EL CÓNYUGE INCRÉDULO | El poder de un testimonio silencioso

 


El cónyuge incrédulo

El poder de un testimonio silencioso

por June Hunt

En una corte de justicia los testigos dan fe de lo que han visto y experimentado personalmente. Su testimonio puede cambiar totalmente el resultado del juicio. En Hechos 1:8 Jesús dijo a sus seguidores: “y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”. Desde entonces, y por más de dos mil años, el privilegio de los creyentes ha sido testificar a los demás acerca de la gracia salvadora de Cristo y el amor que cambia vidas. Recuerde, en una corte de justicia la evidencia más contundente es la de los testigos oculares. Como creyente, usted debe ser un testigo de Dios a todos los que le rodean. Pero su principal campo de acción podría ser dentro de su hogar. Es posible que no tenga que salir de su casa para testificar de su fe. Su mayor desafío podría ser testificar… a su cónyuge incrédulo.

“Y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”.

(Hechos 1:8)

I.   Definiciones

Desde el principio de los tiempos, el diseño de Dios para el matrimonio consistió en que un hombre y una mujer se unieran en una sola carne… física, mental, emocional y espiritualmente. Si en su caso no ha gozado de unidad espiritual, esa es razón más que suficiente para ser un testigo silencioso del Señor ante su cónyuge no creyente. Nunca pierda la esperanza.

“Entonces respondió Secanías hijo de Jehiel, de los hijos de Elam, y dijo a Esdras: Nosotros hemos pecado contra nuestro Dios, pues tomamos mujeres extranjeras de los pueblos de la tierra; mas a pesar de esto, aún hay esperanza para Israel”.

(Esdras 10:2)

A. ¿Qué es un matrimonio en “yugo desigual”?

     Un matrimonio unido en yugo desigual es cuando uno de los cónyuges es creyente y el otro no.

     La Biblia advierte a los creyentes a no unirse en yugo con los incrédulos.

“No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia?

¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?”

(2 Corintios 6:14)

B.  ¿Qué es un creyente?

     Un creyente es la persona que tiene una relación personal con Jesucristo y que se esfuerza por vivir una vida que agrada al Señor.

     En griego, la palabra “creer” es pisteuo, que significa “confiar en, colocar la confianza en, descansar en”.

“Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo”. (Hechos 16:31)

     La aceptación intelectual que cree que Jesús es el Señor no es evidencia suficiente de que una persona es creyente. La evidencia más contundente de una salvación auténtica es la vida transformada.

“No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mateo7:21)

C. ¿Qué es un incrédulo?

     Un incrédulo es la persona que no tiene una relación personal con Jesucristo y que vive confiando y apoyándose en su esfuerzo personal en lugar de confiar en el Señor.

     La palabra griega apistos significa “incrédulo” o “persona sin fe”.

“¿O qué parte [tiene] el creyente con el incrédulo?”

(2 Corintios 6:15)

D. ¿Cuáles son las necesidades básicas de una relación matrimonial basada en el amor?

     la necesidad de intimidad

 

Sentido de unidad personal

 

     la necesidad de un compromiso

 

Tener la seguridad de una relación

 

     la necesidad del perdón

 

Reconocer las imperfecciones propias y las del cónyuge

 

     la necesidad de acuerdos

 

Estar de acuerdo y en armonía uno con otro

 

“Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma”.

(Hechos 4:32)

   “Es muy difícil estar casada con un esposo no creyente. Soy muy infeliz. Sé que Dios me perdonará si me divorcio. ¿No quiere Dios mi felicidad? ¿No sería mejor para mí tener un matrimonio cristiano donde pudiera servirle mejor?”

