(2 Corintios 7:10)

A. Versículo clave para memorizar

“Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado. Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo”.

(Gálatas 6:1–2)

B.  Pasaje clave para leer y meditar

Mateo 18:15–17

Pasos espirituales para confrontar a los ofensores

     Primer paso: Confronte a solas

 

v. 15

 

“Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano”.

 

 

 

—para preservar la dignidad de la otra persona

 

 

 

—para mostrar respeto por ella

 

 

 

—para darle ocasión de aclarar sus motivos

 

 

 

—para darle oportunidad de que se arrepienta

 

 

 

—para dar la posibilidad de una reconciliación

 

 

 

     Segundo paso: confronte con testigos

 

v. 16

 

“Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra”.

 

 

 

—para enfatizar la seriedad de la ofensa

 

 

 

—para expresar la preocupación de otras personas

 

 

 

—para confirmar y aclarar la acusación

 

 

 

—para dar una segunda oportunidad de que se arrepienta

 

 

 

—para que rinda cuentas y haya cambio

 

 

 

     Paso tres: confronte ante la iglesia

 

v. 17

 

“Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano”.

 

 

 

—para revelar la severidad de la ofensa

 

 

 

—para demostrar a la iglesia cómo es la confrontación correcta

 

 

 

—para darle otra oportunidad de arrepentimiento

 

 

 

—para ofrecer restauración a la persona de parte de la iglesia

 

 

 

—para disciplinar a los que no se arrepienten por el bien de la unidad en la iglesia

 

 

 

C. Preparación personal para la confrontación

Lista de comprobación personal

     ¿Es su corazón recto?

—Analice el conflicto desde el punto de vista del ofensor y escúchelo para poder entender sus pensamientos, sentimientos y preocupaciones.

—Acepte que usted es falible. Un buen principio que debe recordar es: “Cuando se equivoque, admítalo. Cuando esté en lo correcto no diga nada”.

—Acepte la responsabilidad de sus reacciones sentimentales. Usted no puede culpar a otro de sus explosiones emocionales.

—Sea humilde. ¿Habrá algo que Dios quiere enseñarle a través de esta circunstancia y más allá del conflicto inmediato?

“Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno”. (Salmos 139:23–24)

     ¿Tiene control de su lengua?

Tal vez no se ha dado cuenta de que alguien lo ofendió hasta que se ve tentado a herir a alguien con sus palabras. Si usted descubre que está siendo sarcástico, que está usando insinuaciones sutiles o bromas, hablando detrás de alguien, destrozando la reputación de otro, mintiendo, gruñendo o quejándose, no está en posición de confrontar en forma amorosa.

“El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca”. (Lucas 6:45)

     ¿Está dispuesto a pedir perdón a su ofensor? Cuando usted pide perdón por sus faltas, a menudo los demás están dispuestos a ver y convencerse de sus propias faltas y responderán con un “sí, ¿me perdonas también?”

“Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho”. (Santiago 5:16)

     ¿Ha perdonado a su ofensor? El perdón no significa que usted acepta la ofensa de esa persona. Más bien, es el acto de liberar a esa persona de su obligación para con usted. El perdón va más allá de la justicia —es lo que Dios hizo por usted cuando aceptó la muerte de Cristo en vez de la de usted. Usted puede perdonar a quien le ha ofendido aunque esa persona no sepa que lo ofendió.

“Soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros”. (Colosenses 3:13)

     ¿Ha orado por su ofensor? Pídale a Dios que intervenga y ayude al ofensor a reconocer su comportamiento pecaminoso y se aleje de él para que Dios sea glorificado en la vida de esa persona.

“Así que, lejos sea de mí que peque yo contra Jehová cesando de rogar por vosotros; antes os instruiré en el camino bueno y recto”. (1 Samuel 12:23)

     ¿Le interesa su ofensor? Acérquese en oración y con corazón tierno a la persona que quiere corregir. Una buena señal de que usted en verdad se preocupa por la persona es que se le dificulta hacer la confrontación. Esto demuestra que usted ha pensado en el asunto desde la perspectiva del ofensor.

“Así habló Jehová de los ejércitos, diciendo: Juzgad conforme a la verdad, y haced misericordia y piedad cada cual con su hermano”. (Zacarías 7:9)

     ¿Es usted sensible al dolor de su ofensor? Hay un adagio que dice: “Las personas heridas hieren a otros”. No permita que su dolor sea el asunto central de la confrontación.

“Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran”. (Romanos 12:15)

     ¿Su meta para la confrontación se equipara con el nivel de la ofensa? Tal vez se sienta tentado a exagerar la ofensa porque no ha encontrado alivio a su herida. La severidad del encuentro debe equilibrarse para nivelarla con la severidad de la ofensa.

“Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios”. (Miqueas 6:8)

     ¿Terminará la tarea y ayudará a su ofensor? ¿Está dispuesto a hacer lo que sea necesario para trabajar con el ofensor y superar los patrones pecaminosos por el bien de su relación y por obediencia a Dios? Antes de confrontar, asegúrese de que está dispuesto a invertir el tiempo y la energía necesarios para animar al ofensor a que venza su comportamiento ofensivo.

“Le basta a tal persona esta reprensión hecha por muchos; así que, al contrario, vosotros más bien debéis perdonarle y consolarle, para que no sea consumido de demasiada tristeza. Por lo cual os ruego que confirméis el amor para con él”. (2 Corintios 2:6–8)

   “¿Es chisme o difamación pedir consejo a alguien acerca de cómo debo confrontar al que me ha ofendido?”

El principio que dice que debe confrontar primero a la persona a solas no elimina que busque consejo sabio acerca de cómo hacerlo. Debe ser cuidadoso de con quién habla, pero necesita consejo antes de una confrontación difícil. El primer paso de la confrontación debe hacerse en privado, porque es más fácil para el ofensor cambiar si va usted solo.

“Escucha el consejo, y recibe la corrección, para que seas sabio en tu vejez”. (Proverbios 19:20)

Elija el lugar correcto para la confrontación

Después de tomar la decisión de confrontar, debe decidir la mejor forma de hacerlo para que la persona reciba el mayor beneficio. Debido a que distintos métodos producen diferentes resultados, considere los siguientes escenarios y cómo puede usarlos mejor para ayudar a la persona que va a confrontar.

Cara a cara (generalmente la primera opción)

 

 

 

Ventajas

 

Desventajas

 

     La forma más íntima de comunicación

     Le permite…

expresar su inquietud en persona

ver la reacción inmediata

leer el lenguaje corporal

     Le permite…

escuchar el tono de voz

recibir retroalimentación

aclarar malos entendidos

determinar la aceptación o rechazo

de la confrontación

     Permite al ofensor ver su preocupación y cuidado por las expresiones faciales, ojos y lenguaje corporal de usted

 

     Más amenazante para el ofensor y el confrontador

     Da poco tiempo para que el ofensor analice las palabras y procese su respuesta

     Puede ser muy emocional

     Hay poco control sobre lo que se dice y se escucha, puede conducir a comentarios indebidos

     No es aconsejable si está usted en una relación sexual inmoral con la persona que quiere confrontar

 

Teléfono (generalmente la segunda opción)

 

 

 

Ventajas

 

Desventajas

 

     Menos formal que cara a cara

más fácil hacer la cita

permite la confrontación directa con

menos intensidad

     A veces provee más privacidad que tratar de encontrarse con la persona

     Le permite…

ver la reacción inmediata

escuchar el tono de voz

recibir retroalimentación inmediata

aclarar malos entendidos

determinar la aceptación o rechazo

de la confrontación

     Provee seguridad permitiendo que ambas partes tengan la opción de terminar la conversación

     Provee una mejor oportunidad de contactarse en otras ocasiones para hacer el seguimiento

 

     La urgencia puede ser más amenazante para el ofensor

     Da al ofensor poco tiempo para procesar su reacción

     No le permite a usted expresar calidez o preocupación a través del lenguaje corporal

     El ofensor puede terminarla más fácilmente, antes de resolverse el conflicto

 

Por carta o e-mail (la tercera opción)

 

 

 

Ventajas

 

Desventajas

 

     Ofrece el escenario más objetivo porque no se hace apresuradamente

     Provee el control de palabras, oportunidad y expresión

     Provee una distancia saludable de un abusador físico, sexual o emocional

     Permite leer la carta varias veces para entender mejor el asunto

     Es el medio de dar a conocer nuestros sentimientos sin necesidad de confrontar

 