Dios ha permitido su situación por alguna razón. Decida ver su vida como testimonio del amor del Señor. Su felicidad no depende de la salvación de su esposo, sino de su relación personal con Jesucristo. Es importante entender que su “felicidad” no es la meta de Dios. Su meta es transformarla a la imagen de Jesús. Su servicio a Dios no es cuestión de emociones, sino de voluntad y no está limitado a las circunstancias, sino que se perfecciona por medio de su compromiso de serle fiel. Dios no aprueba el divorcio. Romanos 6:1–2 dice:

“¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera”

La voluntad de Dios para un matrimonio en yugo desigual

“Y a los demás yo digo, no el Señor: Si algún hermano tiene mujer que no sea creyente, y ella consiente en vivir con él, no la abandone. Y si una mujer tiene marido que no sea creyente, y él consiente en vivir con ella, no lo abandone. Porque el marido incrédulo es santificado en la mujer, y la mujer incrédula en el marido; pues de otra manera vuestros hijos serían inmundos, mientras que ahora son santos. Pero si el incrédulo se separa, sepárese; pues no está el hermano o la hermana sujeto a servidumbre en semejante caso, sino que a paz nos llamó Dios.

Porque ¿qué sabes tú, oh mujer, si quizá harás salvo a tu marido? ¿O qué sabes tú, oh marido, si quizá harás salva a tu mujer?”

(1 Corintios 7:12–16)

     La creyente no debe divorciarse de su esposo por ser incrédulo

 

v. 12

 

     El creyente no debe divorciarse de su esposa por ser incrédula

 

v. 13

 

     El cónyuge incrédulo es santificado* a través de su pareja creyente santificada

 

v. 14

 

     Los hijos de una pareja unida en yugo desigual son llamados santos* porque uno de los padres es cristiano

 

v. 14

 

     El creyente queda libre del compromiso matrimonial si su cónyuge no creyente rompe el pacto matrimonial

 

v. 15

 

     El creyente no debe ser rebelde si su cónyuge incrédulo desea separarse

 

v. 15

 

     El creyente está llamado por Dios a mantener la paz

 

v. 15

 

     El creyente podría ser el medio de salvación para un cónyuge incrédulo

 

v. 16

 

*Ambos términos santificar y santo significan ser apartado para el propósito de Dios.

   “Mi esposo y yo nos casamos cuando éramos incrédulos. Ahora yo soy creyente, pero él no. ¿Estoy obligada a seguir casada?

Muchos de los primeros convertidos al cristianismo tuvieron la misma experiencia que usted; muchos ya eran casados cuando oyeron del evangelio por primera vez. En algunos casos ambos cónyuges aceptaron a Cristo, pero en otros, sólo uno de ellos se convirtió al cristianismo. Lo que sucedió entonces sigue siendo vigente el día de hoy. Debemos recordar que el matrimonio es un compromiso de por vida. La condición espiritual en que usted estaba cuando se casó no es el problema principal. Dios quiere que usted cumpla sus votos matrimoniales y que ponga en sus divinas manos a su esposo y su matrimonio.

II. Características de un matrimonio unido en yugo desigual

Los solteros que “nunca se han casado” piensan que el matrimonio es la respuesta a todos sus problemas. Las solteras andan en busca de un caballero de brillante armadura. Los jóvenes comienzan a perder las esperanzas de encontrar algún día a la “mujer perfecta”. Cuando finalmente encuentran a la persona de sus sueños, se dan cuenta que en realidad no todo lo que brilla es oro. Una vez casados, se enzarzan en una lucha de poderes. Los conflictos comienzan a la hora de tomar decisiones, en cuanto al manejo del dinero, la crianza de los hijos y muchas otras cosas. Un asunto de gran preocupación es el espiritual. En este punto su testimonio a favor de Cristo se vuelve de vital importancia.

“No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno”.