     Establece un registro permanente que no puede ser destruido

     Algunas conductas negativas requieren de una confrontación personal para tratar la necesidad del cambio

     El ofensor puede elegir no responder

     Puede requerirse una plática de seguimiento para resolver el conflicto y otorgarse el perdón mutuo

 

D. Cómo realizar una confrontación cara a cara

Ponga sus metas para la confrontación

     Controle el tiempo y el lugar cuanto sea posible para minimizar las distracciones y aumentar la privacidad y el acercamiento. Es mejor contar con un lugar neutral donde no haya las distracciones del teléfono, televisión, música o Internet.

“Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora”. (Eclesiastés 3:1)

     Empiece con una declaración positiva, un cumplido sincero o una expresión de amor sincero. Insista en el aspecto positivo de la relación.

“El odio despierta rencillas; pero el amor cubrirá todas las faltas”. (Proverbios 10:12)

     Hable directa y honestamente, pero también amable y respetuosamente.

“Sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros; teniendo buena conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo”.

(1 Pedro 3:15–16)

     Mantenga la conversación al nivel personal. No hable por un grupo o por otros. (No diga: “Algunos sienten que…”, sino “he notado…”) Asuma la responsabilidad de su compromiso de buscar la corrección.

“…El conocimiento envanece, pero el amor edifica”.

(1 Corintios 8:1)

     Mencione el comportamiento y los sucesos en vez del carácter y los hábitos

     ¡No use las palabras “siempre/nunca”

     No diga: “Eres un irresponsable,” o “Eres demasiado orgulloso”. Mas bien, diga: “Has llegado tarde a nuestras últimas tres citas”, o: “Cuando (escuché o vi tal acción de tu parte), me sentí (triste, enojado, asustado), porque (mencione la razón)”.

“El sabio de corazón es llamado prudente, y la dulzura de labios aumenta el saber”. (Proverbios 16:21)

     Use términos concretos y específicos en vez de generalidades o suposiciones.

“Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada; mas la lengua de los sabios es medicina”. (Proverbios 12:18)

     No se centre en su propio dolor, sino en la necesidad que el ofensor tiene de arrepentirse y cambiar.

“El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento”. (2 Pedro 3:9)

     Escuche al ofensor. Prepárese para cambiar su perspectiva de la ofensa si es necesario.

“Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse”.

(Santiago 1:19)

     Ayude al ofensor a procesar su culpa y vergüenza y ofrézcale perdón.

“Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”. (Efesios 4:32)

     Ofrezca esperanza. Diseñe un plan para la reconciliación que lo incluya tanto a usted, como al ofensor y al ofendido.

“Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis”. (Jeremías 29:11)

     Prepárese para la hostilidad y falta de cooperación. Algunas personas necesitan más tiempo para procesar la confrontación antes de aceptar su responsabilidad. Deje abierta la puerta para una entrevista posterior. Mantenga un espíritu positivo de humildad, esperanza, paciencia y ánimo.

“Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido; que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad, y escapen del lazo del diablo, en que están cautivos a voluntad de él”. (2 Timoteo 2:24–26)

   “¿Cómo debo reaccionar cuando alguien responde a la defensiva o con enojo cuando lo confronto?”

Usted no puede controlar las reacciones de los demás. Si usted hace la confrontación con amor y responsabilidad y la persona no responde en forma correcta, entregue la situación a Dios. Cada persona es directamente responsable delante del Señor por su mal comportamiento. En última instancia, él nos juzgará a todos con justicia.

“De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí”. (Romanos 14:12)

   “Si he confrontado a alguien por su mal comportamiento y persiste en contradecir mis palabras, ¿debo seguir insistiendo?”

Si no hay cambio después de varios intentos de confrontar a alguien que evidentemente está mal, no continúe haciéndolo. La Biblia dice: “Sacúdete el polvo de tus pies”.

“Y si alguno no os recibiere, ni oyere vuestras palabras, salid de aquella casa o ciudad, y sacudid el polvo de vuestros pies”.

(Mateo 10:14)

   “Si alguien se rehúsa a aceptar su responsabilidad cuando es confrontado, ¿puedo acusar a esa persona ante los tribunales? ¿Qué puedo hacer legalmente cuando una persona me ha causado pérdidas materiales o psicológicas?”

La meta de la confrontación es corregir a alguien que está mal con objeto de promover la unidad y la paz. Los litigios se usan cuando hay violación de los derechos y la persona no acepta su responsabilidad. Estos casi nunca producen la unidad o la paz. Por eso es que las Escrituras instruyen a los cristianos a arreglar sus conflictos fuera de los tribunales (1 Corintios 6:1–7). Algunas disputas pueden arreglarse mejor con la ayuda de otros. Ellos escucharán a ambas partes y después mediarán para llegar a un arreglo (Mateo 18:15–17). Aunque la Biblia no prohíbe denunciar a un incrédulo, Dios siempre desea que haya reconciliación.

“Cuando vayas al magistrado con tu adversario, procura en el camino arreglarte con él, no sea que te arrastre al juez, y el juez te entregue al alguacil, y el alguacil te meta en la cárcel”. (Lucas 12:58)

Diferencias entre las confrontaciones constructivas y destructivas

 

Confrontación destructiva…

 

Confrontación constructiva…

 

     se centra en el carácter

 

     se centra en el comportamiento

 

     usa palabras degradantes, acusadoras o amenazadoras para motivar al cambio

 

     usa palabras amorosas, de esperanza y ánimo para motivar al cambio

 

     asume que hubo un motivo negativo para la conducta ofensiva

 

     asume que el deseo es crecer y ser más como Cristo

 

     no provee la oportunidad de pedir disculpas y hacer restitución

 

     invita a la confesión y está dispuesto a perdonar y reconciliarse

 

     demanda corrección inmediata como condición para seguir la relación

 

     da tiempo para crecer y aprender mejores conductas

 

     no menciona las consecuencias o las pone demasiado rígidas

 

     ofrece consecuencias apropiadas que desarrollan el carácter y la responsabilidad

 

     pone toda la responsabilidad del cambio en el ofensor

 

     acepta la responsabilidad de dar cuentas durante el proceso de cambio

 

“El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

El amor nunca deja de ser…”

(1 Corintios 13:4–8)

E.  Cómo dominar el acercamiento asertivo de confrontar

El secreto para dominar la confrontación es aprender no sólo a confrontar asertivamente, sino a interactuar con eficacia ante las distintas reacciones de las personas. Por ejemplo, su acercamiento con una persona pasiva debe ser distinto al de una agresiva.

Componentes esenciales de la confrontación asertiva

     Empiece con una declaración positiva —un elogio sincero.

—“Me interesa conservar nuestra relación. Aprecio mucho tu (mencione una cualidad de su carácter)”.

     Describa el comportamiento inaceptable y cómo le afectó a usted. (Sólo mencione los hechos. No ataque al otro.)

—“Las últimas tres veces que debíamos salir a las 8:45, tú llegaste tarde y no salimos sino hasta después de las 9:00. La verdad es que llegar tarde no sólo me hace sentir mal, sino que es una falta de respeto”.

     Exprese sus expectativas.

—“Me gustaría mucho que nos fuéramos juntos. No importa lo que tú decidas hacer, yo he decidido que voy a ser puntual de aquí en adelante”.

     Comunique las consecuencias junto con un plan de rendir cuentas.

—“Para poder llegar a tiempo la semana próxima, debemos salir a las 8:45. Si no estás aquí para esa hora, me iré sin ti. Sin embargo, me gustaría mucho que nos fuéramos juntos”.

“Da al sabio, y será más sabio; enseña al justo, y aumentará su saber”. (Proverbios 9:9)

#1  Cómo confrontar a los “elusivos”—el acercamientos asertivo con personas pasivas

Con las personas pasivas, maneje la situación amablemente pero con firmeza. El temor al fracaso las hace evadir sus responsabilidades. Como confrontador asertivo, su meta no debe ser sacarlas de su zona de comodidad, sino lograr su cooperación y llegar a un plan de común acuerdo para rendir cuentas del cambio de comportamiento. Analice el siguiente ejemplo de confrontación con una persona pasiva que continuamente llega tarde:

     Involúcrela en el problema y sugiera soluciones. Contrarreste sus objeciones diciéndole que sí es posible cambiar de conducta

—“¿Cómo te sientes cuando llegas tarde?” (Espere su respuesta.) “Me alegra escuchar que no te gusta hacerlo. ¿Qué haces antes de salir que te hace llegar tarde? ¿Qué alternativa creativa crees que solucione esto? ¿Qué piensas acerca de planificar estar aquí a las 8:30 en lugar de las 8:45? Podrías adelantar tu reloj quince minutos para ayudarte a ser puntual”.