(Colosenses 3:9–10)

A. Características de un cónyuge creyente insatisfecho

     Soledad

 

anhela unidad espiritual

 

     Envidia

 

compara su matrimonio con el de los matrimonios cristianos

 

     Ira

 

se siente frustrado porque su cónyuge no cambia

 

     Temor

 

sólo contempla un futuro infeliz y se preocupa por el destino de su cónyuge

 

     Culpabilidad

 

se siente mal por haberse casado con un incrédulo y/o por la incapacidad de llevar a su esposo a Cristo

 

     Depresión

 

pierde esperanza en la capacidad de Dios de cambiar su situación

 

   “¿Cómo puedo tener un buen espíritu si mi esposo no quiere cambiar?”

No se enfoque en lo que su esposo no hace. Más bien centre su atención en lo bueno que hace y que enriquece su relación. Ore para que él responda a lo que el Señor puede hacer en su vida. Es importante que entienda que su “espíritu correcto” no descansa en las actitudes o acciones de los demás. Depende sólo de su correcta relación con Dios y usted debe procurarla, no alguien más.

“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar” (Hebreos 2:1–3)

B.  Características de un cónyuge incrédulo contrariado

     Ira

 

“¡Estás arruinando nuestro matrimonio!”

 

     Incomprensión

 

“Ya no eres la misma persona con la que me casé”.

 

     Apatía

 

“Estás pasando por una etapa que no durará”

 

     Escepticismo

 

“Estás tratando de manipularme siendo amable conmigo”.

 

     Temor

 

“Vas a alejar a todos nuestros amigos”.

 

     Celos

 

“Amas a Dios más que a mí”.

 

     Confusión

 

“Pensé que te entendía, pero me doy cuenta que no es así”.

 

   “¿Por qué no responde mi esposo incrédulo a los valores cristianos y la verdad espiritual?”

Los que no son salvos no tienen la presencia del Espíritu de Dios en ellos para que los dirija a las verdades espirituales. La Biblia dice que los incrédulos están “muertos en sus delitos y pecados”. Los muertos no tienen hambre. Por tanto, los muertos espirituales tampoco anhelan las cosas espirituales. Así que sea realista: no espere que un incrédulo tenga los mismos deseos que los cristianos.

“Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie”. (1 Corintios 2:14–15)

III.    Causas De Descontento En Un Matrimonio Unido En Yugo Desigual

Los matrimonios se fortalecen o destruyen dependiendo de la disposición de ambos cónyuges para resolver su lucha por el poder. La comunicación abierta y amable juega un papel muy importante para resolver los conflictos, pero el esfuerzo por comunicarse con su pareja no surtirá efecto si vive con expectativas irreales. Tal vez la única forma de testificar a su cónyuge sea simplemente entender y aceptarlo(a) “tal como es”.

“He aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación”.

(Filipenses 4:11)

A. Principales causas de conflicto

Diferentes valores en cuanto a…

     expectativas matrimoniales

 

los roles y responsabilidades

 

     compromisos de tiempo

 

prioridades y agendas

 

     gastos económicos

 

diezmos, préstamos, compras

 

     intereses sociales

 

amigos, entretenimiento, pasatiempos

 

     crianza de los hijos

 

reglas, métodos de disciplina, límites

 

     conciencia personal

 

normas de comportamiento

 

B.  La raíz del descontento

Creencia falsa:

“Nunca me sentiré satisfecha y contenta a menos que mi cónyuge cambie y se convierta al cristianismo”.

Creencia correcta:

Oro para que mi cónyuge se convierta a Cristo. Sin embargo, estoy satisfecha y tengo contentamiento porque Cristo, que vive en mí, está usando esta experiencia para transformarme a su imagen.

“Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor”. (2 Corintios 3:18)

IV.     Pasos Para Encontrar La Solución

¿Ha llegado al punto de entender que usted no puede cambiar a su cónyuge y que sólo Dios puede hacerlo? ¿Ha entendido que parte del plan del Señor para su matrimonio es cambiarlo a usted? ¿Ha aceptado la verdad de que Dios puede usarle en la vida de su cónyuge, pero que su salvación no es responsabilidad suya, sino que su pareja debe responder el llamado del Señor? Si es así, usted puede disfrutar de la tranquilidad y la paz que sobrepasa todo entendimiento.