     Declare en términos específicos y mensurables lo que espera de ella.

—“Si vamos a ir juntos, necesito que estés aquí a las 8:45. Espero que si no vas a poder cumplir, me llames a más tardar a las 8:30 para hacer otros arreglos”.

     Proponga pasos simples para ayudarle a tomar decisiones.

—“¿Prefieres estar aquí a las 8:45 para irnos juntos, o quieres que haga otros arreglos?”

     Obtenga su aceptación para llegar hasta el final y hágala responsable de ello.

—“¿Estás de acuerdo en que no vas a llegar más tarde de las 8:45?” (Espere su respuesta.) “¡Gracias! Esto significa mucho para mí. Para asegurarnos que vamos por el camino correcto, llámame a las 8:30 para estar seguro de que estás saliendo a tiempo. Estoy seguro que no te gusta llegar tarde y que te has propuesto ser puntual”.

“Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz, y camino de vida las reprensiones que te instruyen”.

(Proverbios 6:23)

#2  Cómo confrontar a los “atacantes”—el acercamiento asertivo para personas agresivas

Trate en forma directa con el agresivo porque generalmente reacciona bien cuando alguien lo enfrenta. Decida conscientemente mantenerse calmado pero firme, sin dejarse intimidar ni enojarse aunque lo provoque. (Recuerde que los pasivos pueden pensar que usted es agresivo cuando actúa asertivamente.) La meta no es ganar una discusión, sino llegar a un acuerdo de que se requiere el cambio de comportamiento. Después diseñen juntos un plan para lograrlo.

     Reclame cualquier control sobre su propia vida que haya entregado a la persona.

—“Hasta ahora, no he dicho nada acerca de tus llegadas tarde. Sin embargo, la puntualidad es muy importante para mí. En el futuro, planeo llegar a tiempo aunque tenga que irme solo. Así que si quieres irte conmigo, debes ser puntual”.

     Dé tiempo a la persona agresiva para que hable y después repita lo que ella dijo.

—“Lo que entiendo es que estás diciendo que… ¿Es verdad? ¿Hay algo más que quieras añadir?”

     Aplaque cualquier brote de agresividad.

—“Reconozco que no pensamos lo mismo acerca de esta situación. Mi deseo de llegar a tiempo no es un ataque contra ti. Para mí, la impuntualidad es un asunto de integridad, un hábito destructivo que sólo tú tienes la capacidad de cambiar. ¿Te das cuenta por qué es tan importante no sólo para mí, sino también para ti?” (Espere la respuesta.) “¡Muy bien!”

     Explique las cosas: establezca el principio y defiéndalo.

—“Necesito que te comprometas a ser puntual. Si no la haces tu prioridad, haré otros arreglos para irme solo. Tal vez no consideres que este sea un asunto de integridad, pero yo sí. La integridad incluye ser confiable y fiel en cumplir tu palabra. Debido a que sé que quieres ser íntegro, debes desarrollar este hábito”.

“Pobreza y vergüenza tendrá el que menosprecia el consejo; mas el que guarda la corrección recibirá honra”.

(Proverbios 13:18)

#3  Cómo confrontar a los “que preparan emboscadas”—El estilo asertivo a los pasivo-agresivos

Enfrente directa y claramente a los que son pasivo-agresivos. Debido a que temen declarar sus deseos en una interacción directa, su meta será confrontar sus ataques indirectos y darles la libertad de dar a conocer sus anhelos.

     Hable de su comportamiento ofensivo y hágalos responsables de sus motivos ocultos.

—“Llegaste tarde 15 minutes las últimas tres veces. Me pregunto si esto lo haces adrede o quieres comenzar un juego de poder”.

     Confronte su hostilidad invitando a la persona a que exprese sus críticas abierta y directamente.

—“¿Hay alguna razón por la que quieres llegar tarde? ¿Te he ofendido en algo? ¿He hecho algo para que me tengas miedo?”

     Hágalos responsables de pedir lo que quieren.

—“Quiero que me hables en forma directa y me digas exactamente lo que quieres —¡lo necesito! No puedo leer tu mente. ¿Lo harás por mí y lo que es más importante, por ti?”

     Establezca sus expectativas de tener una comunicación directa entre los dos, junto con las consecuencias de no hacerlo.

—“Puedo ver que el problema subyacente no es tu tardanza, sino tu falta de comunicación directa. Tal vez no consideres que este sea un asunto de integridad, pero yo sí. En el futuro, espero que llegues a tiempo si es que vamos a salir juntos. De otro modo, nos iremos separados. Lo que es más importante, espero que me comuniques personalmente cualquier problema que tengas conmigo. Estamos de acuerdo en esto?”

“La integridad de los rectos los encaminará; pero destruirá a los pecadores la perversidad de ellos”.

(Proverbios 11:3)

F.  Confrontación grupal para resolver problemas crónicos

¿Qué hace usted cuando confronta a un ser querido que tiene un problema crónico como una adicción, un mal hábito o cualquier otro comportamiento auto destructivo o que pone en peligro a otros, y se niega a cambiar? Cuando la confrontación personal no produce la corrección y el cambio de vida, utilice la dinámica de grupo, ¡varias personas tienen más fuerza!

En muchas ocasiones, la confrontación personal y las súplicas caen en oídos sordos. Incluso, cuando varios individuos hacen la confrontación cara a cara, las súplicas son ignoradas. Como individuo usted no tiene poder, pero con un grupo puede ser dinamita pura. Un grupo puede recibir el poder de Dios para hacer lo imposible. La palabra de Dios especifica cómo se hace una intervención de esa naturaleza.

“Por tanto, si tu hermano peca contra ti, vé y repréndelo estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra”.

(Mateo 18:15–16)

     Ore al Señor pidiendo sabiduría y entendimiento.

“Porque Jehová da la sabiduría, y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia”. (Proverbios 2:6)

     Infórmese acerca de la adicción específica del ofensor o su pecado recurrente.

“Escucha el consejo, y recibe la corrección, para que seas sabio en tu vejez”. (Proverbios 19:20)

     Obtenga la ayuda de las personas claves que han sido afectadas por el comportamiento dañino del ofensor y que estén dispuestas a confrontarlo (familia, amigos, empleador, compañeros, líder espiritual).

“El testigo verdadero libra las almas; mas el engañoso hablará mentiras”. (Proverbios 14:25)

     En la más absoluta confidencialidad y sin que se encuentre presente el ofensor, reúnase con ese grupo clave y repasen qué y cómo van a hablar, así como el orden en que lo van a hacer.

“Mejor es reprensión manifiesta que amor oculto. Fieles son las heridas del que ama; pero importunos los besos del que aborrece”. (Proverbios 27:5–6)

     La segunda reunión será con el ofensor. En ella, cada uno tomará su turno para comunicarle su sincera preocupación. Después, cada uno compartirá su confrontación ensayada (Vea a continuación las Cuatro claves de una súplica).

“Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada; mas la lengua de los sabios es medicina”. (Proverbios 12:18)

Las cuatro claves de una súplica

#1  Céntrese en la persona

     Afirme, no ataque.

—“Quiero que sepas cuánto te aprecio (o te amo), y estoy sinceramente preocupado por tu conducta”.

“Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes”. (Efesios 4:29)

#2  El pasado

     Mencione un ejemplo reciente y específico que describa la conducta negativa del ofensor y el impacto que tuvo sobre usted.

—“Ayer que estabas borracho me sentí muy humillada cuando hablaste incoherencias delante de mi amiga”.

“El que habla verdad declara justicia; mas el testigo mentiroso, engaño”. (Proverbios 12:17)

—Sea breve y exprese sus ejemplos en tres o cuatro oraciones.