“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”.

(Filipenses 4:6–7)

A. Versículos clave para memorizar

“Andad sabiamente para con los de afuera, redimiendo el tiempo. Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno”.

(Colosenses 4:5–6)

B.  Pasaje clave para leer y meditar

1 Corintios 13:1–8, 13

“Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe.

     Si soy un predicador elocuente, carismático y poderosamente persuasivo… pero… mis palabras no proceden de un corazón lleno de amor… entonces… soy ofensivo y hasta provoco dolor de oído.

Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy.

     Si tengo la habilidad sobrenatural de predecir el futuro y entiendo por completo la mente de Dios y conozco todo acerca de todo… y… si yo… tengo una fe inconmovible que me ayuda a realizar obras sobrenaturales… pero… mi motivación no es el amor… Entonces… soy un miserable fracasado y un don nadie.

Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.

     Si entrego todo lo que poseo a los necesitados… y… si yo… hasta entrego mi vida al martirio por la causa de Cristo… pero… no lo hago por amor… entonces… no hay beneficio alguno de mi sacrificio.

El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará… Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.

Como cónyuge cristiano, aplíquese la “Prueba del amor”. Hágase las siguientes preguntas…

     ¿Soy…

 

controlado(a) y no pierdo la paciencia con mi cónyuge?

 

     ¿Soy…

 

solícito y considerado ante los sentimientos y necesidades de mi cónyuge?

 

     ¿Estoy…

 

siempre buscando maneras de ser constructivo en mi matrimonio?

 

     ¿Estoy…

 

contento(a) con mi vida y matrimonio?

 

     ¿Soy…

 

posesivo(a)?

 

     ¿Estoy…

 

ansioso(a) por impresionar a mi cónyuge y a los demás?

 

     ¿Estoy…

 

teniendo ideas irreales acerca de mi gran valor e importancia?

 

     ¿Estoy…

 

practicando buenos modales con mi cónyuge?

 

     ¿Estoy…

 

buscando una ventaja egoísta en mi matrimonio?

 

     ¿Soy…

 

irritable y exploto con facilidad?

 

     ¿Estoy…

 

tratando de imponer mi voluntad en mi cónyuge?

 

     ¿Soy…

 

burlón cuando mi cónyuge se equivoca o falla en algo?

 

     ¿Estoy…

 

ávido de compartir el gozo de mi cónyuge?

 

     ¿Soy…

 

diligente para hablar la verdad con mi cónyuge?

 

     ¿Estoy…

 

dispuesto(a) a proteger y defender la reputación de mi cónyuge?

 

     ¿Estoy…

 

seguro de que Dios está trabajando en la vida de mi cónyuge?

 

     ¿Estoy…

 

esperando recibir lo mejor de Dios para mi matrimonio?

 

     ¿Estoy…

 

comprometido a perseverar en mi amor por mi cónyuge?

 

   “Mi esposo piensa que soy tonta por causa de mis creencias. Es más, me ataca verbalmente. No toma en cuenta mis opiniones e insiste en tomar todas las decisiones importantes sin preguntar mi opinión. En esta situación, ¿está bien tomar algunas decisiones a sus espaldas?”

En Génesis 2:24 la relación matrimonial se describe como “una sola carne”. Esa frase proviene de la palabra hebrea que describe la unidad física. Actuar a espaldas de su esposo es una clara violación de la esencia misma de la relación matrimonial. Sin embargo, no debe permitir ningún tipo de abuso, ya sea verbal, psicológico, físico o sexual. El tipo de control que manifiesta la conducta de su esposo es abuso verbal. ¿Ha considerado buscar consejería? ¿Estaría él de acuerdo en tomarla también? Si no, un tiempo de separación podría ser lo adecuado. Una separación temporal junto con la consejería adecuada podría ser una llamada de alerta para que él entienda que necesita valorar la relación que tiene con usted.

“Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”. (Génesis 2:24)

C. Demuestre actitudes y cualidades cristianas

     Sí… Respete a su cónyuge por ser una creación singular de Dios.

“Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”. (Génesis 1:27)

     Sí… Decida aceptar incondicionalmente a su cónyuge.

“Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante”. (Efesios 5:2)

     Sí… Sea una persona totalmente íntegra. “El que camina en integridad anda confiado; Mas el que pervierte sus caminos será quebrantado” (Proverbios 10:9)

     Sí… Busque tener comunión positiva con otros cristianos, y de ser posible, con otras parejas cristianas. “El ungüento y el perfume alegran el corazón, y el cordial consejo del amigo, al hombre”. (Proverbios 27:9)

     Sí… Crezca espiritualmente junto con amistades cristianas.

“Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante” (Eclesiastés 4:9–10)

     Sí… Solicite a sus amigos cristianos que oren por acontecimientos específicos de la vida de su esposo.

“Para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo… os dé espíritu de sabiduría… alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza”. (Efesios 1:17–19)

     Sí… Practique la comunicación amorosa, sabia y comprensiva.

“El sabio de corazón es llamado prudente, y la dulzura de labios aumenta el saber”. (Proverbios 16:21)

     Sí… Anime en privado a su cónyuge y alábelo en público.

“Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes” (Efesios 4:29)

     Sí… Trabaje para que usted cambie y no su cónyuge.

“¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?” (Lucas 6:41)

     Sí… Permita que el Señor sea quien luche por usted.

“Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos”. (Éxodo 14:14)

     Sí… Ore por su cónyuge y nunca se dé por vencido(a) “También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar”. (Lucas 18:1)

D. Deje que Dios sea Dios… No piense que usted puede hacer el papel del Espíritu Santo

     No crea que su responsabilidad es salvar a su cónyuge.

“Pero ellos darán cuenta al que está preparado para juzgar a los vivos y a los muertos” (1 Pedro 4:5)

     No lo manipule con indirectas.

“La ciencia del prudente está en entender su camino, mas la indiscreción de los necios es engaño”. (Proverbios 14:8)

     No fuerce a su cónyuge a asistir a actividades religiosas.

“Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente”. (1 Corintios 2:14)

     No planifique emboscadas espirituales con gente que usted cree que puede convertir a su cónyuge; más bien, entregue la vida de él a la providencia de Dios.

“Fíate de Jehová de todo tu corazón y no te apoyes en tu propia prudencia”. (Proverbios 3:5)

     No promueva un ambiente religioso incómodo en su hogar.

“La mujer sabia edifica su casa; mas la necia con sus manos la derriba”. (Proverbios 14:1)

     No use terminología religiosa como… “Estoy orando por ti”. O: “Soy feliz porque pertenezco a la familia de Dios”.

“El que ahorra sus palabras tiene sabiduría; de espíritu prudente es el hombre entendido. Aun el necio, cuando calla, es contado por sabio, el que cierra sus labios es entendido”. (Proverbios 17:27–28)

     No critique la iglesia de su cónyuge o sus puntos de vista religiosos.

“El que guarda su boca y su lengua su alma guarda de angustias”. (Proverbios 21:23)

     No sea desagradable o criticón.

“En el rostro del entendido aparece la sabiduría; mas los ojos del necio vagan hasta el extremo de la tierra”. (Proverbios 16:24)

     No responda a su cónyuge con ira.

“La blanda respuesta quita la ira, mas la palabra áspera hace subir el furor”. (Proverbios 15:1)

     No exija respeto y honra.

“Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros. Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres” (Filipenses 2:3–7)

     No permita la autocompasión.

“Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados” (Hebreos 12:15)

     No ceda sus convicciones basadas en la palabra de Dios

“Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace” (Santiago 1:22–25)

E.  Confíe en el Señor

Confíe

Confíe en la fidelidad de Dios y en que él obrará en la vida de su cónyuge y en su matrimonio.