“El que ahorra sus palabras tiene sabiduría; de espíritu prudente es el hombre entendido”. (Proverbios 17:27)

#3  El dolor

     Enfatice el impacto doloroso que ha tenido en usted el comportamiento del adicto utilizando afirmaciones en primera persona del singular.

—“Me sentí profundamente herida y degradada por la forma en que me gritaste”.

“El corazón del sabio hace prudente su boca, y añade gracia a sus labios”. (Proverbios 16:23)

#4  La súplica

     Haga una súplica personal pidiendo a su ser querido que acepte recibir tratamiento.

—“Te ruego que aceptes ayuda para superar (mencione su comportamiento ofensivo). Si lo aceptas, puedes contar con mi ayuda y mi más profundo respeto”.

“La muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos”. (Proverbios 18:21)

     Si acepta el tratamiento, esté listo para iniciar el plan de inmediato.

—“Ya hemos empacado tu maleta y te hemos inscrito en el programa de rehabilitación de (mencione el programa)”.

“Libra a los que son llevados a la muerte; salva a los que están en peligro de muerte. Porque si dijeres: Ciertamente no lo supimos, ¿acaso no lo entenderá el que pesa los corazones? El que mira por tu alma, él lo conocerá, y dará al hombre según sus obras”. (Proverbios 24:11–12)

     Si rehúsa el tratamiento, haga una lista de las repercusiones.

—“No podemos permitir que sigas en esta casa o que estés con tu familia hasta que estés limpio y sobrio durante (determine un período de tiempo específico)”.

“La reconvención es molesta al que deja el camino; y el que aborrece la corrección morirá”. (Proverbios 15:10)

G. ¿Cuál es la mejor reacción a una confrontación?

“Pobreza y vergüenza tendrá el que menosprecia el consejo; mas el que guarda la corrección recibirá honra”. (Proverbios 13:18)

     Ponga primero su relación que sus derechos personales.

“Así que, por cierto es ya una falta en vosotros que tengáis pleitos entre vosotros mismos. ¿Por qué no sufrís más bien el agravio? ¿Por qué no sufrís más bien el ser defraudados?”

(1 Corintios 6:7)

     Tenga un corazón dispuesto a entender la perspectiva de la otra persona. Acepte cambiar lo que sea necesario y sanar las tensiones que se han acumulado en su relación.

“Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres”. (Romanos 12:18)

     Escuche con cuidado aunque no esté de acuerdo con la perspectiva de la otra persona. Antes de responder, tome un tiempo para analizar lo que la otra persona le ha dicho.

“Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse”. (Santiago 1:19)

     Responda con humildad. Entregue su reputación a Dios y pídale que le ayude en sus relaciones.

“Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo”. (1 Pedro 5:6)

     Considere a los que le confrontan como regalo de Dios. Las lisonjas inflan su orgullo, pero la confrontación le hace crecer en el Señor.

“Fieles son las heridas del que ama; pero importunos los besos del que aborrece”. (Proverbios 27:6)

     Conserve la dignidad y el discernimiento. Permita que Dios le hable a través de la persona. La persona que lo confronta puede ayudarle a superar ese obstáculo en su vida. Aún cuando no esté de acuerdo con la persona que lo está confrontando, Dios puede utilizar esa oportunidad para que usted agradezca a esa persona el valor que mostró al confrontarlo y por la forma en que aprecia su relación.

“El que tiene en poco la disciplina menosprecia su alma; mas el que escucha la corrección tiene entendimiento”.

(Proverbios 15:32)

     No se ponga a la defensiva ni sea agresivo, sino considere lo que le dice la persona que lo está confrontando. Dios puede estar usándola para hacer que usted se acerque más al Señor. Los beneficios de la confrontación pueden incluir mayor cercanía con Dios, llevar un estilo de vida más amoroso y crecer en intimidad con quien lo confrontó.

“El hombre que reprendido endurece la cerviz, de repente será quebrantado, y no habrá para él medicina”. (Proverbios 29:1)

El artista utiliza el cincel y el martillo para retirar los pedazos de granito y producir una hermosa escultura. Dios, que es el escultor maestro, desea tomarlo en sus manos para que sea el martillo o el cincel que produzca una extraordinaria obra de arte y formar el carácter de Cristo en la persona que usted confronte.

—June Hunt




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