“El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento”

(2 Pedro 3:9)

No espere que su cónyuge incrédulo tenga actitudes cristianas.

“En los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios”. (2 Corintios 4:4)

Acepte que su contentamiento no depende de la salvación o condición espiritual de su cónyuge.

“No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación”. (Filipenses 4:11)

Entienda el verdadero significado de la sumisión bíblica.

“Someteos unos a otros en el temor de Dios”. (Efesios 5:21)

Acuda a Cristo, que vive en usted, para que le dé la voluntad y la forma de hacer lo correcto.

“Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad”. (Filipenses 2:13)

Tener un matrimonio en yugo desigual es como correr con un compañero mucho más bajo de estatura en una carrera con uno de los pies atados; ninguno puede correr a un paso estable porque hace que el otro pierda el equilibrio. Dios dice: No os unáis en yugo desigual con los incrédulos”. Pero si ya está en esa clase de matrimonio, el creyente puede correr la carrera a la victoria con seguridad, confiando en el poder de Cristo y reflejándolo a él en su persona

—June Hunt

 

Busque lo bueno, no lo malo

     El creyente puede ser compasivo y perdonador ante las faltas de un cónyuge incrédulo que se encuentra en total oscuridad.

“Teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón”.

(Efesios 4:18)

     El creyente tiene la libertad de obtener instrucción espiritual usando los medios que tenga a su alcance.

“Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad”.

(2 Corintios 3:17)

     El creyente aprende a tener una dependencia más profunda del Señor cuando sufre los mismos padecimientos de Cristo.

“Porque esto merece aprobación, si alguno a causa de la conciencia delante de Dios, sufre molestias padeciendo injustamente. Pues ¿qué gloria es, si pecando sois abofeteados, y lo soportáis? Mas si haciendo lo bueno sufrís, y lo soportáis, esto ciertamente es aprobado delante de Dios. Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas”

(1 Pedro 2:19–21)

     El creyente aumenta su sentido de servir al Señor como “emisario personal” en la vida de otra persona.

“Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”.

(Mateo 5:14–16)

     El creyente cosechará las bendiciones de Dios por su fidelidad y perseverancia.

“Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman”

(Santiago 1:12)

Preguntas y respuestas

   “Para mí es demasiado doloroso asistir sola a la iglesia. Me duele ver a las demás parejas juntas. ¿Estaría bien que me quedara en casa? Puedo tener una relación íntima con el Señor sin ir a la iglesia”.

Todo creyente necesita alimentarse de la palabra de Dios para crecer espiritualmente. Ir a la iglesia no es la única manera de alimentarse de la verdad. Es posible tener una relación íntima con el Señor fuera de ella. Sin embargo, es necesario entender que los creyentes nunca lograrán ser todo lo que Dios quiere que sean si no tienen una comunión íntima con el cuerpo de creyentes. Dirija su atención hacia los beneficios de la comunión y enseñanza que recibe al estar en la iglesia en vez de hacerlo en los matrimonios que usted ve ahí. Entienda que el propósito principal de reunirse en un cuerpo es bendecir a Dios a través de la adoración. Lo que realmente cuenta no es lo que usted recibe, sino lo que usted aporta. Cambie su enfoque por el de entregar algo a Dios y vea lo que él puede hacer en su vida.

“Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca” (Hebreos 10:23–25)

   “Me siendo diferente e inferior a los otros cristianos por causa de mi cónyuge incrédulo. Sé que si fuéramos una pareja cristiana, yo podría ser más espiritual. ¿Me ve Dios inferior a los demás creyentes?”

La Biblia dice en Colosenses 1:22: “[os ha reconciliado] en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él” Dios considera a todos los creyentes aceptables e importantes. Su sentimiento de inferioridad puede ser resultado de un proceso mental equivocado, o bien, un ataque espiritual. Su aceptación delante de Dios no depende de la salvación de su cónyuge. Dios utiliza circunstancias singulares para proveernos oportunidades especiales de glorificarle.

   “¿Es posible que mis hijos y yo seamos rechazados y marginados en nuestra iglesia por tener un padre y esposo no creyente? ¿Y si los miembros de la iglesia no aceptan a mi esposo en sus actividades religiosas?”

Infortunadamente, en ocasiones esa situación es una realidad. Usted no debe permitir que el pecado de otros le desvíe de la voluntad de Dios. No todos los miembros de una iglesia sienten lo mismo; la mayoría no tendrá esa reacción. Rodéese de cristianos que le acepten a usted y a sus hijos, que sean un testimonio del amor de Dios hacia ellos e incluso hacia su esposo. Si la característica de su “iglesia” es de crítica, quizá deba buscar otra congregación. La comunión con los creyentes debe ser de ánimo y no de juicio o crítica.

“Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”. (Efesios 4:31–32)

   “¿Qué debo hacer si mi esposa se rehúsa a relacionarse con otros creyentes? ¿Está bien si la dejo en casa mientras yo busco actividades cristianas? ¿Cuál sería el límite?”

Es muy importante que usted se relacione con otros creyentes. En Hebreos 10:25 Dios dice que nos reunamos para estimularnos unos a otros. Puesto que usted no podrá asistir a todas las actividades de su iglesia, escoja aquellas que disfrute más, las que sean de mayor inspiración para usted. Asegúrese de pasar tiempo de calidad con su esposa para que ella sepa que también es importante para usted. Como mujer, ella necesita que le exprese su amor y que tenga con ella pláticas abiertas y sinceras. Ella se sentirá atraída hacia su liderazgo fuerte de verdadero siervo si usted exhibe ese tipo de cualidades. Además podría sentir atracción por la comunión con los creyentes de su iglesia. Supla sus necesidades y vea lo que Dios puede hacer en la vida de ella.

“Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo”. (1 Pedro 3:7)

   “¿Está bien que trate de enseñarle a mi esposo la Biblia? Cada vez que intento hacerlo terminamos en discusión”.

Discutir acerca de la Biblia provoca tensión y discordia: Dios proveerá otras personas para que le enseñen. Su responsabilidad es simplemente amarlo. Cuando un cónyuge trata de “enseñar” a otro, el “alumno” se siente en el papel de hijo. En un matrimonio saludable, la idea no es ser “enseñado o disciplinado” por la pareja, sino hacer un equipo con ella. Su responsabilidad no es enseñarle, sino honrarlo. Vea 1 Pedro 3:1–2 y descubra la “descripción del trabajo” de una esposa. Podría pedirle a su cónyuge que lea 1 Pedro 3:7 donde se encuentra la “descripción de su trabajo” y pedirle su opinión al respecto. Escuche sin tratar de instruirle, sino con la expectación de aprender algo de él.

“Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas” (1 Pedro 3:1)

   “He sido creyente por muchos años y trato de vivir una vida agradable al Señor. He estado orando por mi esposo por 20 años. ¿Por qué Dios no responde mis oraciones?”

Dios no obliga a nadie a que lo acepte. Todos tenemos libre albedrío y la habilidad de aceptar o rechazar a Dios como Señor Su testimonio humilde y amoroso frente su esposo podría guiarlo a la fe salvadora. Sin duda así honraría a su Señor y Salvador. También recuerde que el concepto del tiempo desde el punto de vista de Dios es totalmente diferente al nuestro. Sus acciones a favor nuestro o de nuestros seres queridos no están limitadas por el tiempo.

“Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día” (2 Pedro 3:8)

   “Los cristianos me dicen que sólo ore y que mi esposa será salva. Ellos no entienden lo que es estar casado con una incrédula”

Es cierto que es muy esencial que ore por su esposa, pero eso no es garantía de que ella será salva. Dios comprende su dolor y los retos que está enfrentando, pero él le dará la paz que necesita en cada situación si usted aprende a descansar en él. Él debe ser la fuente de su fortaleza, seguridad y felicidad. En la medida en que usted confíe solamente en él para cubrir sus necesidades, en esa medida usted dejará de “depender” de su esposa para que llene sus necesidades y tendrá libertad para amarla incondicionalmente.

   “La Biblia dice: “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos… porque el marido es cabeza de la mujer

(Efesios 5:22–23). ¿Debo someterme aun cuando lo que él quiere es contrario a la voluntad de Dios?”

La Biblia establece que el marido es la cabeza de la esposa, pero que Dios es la cabeza del marido. El marido debe amar a su esposa así como Cristo ama a su iglesia. Cristo nunca haría nada que dañara a su iglesia; por tanto, el esposo nunca exigir algo que podría dañar a su esposa. Dios es la máxima autoridad. Si obedecer a su esposo viola la ley divina, entonces usted debe escoger obedecer a Dios.

   “Mi esposo no quiere que vaya a la iglesia. ¿Sería mejor quedarme en casa para darle gusto?”

Es importante que usted vaya a la iglesia, pero igual de importante es mostrar a su esposo su amor y respeto. Quedarse en casa con él en ciertas ocasiones puede ser una garantía de que lo ama y que está interesada en suplir sus necesidades. Dios puede usar esos momentos para fortalecer su relación matrimonial. De esa manera usted puede ser un testigo de Cristo para su esposo. Si él le “prohíbe” que vaya a la iglesia, debe someterse en amor a él, pero trate de entender por qué se lo prohíbe y de encontrar alguna forma de eliminar su intransigencia. Si sólo expresa desagrado porque asiste a la iglesia, usted puede comparar esa actividad con alguna que él practica creyendo que es necesaria para su bienestar. Apoye el deseo de él de participar en esa actividad y pídale que haga lo mismo con la suya.

“Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación” (Romanos 14:19)

   “¿Qué puedo hacer si mi cónyuge insiste en enseñar a nuestros hijos creencias que van contra la palabra de Dios? No quiero criticar a su padre, pero tampoco quiero mis hijos que se confundan con falsas enseñanzas. ¿Debo permitir que los lleve a su iglesia?”

Enseñe a sus hijos la verdad de la palabra de Dios. Confíe en que el Señor protegerá sus corazones y mentes de la falsa doctrina. Ciertamente usted desea proteger a sus hijos, pero a veces tendrá que dejarlos bajo el cuidado de Dios, sabiendo que él los ama infinitamente más que usted. También recuerde que el Señor no es un Dios de confusión; él puede aclarar el proceso mental de sus hijos en formas en que usted ni siquiera se imagina. Honre y respete a su esposo y confíe sus hijos al Señor.

“Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación” (Romanos 14:19)

   “Mi cónyuge practica una religión que enseña falsa doctrina y quiere ser el líder espiritual de nuestro hogar. ¿Debo escuchar sus enseñanzas?”

Dios ha colocado al esposo como cabeza del hogar. Sus oraciones en cuanto a la toma de decisiones importantes recibirán la bendición de Dios. Si usted ama a su esposo con el amor de Dios y presenta sus opiniones de tal modo que no lo amenace, usted y él podrían llegar a un acuerdo en algunos puntos. El Señor puede intervenir a favor suyo. Su esposo es responsable de sus decisiones, así como usted es de su sumisión a él. Podría haber algunas doctrinas en su iglesia que están basadas en la palabra de Dios. Si usted reconoce esas verdades en lugar de condenar toda la religión, su esposo se sentirá aceptado y adoptará una posición menos defensiva. Evite las doctrinas que provoquen disensión.

“Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas, considerando vuestra conducta casta y respetuosa” (1 Pedro 3:1–2)


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